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JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 14 de noviembre de 1999

 

1. Se celebra hoy en Italia la Jornada de acción de gracias, que nos invita a agradecer a Dios los frutos de la tierra.

Al final de una estación agrícola y al inicio de una nueva, imploramos la bendición divina sobre los campos y sobre el mundo rural, para que el Señor sostenga a cuantos se dedican al trabajo del campo.

Al tiempo que expreso mi profunda gratitud a quienes se dedican con pasión a la actividad agrícola, indispensable para la supervivencia de la humanidad entera, invito a las autoridades y a la opinión pública a considerar con un compromiso solidario las necesidades y las expectativas de las poblaciones rurales. Ojalá que esta Jornada, que se celebra desde hace casi cincuenta años en Italia, promueva una renovada atención hacia ellas. Que esta celebración sea ocasión para apreciar mejor la creación, que Dios ha encomendado a los hombres para que la cultiven y la conserven como un don precioso.

2. Además de agradecer al Señor los frutos de la tierra, quiero darle gracias por mi reciente peregrinación a la India y a Georgia, de la que os hablaré el próximo miércoles, durante la audiencia general. Esta gran experiencia espiritual constituye una nueva etapa en el camino de la nueva evangelización, hacia el gran jubileo del año 2000.

También doy gracias a Dios por la celebración ecuménica que tuvo lugar ayer en la basílica vaticana, en recuerdo de santa Brígida.

Durante ese rito sagrado resonó constantemente en el corazón de todos la oración de Cristo en el cenáculo: "Ut unum sint". Seguimos avanzando por el camino que Cristo nos ha indicado, con la esperanza de llegar cuanto antes a la unidad plena de todos los creyentes. Que María, Madre de la Iglesia, nos sostenga en este esfuerzo.

3. No puedo menos de recordar algunos desastres y catástrofes de los días pasados: en Foggia se derrumbó un edificio, sepultando bajo los escombros a numerosas familias; en Kosovo se cayó un avión del "Programa alimentario mundial", en el que viajaban beneméritos voluntarios; en Turquía hubo otro violento terremoto, después del de agosto; y hace dos semanas, un avión de la compañía egipcia cayó en el océano Atlántico.

Os invito a rezar por las numerosas víctimas, y expreso mi cercanía y mi solidaridad a todos los que sufren por esas enormes tragedias.

Al mismo tiempo, aliento los esfuerzos por prestar socorro, ayuda y solidaridad, que se ha manifestado generosamente de modo inmediato, y que merece gran elogio.



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