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JUAN PABLO II

REGINA CAELI

Domingo 13 de abril de 1986

 

1. Yo le pediré al Padre que os dé otro Defensor que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad..." (Jn 14, 16-17).

"No os dejaré desamparados, volveré" (Jn 14, 18).

Estas palabras ―que refiere el Evangelista Juan― las pronunció Cristo en la víspera de su pasión, durante el discurso de despedida en el Cenáculo.

Con estas palabras Jesús preparaba a los discípulos para su separación, cuando se acercaba ya a término el tiempo de su misión mesiánica en esta tierra.

Con estas palabras "no os dejaré desamparados, volveré", Cristo se refería a los días siguientes a la resurrección, cuando los discípulos todavía pudieron encontrarse con Él durante cuarenta días.

Pero, estas palabras, al mismo tiempo, se referían al Espíritu Santo. Cristo resucitado no deja a los discípulos "desamparados" ―no deja "desamparada" a la Iglesia― porque le "da" el Espíritu Santo: "Recibid el Espíritu Santo".

2. Es el Espíritu-Paráclito. Cristo lo llama "otro Consolador", porque Él trae ―de manera diversa de Cristo― la misma Buena Nueva de la salvación y de la Gracia: la Nueva alegre. Lo que Cristo manifestó con la palabra del Evangelio ―después de haber sido crucificado― lo reconfirmó con la resurrección, y lo mismo Él, el Espíritu de Verdad, manifestará con una acción interior. Él permanecerá para siempre con la Iglesia como el Aliento salvífico del Padre y del Hijo, como Don de lo Alto, como "dulce huésped de las almas humanas".

El Concilio Vaticano II ha manifestado de muchos modos esta acción del Paráclito a través de toda la historia de la Iglesia, y también en la época contemporánea. Sus frutos son verdad, amor y luz, que se desarrollan en los hombres bajo el soplo del Espíritu Santo.

3. La jornada de hoy, de modo especial, nos hace conscientes de la presencia de este Divino Consolador, que indica a la Iglesia, durante el curso de los tiempos, el camino de la Verdad. Lo indica, entre otras cosas, presentándonos como modelo para seguirlo el ejemplo de hermanos y hermanas que de manera especial son el reflejo vivo de Nuestro Señor Jesucristo.

Hoy el Espíritu Santo nos ha dado una nueva luz en nuestro camino: el testimonio de San Francisco Antonio Fasani, canonizado esta mañana.

El nuevo Santo es un ejemplo particularmente fúlgido para los Pastores de almas y para todos los que se dedican al apostolado. En este campo, tan importante, tenemos un nuevo guía, un nuevo maestro, que nos hace comprender mejor el ejemplo único e insuperable de Jesús Buen Pastor.



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