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JUAN PABLO II

ÁNGELUS

VI Jornada Mundial de la Juventud
Domingo de Ramos, 24 de marzo de 1991

 

1. Antes del rezo del Ángelus, deseo dirigir un pensamiento a los numerosos jóvenes que han tomado parte en esta liturgia solemne del Domingo de Ramos, celebrando así también la Jornada mundial de la Juventud.

Gracias, queridos jóvenes, por vuestra participación tan espontánea y viva. ¡El Papa cuenta con vosotros! ¡Sed siempre fieles a Cristo, Redentor y Maestro! Él posee la clave de vuestra vida y de toda la historia humana, pues ha dicho: "Yo soy el camino, la verdad y la vida" (Jn 14, 6). El mensaje de Cristo es exigente, pero es el único que permite realizar plenamente la aspiración a la verdad y el bien, que vibra dentro de nosotros.

2. "Recibisteis un espíritu de hijos" (Rm 8, 15). Estas palabras del apóstol Pablo, que constituyen el tema de la próxima Jornada mundial de la Juventud, nos comprometen a acoger con sentido de responsabilidad toda la herencia encerrada en la filiación divina que se nos ha dado en el bautismo. Esta herencia comprende, asimismo el amor recíproco, el sentido de la solidaridad y la pasión por la paz.

¡Cuán actual es este mensaje para nuestra época, lacerada profundamente a causa de guerras, discordias y violencias de todo tipo! A todos los cristianos, a todos vosotros, queridos jóvenes, corresponde la tarea de recordar a la humanidad, con la palabra y el ejemplo, que Dios es Padre de todos y que todos nosotros somos hermanos.

3. Desde ahora os doy cita en Czestochowa, donde nos espera la Virgen en su antiguo santuario sobre la colina de Jasna Góra. ¿Quién puede enseñarnos mejor que ella lo que significa haber recibido "un espíritu de hijos"? ¿Quién puede educarnos a vivir entre nosotros un espíritu auténtico de familia? Encomiendo a su corazón de Madre, que abraza a todos y a cada uno, la preparación y el desarrollo de la próxima Jornada mundial de la Juventud.

Virgen negra de la "Montaña clara",
dirige tu mirada materna
hacia los jóvenes aquí presentes
y hacia todos los jóvenes del mundo,
hacia quien ya cree en tu Hijo
y hacia quien aún no lo ha encontrado en su camino.
Escucha, oh Madre, sus aspiraciones,
aclara sus dudas y fortalece sus propósitos.
Haz que vivan en sí mismos
los sentimientos de un verdadero "espíritu de hijos",
para que contribuyan eficazmente
a la edificación de un mundo más justo.
Tú ves su disponibilidad,
Tú conoces sus corazones.
¡Tú eres la Madre de todos!

* * *

Después del Ángelus

Vaya ahora mi saludo cordial a los numerosos grupos de jóvenes que, procedentes de tantos lugares de España y de algunos Países de América Latina, se han dado cita en la Plaza de san Pedro, en este Domingo de Ramos. Os aliento, queridos chicos y chicas, a ser siempre testigos del Evangelio y sembradores de esperanza para que nuestro mundo sea más pacífico, justo y fraterno. Llevad también el saludo del Papa a vuestros familiares, a vuestros compañeros y amigos. A todos bendigo de corazón.



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