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VIAJE APOSTÓLICO A LA REPÚBLICA FEDERAL DE ALEMANIA

JUAN PABLO II

REGINA CAELI

Domingo 3 de mayo de 1987
Olympiastadion de Múnich

 

Queridos hermanos y hermanas:

Nuestro nuevo Beato, el padre Rupert Mayer, fue durante veinticuatro años presidente de la Congregación Mariana de hombres de Munich. El honor que le hemos tributado en esta celebración alcanza, pues, también de forma singular a la Virgen María. De acuerdo con las finalidades religiosas de esta Asociación, era competencia suya ayudar a los miembros de la misma a vivir conscientemente la fe en la vida cotidiana sobre la base de una actitud mariana fundamental.

Al finalizar esta solemnísima celebración eucarística, escuchemos lo que nos dice el padre Rupert Mayer sobre María: "(María) fue portadora de Cristo; también nosotros lo somos después de la santa comunión. Desearía que muchos días rumiáramos en nuestros corazones la siguiente idea: Deseo vivir el día también hoy como lo vivió la Virgen, en íntima comunión vital con Cristo. No basta que Cristo viniera un día a la tierra y que vaya a volver el día del juicio final. Es necesario que tome posesión de nuestro propio corazón".

Nuestra devoción a la Virgen debe consistir, pues, sobre todo en la imitación de sus virtudes, su bondad, su unión con Cristo, su amor a Dios y a los semejantes. El Año Mariano que vamos a comenzar próximamente quiere ser también una invitación a ello. Deseamos, por tanto, dirigirnos a María durante este año de gracia, siguiendo el ejemplo y por intercesión del padre Rupert Mayer; Ella nos llevará a una comunión vital con Cristo cada vez más intensa.

Alabemos ahora a María, la Madre de Nuestro Salvador y Madre nuestra, recitando el himno mariano del tiempo pascual: "Regina coeli..."



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