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SANTA MISA CON LAS COMUNIDADES DE LAS PARROQUIAS ROMANAS DE

San Juan de la Cruz
Santa Felicidad e Hijos Mártires
San Crisanto y Santa Daría

HOMILÍA DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II

Aula Pablo VI
Sábado 27 de marzo de 2004

 

1. "Mirad que realizo algo nuevo" (Is 43, 19).

El profeta Isaías nos invita a mirar la novedad que Dios quiere realizar en la historia de la salvación. Para el pueblo de Israel será la liberación de la esclavitud de Babilonia y el regreso a la patria. En cambio, para el pueblo de la nueva alianza será la liberación de la esclavitud del pecado, realizada por Cristo en su Pascua de muerte y resurrección.

Con esta conciencia, recorramos el último tramo del camino cuaresmal, impulsados por la liturgia a rechazar con decisión el mal y a acoger la gracia purificadora y renovadora de Dios. A esto nos exhorta el pasaje evangélico que acabamos de proclamar. En él, Cristo manifiesta su amor misericordioso, dispuesto a perdonar a la pecadora arrepentida y a darle una nueva esperanza de vida (cf. Jn 8, 1-11).

2. Amadísimos hermanos y hermanas de las parroquias San Juan de la Cruz, Santa Felicidad e Hijos Mártires, y San Crisanto y Santa Daría, os acojo de buen grado esta tarde para la celebración eucarística y os saludo de corazón a todos.

Dirijo un saludo y expreso mi agradecimiento al cardenal vicario, que ha querido trazar un cuadro ilustrativo de vuestras comunidades. Me alegra saludar, asimismo, al obispo auxiliar del sector norte, a vuestros queridos párrocos don Enrico Gemma, don Eusebio Mosca, de los padres vocacionistas, y don Albino Marin, a los vicarios parroquiales y a los sacerdotes que colaboran con ellos.

Saludo a las religiosas que trabajan y viven en el ámbito de vuestras parroquias, así como a las asociaciones, los grupos, los movimientos y los fieles comprometidos en la difusión del Evangelio. No quisiera olvidar a cuantos no han podido estar presentes y, de modo especial, a las personas solas, a los ancianos y a los enfermos. A todos y a cada uno dirijo mi afectuoso saludo.

3. Sé que os habéis preparado para este encuentro reflexionando sobre cuáles son para vosotros, en este momento, las prioridades pastorales y los desafíos apostólicos más urgentes e importantes. Con mucha razón habéis constatado que la promoción de una comunión fraterna entre todos los componentes parroquiales es una condición indispensable para un testimonio cristiano eficaz en el mundo de hoy. Una parroquia unida, dentro de la cual se respeta la diversidad de los ministerios y de los carismas, muestra su rostro de familia acogedora, impulsada únicamente por el deseo de anunciar y testimoniar el Evangelio. Proseguid por este camino, amadísimos hermanos y hermanas.

Me complace repetiros también a vosotros la invitación "Duc in altum!", que hice a toda la Iglesia con la carta apostólica Novo millennio ineunte al final del gran jubileo del año 2000. Remad mar adentro, interesándoos no sólo por los así llamados "cercanos", sino también por los que viven al margen de la fe.

4. En primer lugar, prestad atención particular a las familias y los jóvenes. Que el objetivo privilegiado de vuestra acción evangelizadora sea la pastoral juvenil, valorizando los Oratorios como lugar de formación humana, espiritual y eclesial de niños y jóvenes. En los Oratorios pueden encontrarse las diversas generaciones para favorecer la transmisión de la fe a los más jóvenes, que necesitan modelos de referencia sólidos.

Además, no os canséis de suscitar con la oración y el ejemplo vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada:  la Iglesia de Roma necesita sacerdotes, religiosos y religiosas santos, hombres y mujeres consagrados total y gozosamente a Dios para el bien de su pueblo.

Por último, estad atentos a las necesidades espirituales y materiales de los hermanos cercanos y lejanos. A este respecto, os agradezco el compromiso que cada comunidad ha querido manifestarme hoy, es decir, adoptar un niño a distancia.

5. Me vienen a la mente las palabras del  apóstol  san  Pablo:  "Todo  lo  estimo pérdida, comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús" (Flp 3, 8). San Pablo expresa así el cambio radical que se produjo en su vida:  de perseguidor se convirtió en apóstol de los gentiles, totalmente "conquistado por Jesucristo" (cf. Flp 3, 12).

Amadísimos hermanos y hermanas, dejaos también vosotros "conquistar" por Cristo; que su palabra de salvación y su amor misericordioso penetren en vuestra conciencia y os orienten en las opciones de cada día.

María, fiel hasta el final a la misión que Dios le confió, os ayude a adheriros sin titubeos a Cristo, para ser sus testigos creíbles entre la gente del barrio. El Evangelio os necesita también a vosotros para llegar a las innumerables personas que lo esperan, quizá sin saberlo. Cristo cuenta con vosotros. No lo defraudéis.

 



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