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JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 16 de junio de 1991

 

Queridos hermanos y hermanas:

1. Durante el mes de junio la piedad popular cristiana, siguiendo una hermosa tradición, orienta nuestro espíritu hacia el misterio del Corazón de Jesús, cuya solemnidad hemos celebrado el viernes de la semana pasada.

Sobre este tema deseo detenerme hoy con vosotros, inspirándome en la oración colecta de este domingo con la que la Iglesia se dirige a Dios, "fortaleza" de quien espera en Él, porque es consciente de su propia "debilidad" y del hecho de que "nada se puede sin su ayuda". Se dirige a Dios confortada por la promesa formal de Cristo, que garantiza el valor y el cumplimiento de la oración expresada en su nombre (cf. Jn 14, 13 ss.).

También nosotros, en este momento de recogimiento, confiando en el amor del Señor Jesús y en la caridad de su Corazón, nos dirigimos a Dios Padre y le decimos: "Socórrenos con tu gracia".

2. El Corazón de Jesús se nos ofrece como testimonio viviente de la voluntad que Dios tiene de salvarnos y de hacer que, según esta santa voluntad, podamos agradarle "en nuestras intenciones y en nuestras obras".

En cada hombre existe la dolorosa experiencia del mal moral, de la culpa que aleja del Señor, y de la desobediencia a su voluntad, y sabemos que sólo el amor del Corazón de Cristo puede liberarnos de tal situación.

Rico en misericordia hacia todos los que están oprimidos por el pecado, el Sagrado Corazón es principio y fundamento de paz y de verdadera esperanza. Jesús devuelve a todo hombre a la comunión con el Padre, atrayendo hacia sí mismo, desde la cruz, la mirada de cuantos buscan la salvación (cf. Jn 19, 37). Su corazón traspasado —recordémoslo siempre— es la fuente inagotable de la caridad divina que perdona, regenera y devuelve la vida.

3. Que María nos conduzca a este Corazón, propiciación por los pecados del mundo. Que ella le acerque toda alma que sufre por la tristeza del mal y quizá ha perdido la esperanza de recuperar la amistad con Dios.

¡Corazón Inmaculado de María, acércanos al Sagrado Corazón de tu Hijo Jesús!



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