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MENSAJE DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
 AL OBISPO DE RÍMINI CON MOTIVO DEL XXV "MEETING"
PARA LA AMISTAD ENTRE LOS PUEBLOS

 

Al venerado hermano
Mons. Mariano DE NICOLÒ
Obispo de Rímini

1. Me complace enviarle a usted, a los promotores y a cuantos intervienen en el "Meeting" para la amistad entre los pueblos mi saludo y mis mejores deseos.

Esta cita tradicional, que anima y enriquece con contenidos el verano italiano, llega este año a su vigésima quinta edición. Es una meta significativa, que se sitúa en el contexto de las celebraciones por el quincuagésimo aniversario del nacimiento de Comunión y Liberación, movimiento eclesial que surgió del celo sacerdotal de monseñor Luigi Giussani. Dos celebraciones importantes, que se iluminan recíprocamente.

El tema elegido para el "Meeting" propone estimulantes motivos de reflexión sobre las cuestiones más delicadas que se plantean dramáticamente al hombre de hoy. En efecto, puede arrojar mucha luz sobre ellas la certeza de que "nuestro progreso no consiste en presumir de haber llegado a la meta, sino en tender continuamente a ella".

2. En realidad, es bien conocido ese "sentimiento de poder que el progreso técnico actual confiere al hombre" (Gaudium et spes, 20). Resulta particularmente fuerte, pues, la tentación de pensar que la obra del hombre encuentra en sí misma la justificación de sus objetivos. Muchos consideran y defienden los resultados logrados en los diversos campos de la ciencia y de la técnica como aceptables a priori. Así, se llega a pretender que lo que es técnicamente posible es de por sí también éticamente bueno.

Según esta opinión, precisamente porque el progreso de los conocimientos científicos y de los medios técnicos a disposición del hombre impulsa de hecho cada vez más lejos el confín entre lo que es posible "hacer" y lo que aún no lo es, ese progreso terminaría por desplazar indefinidamente hacia adelante también el confín entre lo justo y lo injusto. Desde esta perspectiva, el progreso se convertiría entonces en un valor absoluto, más aún, en la fuente misma de todo valor. La verdad y la justicia ya no serían instancias superiores, criterios de juicio a los que el hombre se debe atener al orientar las acciones que impulsan el progreso mismo, sino que se convertirían en un producto de su actividad de investigación y de manipulación de la realidad.

No es posible ignorar las consecuencias dramáticas y desoladoras de este pragmatismo, que concibe la verdad y la justicia como algo que puede forjar el hombre mismo. Baste como ejemplo, entre otros, el intento del hombre de apropiarse de las fuentes de la vida a través de los experimentos de clonación humana. Aquí se constata la presunción de la que habla precisamente el título del "Meeting":  la violencia con la que el hombre intenta apropiarse de lo verdadero y de lo justo, reduciéndolos a valores de los que puede disponer libremente, es decir, sin reconocer ningún tipo de límites, salvo los fijados y continuamente superados por la intervención técnica.

3. El camino enseñado por Cristo es otro:  el respeto por el ser humano, al que cualquier medio de investigación, ante todo, debe tender a conocer en su verdad para, después, servirlo, sin manipularlo según un proyecto considerado a veces con arrogancia como mejor que el del mismo Creador.

Para el cristiano, el misterio del ser es tan profundo, que resulta inagotable para la investigación humana. En cambio, el hombre que, con la presunción de Prometeo, se constituye en árbitro del bien y del mal, hace del progreso su ideal absoluto y luego queda aplastado por él. El siglo que acaba de terminar, a través de las ideologías que han marcado tristemente su trágica historia y las guerras que le han dejado profundas huellas, está ante los ojos de todos para mostrar cuál es el resultado de esa presunción.

El tema del "Meeting" de Rímini invita a dirigir al Creador una mirada de asombro por la belleza y la racionalidad de lo que él ha hecho y mantiene en el ser. Sólo esta humildad ante la grandeza y el misterio de la creación puede salvar al hombre de las consecuencias nefastas de su arrogancia.

Deseo de corazón que el "Meeting" contribuya a favorecer esa actitud de humildad ante los tesoros que el Creador ha esparcido en el universo como reflejos de su sabiduría, de modo que el creyente pueda encontrar en su contemplación motivos siempre nuevos de luz y consuelo en la confrontación diaria con los interrogantes que surgen de la vida.

Con este fin, aseguro un recuerdo en la oración y envío a todos una bendición especial.

Castelgandolfo, 6 de agosto de 2004

JUAN PABLO II



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