12 - 14.10.2010
RESUMEN
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SÉPTIMA CONGREGACIÓN GENERAL (JUEVES, 14 DE OCTUBRE DE 2010 - POR LA
TARDE) - CONTINUACIÓN
SÉPTIMA CONGREGACIÓN GENERAL (JUEVES, 14 DE OCTUBRE DE 2010 - POR LA
TARDE) - CONTINUACIÓN
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INTERVENCIÓN DEL INVITADO ESPECIAL, SR. MUHAMMAD AL-SAMMAK,
CONSEJERO POLITICO DEL MUFTÍ DE LA REPÚBLICA (LÍBANO)
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INTERVENCIÓN DEL INVITADO ESPECIAL, AYATOLLAH SEYED MOSTAFA
MOHAGHEGH AHMADABADI, PROFESOR DE LA FACULTAD DE DERECHO DE LA
UNIVERSIDAD “SHAHID BEHESHTI”, TEHERÁN; MIEMBRO DE LA ACADEMIA IRANÍ
DE LAS CIENCIAS (IRÁN)
INTERVENCIÓN DEL INVITADO ESPECIAL, SR. MUHAMMAD AL-SAMMAK,
CONSEJERO POLITICO DEL MUFTÍ DE LA REPÚBLICA (LÍBANO)
Cuando fui invitado al Sínodo Especial de Oriente Medio, me planteé
dos preguntas. La primera es la siguiente :¿por qué se ha dedicado
este Sínodo a los cristianos de Oriente? Y la segunda: ¿por qué
invitar a un musulmán al Sínodo? ¿qué papel puedo desempeñar ahora y
en el futuro?
El tratar de responder a esta pregunta suscita una serie de
interrogantes.
Antes que nada, si la situación de los cristianos de Oriente fuera
buena ¿habría sido necesario convocar este Sínodo? ¿Puede este
Sínodo garantizarles la serenidad y asegurarles su pertenencia a la
tierra de sus padres, de sus antepasados; a esta tierra de donde
brotó la fe cristiana para abrazar al mundo entero?
Personalmente y como musulmán, considero importante la atención que
el Vaticano presta a los problemas de los cristianos en general y a
los cristianos de Oriente en particular; al Oriente fuente y cuna
del cristianismo. Al mismo tiempo, espero que la iniciativa del rey
de Arabia Saudí Abdallah Ben Abdel Aziz, a favor del diálogo
interreligioso e intercultural, pueda llamar la atención del mundo
árabe e islámico hacia esta causa, hacia todas sus dimensiones
nacionales, religiosas y humanas, para que estas dos iniciativas, la
del Vaticano y la de Arabia Saudí puedan complementarse entre sí, en
vista de la resolución de los problemas de los cristianos de
Oriente, sabiendo que se trata de una única cuestión
Islamo-Cristiana.
En cuanto a la segunda pregunta, no creo haber sido invitado al
Sínodo para comprender las dificultades de los cristianos en algunos
estados de Oriente. Nuestro sufrimiento como orientales es uno solo.
Nosotros compartimos nuestros sufrimientos. Los vivimos en nuestro
retraso social y político, en nuestra recesión económica y de
desarrollo, en nuestra tensión religiosa y confesional. Sin embargo,
el hecho de tomar a un cristiano como blanco debido a su religión,
aún si se trata de un fenómeno nuevo y fortuito para nuestras
sociedades, puede ser muy peligroso, sobre todo si hay reciprocidad.
