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DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN XXIII
A LA ASOCIACIÓN NACIONAL FRANCESA
DE PERIÓDICOS CATÓLICOS DE PROVINCIAS
*

Viernes 20 de octubre de 1961

 

Queridos hijos:

Hace quince años que los dirigentes de la joven Asociación Nacional de Periódicos Católicos de Provincias hacían la primera visita al Nuncio Apostólico en París. Y más tarde el Patriarca de Venecia continuó manifestando la misma cordialidad a vuestras personas y publicaciones. Comprenderéis, pues, con qué alegría el Padre Común os acoge hoy en su casa como hijos muy queridos, cuya actividad El sigue desde hace largo tiempo con viva simpatía y se preocupa de animar de todo corazón su trabajo de periodistas católicos.

Vuestra tarea —nunca estaréis suficientemente convencidos— es un apostolado indispensable. En un mundo, en que las modernas técnicas de difusión proporcionan a un número de hombres cada vez más considerable, el conocimiento de los acontecimientos de todos los órdenes que suceden en nuestro planeta, es importante que católicos competentes participen en esta tarea informativa. La postura es grave, en efecto, pues se trata del indudable poder de informar la opinión pública, cuya influencia es tan grande sobre la marcha de los acontecimientos. Pues ¿cómo los lectores pueden juzgar los hechos que se les cuentan, no siendo que se apoyen en el relato que se les presenta, y muchas veces en la interpretación que se les ha dado, la cual, por ella misma, pide aprobación o despierta reserva? ¿Cómo podrán conocer los hechos que se les han ocultado o que se les han relatado insuficientemente?

Aquí, queridos hijos, se encuentra vuestro apostolado al servicio de la verdad y al servicio de la Iglesia. Informar ampliamente sobre todos los sectores, económico, político, social, cultural, de la actividad nacional e internacional, sin despreciar las noticias locales, siempre tan interesantes por ser las más próximas a la vida de cada uno. Pero también, formar informando, según la jerarquía de valores que vosotros sabéis respetar, dando el sitio que conviene a los diferentes hechos en relación con los sucesos importantes de la comunidad humana y cristiana. Ser, finalmente, testigos activos de la vida de la Iglesia, siendo el reflejo de su vitalidad y el eco de las directrices pontificias y episcopales, completando de esta manera las informaciones muchas veces parciales y superficiales de la prensa de información.

Tal debe ser vuestro constante interés. Y es para Nos una gran esperanza el saber que estáis trabajando.

Por esto, queridos hijos, Nos bendecimos de todo corazón vuestro apostolado, le animamos muy vivamente y deseamos que todos los católicos comprendan su importancia y os proporcionen con su simpatía activa, medios siempre más adaptados para mejor ejercitarlo.

Una palabra para terminar, queridos hijos, con ocasión del decimoquinto aniversario de la fundación de vuestra Asociación. A lo largo de estos años que han pasado, habréis podido experimentar los beneficios del trabajo fraterno, de la colaboración franca y abierta y de la ayuda mutua. Nos sabemos cómo animaros más a seguir por este camino y a desarrollar este esfuerzo. Es bien legítimo, ciertamente, e indispensable también, que en el seno de la prensa católica cada publicación conserve sus caracteres propios y guarde sus orientaciones particulares, aportando así su nota original en esta gran sinfonía. También es conveniente que cada uno respete la opinión del otro, en la medida en que ésta, ésta también, esté acorde con el pensamiento de la Iglesia. Es necesario, ante todo, que todos sepan tener siempre presente el constante interés por el bien común de la sociedad humana y cristiana.

Sabed, pues, ser siempre fraternales, comprensivos, caritativos y atentos con las otras publicaciones católicas que, con medios diferentes, concurren a un mismo fin: ser, por medio de una prensa católica activa, buenos artesanos del reino de Dios. Es nuestro deseo más querido, y Nos suplicamos al Señor que os ayude a realizarlo. Con esta esperanza, Nos invocamos de todo corazón, queridos hijos, sobre vosotros mismos, vuestras familias, y sobre todos los redactores y lectores de los semanarios de provincias que dirigís, la abundancia de las gracias divinas, en prenda de las cuales Nos os impartimos Nuestra Paternal Bendición Apostólica.

 


* AAS LIII (1961) 719-721;  Discorsi, messaggi, colloqui, vol. III, págs. 470-472.

 

 



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