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VIAJE APOSTÓLICO A ALBANIA

JUAN PABLO II

REGINA COELI

Escútari, Domingo 25 de abril de 1993

 

¡Alabado sea Jesucristo!

1. Regina caeli, laetare! Alégrate, oh Reina; alégrate, oh Madre, porque el Hijo que llevaste en tu seno ha vencido la muerte, y su vida resplandece entre nosotros.

Queridos hermanos y hermanas, la Virgen del Buen Consejo, tan amada por el pueblo albanés, sonríe a esta tierra que, probada durante mucho tiempo, parece haber encontrado por fin, junto al gusto de la libertad, también la alegría de la oración. Lamentablemente, durante muchos años debió sufrir el pleno y total desprecio de todo derecho humano: situación humillante, que la aisló del mundo, frenó su desarrollo y apagó la alegría de la vida en tantos hijos suyos.

¡Pero hoy es día de resurrección y de vida, día santo, día de regocijo fraterno! Toda la Iglesia, que a lo largo de estos años jamás os ha olvidado, ahora se reúne junto a vosotros con afecto renovado. Con viva conmoción y gratitud a Dios hoy saludo al nuevo pastor de vuestra archidiócesis, mons. Frano Ilia, principio visible de la unidad de la comunidad diocesana.

Con alegría os lo presento, junto con su auxiliar, mons. Zef Simoni. Aquí están junto a mi, ordenados hace poco mediante la imposición de mis manos. Servidores fieles y prontos del Evangelio, están aquí para testimoniar la continuidad de la misión de los Apóstoles y la comunión profunda que une a la comunidad católica de Escútari y de toda Albania con el Sucesor de Pedro y la Iglesia universal.

Me alegra mucho que esto suceda el 25 de abril, fecha significativa por muchas razones en la vida de vuestros dos obispos, y víspera de la fiesta de la Virgen del Buen Consejo. Es hermoso pensar que vuestro arzobispo y su auxiliar os han sido como entregados por el Papa, bajo la mirada materna de María. En esta coincidencia sugestiva está simbolizada, casi plásticamente, la unión de los dos principios con los que Cristo quiso dotar a su Iglesia: el principio apostólico-petrino y el principio mariano: principios inseparables y complementarios, mediante los cuales el Espíritu edifica cada día la comunidad de los creyentes, y la impulsa a anunciar la Palabra de Dios con el ardor de los Apóstoles. Sobre todo la conduce a escucharla con el corazón de María.

2. María, Madre del Buen Consejo, ¡ruega por nosotros! En la solemne celebración, que acabamos de concluir en la catedral, se bendijo la primera piedra del nuevo santuario dedicado a la Virgen del Buen Consejo. Destruido dos veces en el curso de la historia, volverá a surgir como símbolo de la fe indestructible del pueblo albanés. La ordenación de vuestro arzobispo y la primera piedra de vuestro santuario, punto de referencia de la fe de todos los creyentes de Albania, constituyen de este modo dos signos alentadores de una comunidad que reanuda su camino con nuevo vigor y con responsabilidad más consciente.

¿Cómo no recordar que hace un año, el 26 de abril de 1992, en este mismo lugar, el nuncio apostólico, mons. Ivan Dias, en presencia de eclesiásticos, sacerdotes, religiosas, autoridades civiles y un gran número de fieles, consagró vuestra patria a la Virgen del Buen Consejo?

Deseo renovar ese acto de consagración filial, a fin de que el camino de Albania prosiga siempre bajo la protección especial de María.

¡Virgen del Buen Consejo, a ti se eleva la súplica de este pueblo, que te ama y honra desde tiempo inmemorial! Hoy Albania te entrega sus esperanzas y sus penas, sus deseos y sus necesidades, las abundantes lágrimas derramadas y el anhelo de un futuro mejor. Dirige tu mirada, oh Madre, hacia este pueblo, acoge sus propósitos generosos y acompáñalo en su camino hacia un porvenir de justicia, solidaridad y paz.

3. Y vosotros, queridos hermanos y hermanas, confiad en esta Madre. María conoce el camino de la vida y sabe muy bien lo que vuestro corazón desea. No os da ideologías falaces y transitorias, sino la persona de su hijo Jesús, camino, verdad y vida, en quien resplandece el misterio de Dios y del hombre.

¡Maria os proteja siempre! Proteja todos los rincones de vuestra tierra; llegue hasta los albaneses residentes en los Balcanes y hasta los que se hallan esparcidos por el mundo. Que la intercesión poderosa de María obtenga la paz sobre todo allí donde desde hace ya demasiado tiempo se libra una guerra absurda, que hace derramar sangre fraterna.

Madre del Buen Consejo, ¡abre las mentes y los corazones, y asegura a Albania y a toda la humanidad el don de la concordia y la paz!

Oh Señora de Escútari, patrona del pueblo albanés, ¡ruega por nosotros!



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