Se trata de un fenómeno extraño a Oriente y que está en
contradicción con nuestras culturas religiosas y constituciones
nacionales, ya que de ello nacen dos factores muy graves:Antes que
nada, el intento de desgarrar el tejido de nuestras sociedades
nacionales, demolerlas y disolver los lazos de su complejo tejido,
trenzado hace muchos siglos. Es, además, un intento de mostrar el
Islam con una imagen distorsionada de lo que realmente es, en
contraposición con lo que profesa y en contradicción con los
elementos esenciales en los que se basa, es decir, la consideración
de las diferencias entre los pueblos, como uno de los signos de Dios
en la creación y como expresión viva de la voluntad de Dios, al
igual que la aceptación de la regla del pluralismo y del respeto a
la diversidad y a la fe en todos los mensajes divinos, y a lo que
Dios en ellos ha revelado. El Santo Corán dice “Entre la gente de la
Escritura hay una comunidad honrada: durante la noche, recitan las
aleyas de Alá y se prosternan, creen en Alá y en el último Día,
ordenan lo que está bien, prohíben lo que está mal y rivalizan en
buenas obras. Esos tales son de los justos. (3;113-114).
El problema que afrontan los cristianos de Oriente presenta dos
puntos negativos: el primer punto es la falta de respeto de los
derechos de los ciudadanos con plena igualdad ante la ley de algunos
países. El segundo es la incomprensión del espíritu de las
enseñanzas islámicas específicas relativas a las relaciones con los
cristianos que el Santo Corán ha calificado como “los más amigos de
los creyentes” y ha justificado este amor diciendo que “hay entre
ellos sacerdotes y monjes y no son altivos”.
Estos dos puntos negativos, con todo lo que comportan como
contenidos intelectuales y políticos negativos , y lo que ello
implica, como las actitudes relativas a los acuerdos y su
aplicación, que causan acciones preocupantes y nocivas, nos afectan
a todos - cristianos y musulmanes- y nos ofenden a todos en nuestras
vidas y destinos comunes. Por eso estamos llamados, como cristianos
y musulmanes, a trabajar juntos para transformar estos dos elementos
negativos en puntos positivos. En primer lugar, mediante el respeto
de los fundamentos y reglas de la ciudadanía que aplica la igualdad
en los derechos y luego en los deberes. En segundo lugar,
oponiéndonos a la cultura de la exageración y del extremismo en su
rechazo del otro y en su deseo de tener el monopolio exclusivo de la
verdad, reforzando y difundiendo la cultura de la moderación, del
amor y del perdón, entendido como el respeto de la diferencia de
religión y credo, de lengua, de cultura, de color y de raza y luego,
como nos enseña el Santo Corán, sometiéndonos al juicio de Dios
según nuestras diferencias. Sí, los cristianos de Oriente están
puestos a prueba, mas no son los únicos.
Sí, en efecto, los cristianos de Oriente necesitan ayuda y apoyo,
pero al hacerlo no se debe facilitar que emigren o que se encierren
en sí mismos, ni sus compañeros musulmanes deben abandonar sus
deberes nacionales y morales hacia ellos. Facilitar la emigración es
obligarles a emigrar. Aislarse es asfixiarse lentamente. Abandonar
el deber de defender el derecho del otro a una vida más libre y
digna es disminuir la humanidad del otro y abandonar las constantes
de la fe.
La presencia cristiana en Oriente, que obra y actúa con los
musulmanes, es una necesidad tanto cristiana como islámica. Es una
necesidad no solamente para Oriente sino también para el mundo
entero. El peligro que representa la erosión de dicha presencia a
nivel cuantitativo y cualitativo es una preocupación tanto cristiana
como islámica, no sólo para los musulmanes de Oriente sino también
para los de todo el mundo. Además, yo puedo vivir mi Islam con otro
musulmán de cualquier país y etnia, pero como árabe oriental, no
puedo vivir mi identidad árabe sin el cristiano árabe oriental. La
emigración del cristiano es un empobrecimiento de la identidad
árabe, de su cultura y autenticidad.
Por esta razón subrayo una vez más, desde el estrado del Vaticano,
lo que ya dije en la venerable Meca, y es que estoy preocupado por
el futuro de los musulmanes de Oriente debido a la emigración de los
cristianos de Oriente. Mantener la presencia cristiana es un deber
islámico común, tal y como es un deber cristiano común.
