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PABLO VI

REGINA COELI

Domingo 9 de abril de 1978

 

Hay que vivir siempre con el calendario en la mano.

¿Qué nos presenta el calendario hoy, tercer domingo de Pascua?

En primer lugar nos presenta la escena de Emaús, o sea, la crisis de la esperanza, superada por el supremo misterio de la presencia viva y elocuente de Cristo resucitado, que se hace caminante y maestro para los dos discípulos desconcertados espiritualmente por la tragedia del Calvario.

Preciosa página evangélica en la que Jesús mismo explica la economía misteriosa del dolor redentor, en una síntesis bíblica maravillosa: "¿No era preciso que el Mesías padeciese esto y entrase en su gloria?" (Mt 24, 26). Es ésta la clave de interpretación victoriosa no sólo del paso del Señor del sufrimiento y la muerte de la vida presente a la vida inefable y real de la resurrección; sino también paradigma profético prometido para todos los que se unen a El por la fe, el espíritu y la novedad de conducta. Es la Pascua, es el "paso" (cf. Ex 12, 11) del Señor, es la salvación que deriva de la inmolación de Cristo (cf. 1 Cor 5, 7). Por todo ello, es éste un domingo caracterizado por la esperanza (cf. Lc 24, 21).

Una esperanza por cierto bien oportuna también por la dolorosa coyuntura de nuestro país sumido en angustia a causa de hechos tristes y amenazadores, como lo están también por lo demás otros países por causas varias pero siempre lejanas de la paz tan deseada y tan en peligro.

Por todo ello, brota en el alma la palabra consoladora de San Pablo que nos asegura: "Dios hace concurrir todas las cosas para el bien de los que le aman" (Rom 8, 28).

Oremos para que sea así.

Algo más aún. El calendario de las jornadas señaladas para obras buenas de interés general estimula hoy la inteligencia de los buenos y la caridad de los fieles en favor de la Universidad Católica. Resulta innecesaria toda apología superficial de una institución tan altamente meritoria y tan urgentemente necesaria, cuya presencia en nuestra sociedad contemporánea, además del recuerdo del venerado y llorado fundador, el p. Agostino Gemelli, del que celebramos este año el centenario de su nacimiento, se muestra tan providencial como necesaria, sea para el desarrollo cultural como para la formación. ¡Augurios, oraciones y limosnas también para la Universidad Católica!

Pidamos para todo la ayuda de María.

 

 



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