Los cristianos de Oriente no son una minoría accidental. Ellos son
el inicio de la presencia del Oriente antes del Islam. Son una parte
integrante de la formación cultural, literaria y científica de la
civilización islámica. Ellos son igualmente pioneros del
renacimiento árabe moderno y han conservado su idioma, el idioma del
Santo Corán.
Así como estuvieron en primera línea en la liberación y el triunfo
de la soberanidad, hoy también están en primera línea para afrontar
y resistir a la ocupación y defender el derecho nacional violado,
especialmente en Jerusalén, y en la Palestina ocupada en general.
Todos los intentos por acercarse a su causa sin considerar estos
datos auténticos y arraigados en la conciencia de nuestras
sociedades nacionales, conlleva a conclusiones erróneas, juicios
erróneos y llega por ende a soluciones erróneas.
Es por esto importantísimo que este Sínodo no sea simplemente un
grito de sufrimiento cristiano que resuena en este valle de
sufrimientos que es nuestro Oriente adolorado. La esperanza se basa
en fundamentos prácticos y científicos que el Sínodo propone a favor
de una iniciativa de cooperación Islamo-Cristiana común, que pueda
proteger a los cristianos y tutelar las relaciones
Islamo-Cristianas, para que Oriente, lugar de revelación divina,
siga siendo digno de izar, y muy en alto, el estandarte de la fe, de
la caridad y de la paz para sí y el mundo entero.
[00003-04.09] [NNNNN] [Texto original: árabe]
INTERVENCIÓN DEL INVITADO ESPECIAL, AYATOLLAH SEYED MOSTAFA
MOHAGHEGH AHMADABADI, PROFESOR DE LA FACULTAD DE DERECHO DE LA
UNIVERSIDAD “SHAHID BEHESHTI”, TEHERÁN; MIEMBRO DE LA ACADEMIA IRANÍ
DE LAS CIENCIAS (IRÁN)
Durante las últimas décadas, las religiones han debido enfrentarse a
nuevas condiciones. El rasgo más importante de ello es la extendida
confusión de sus discípulos en aspectos reales de la vida social,
como también en las esferas nacional e internacional. Antes de la
segunda guerra mundial, y a pesar de los avances tecnológicos, los
fieles de las diferentes religiones vivieron, por lo general, dentro
de sus propias fronteras. No existían problemas serios de
inmigración, ni la expansión de la comunicación que conecta a muchos
grupos sociales entre sí. ¡El mundo no era una “aldea global” que
“conecta” tantos destinos juntos! Sin embargo, hoy presenciamos los
grandes cambios que se han presentado en los últimos cincuenta años
y constatamos el ritmo increíble que sigue manteniendo dicha
transformación. Esto no solo ha tenido un efecto cualitativo en la
relación entre las religiones, sino que también ha afectado a la
relación entre los diferentes sectores de las religiones y sus
seguidores. Ciertamente, ninguna religión puede permanecer impasible
ante este cambio tan rápido.
Al final del segundo milenio, el multiculturalismo de las sociedades
había sido más o menos aceptado en todo el mundo. Hasta ese momento,
entender una sociedad multicultural era muy diferente a lo que
vivimos hoy. Una cultura que entraba en una sociedad sólo podía ser
aceptada como “la nueva cultura” y no basándose en su propio mérito
y excelencia. Sin embargo, hoy hay cada vez menos sociedades y
grupos que defenderían una sociedad de cultura monolítica. La
experiencia de los Balcanes demuestra que la dominación cultural y
étnica de un grupo sobre otros no puede ser defendida, ya que se
desatienden otros grupos existentes dentro de la misma sociedad.
Esta es una necesidad vital objetiva y no una percepción intelectual
aislada.
En las sociedades donde se han establecido diferentes grupos
étnicos, con sus propias lenguas y religiones, es necesario, por el
bien de la estabilidad social y de la “salud étnica”, respetar su
presencia y sus derechos. La concordancia de intereses y de
bienestar social, a nivel nacional e internacional, es tal que
ningún grupo o país puede ser ignorado. Y esta es la realidad de
nuestro tiempo.
Como se ha descrito, el entendimiento recíproco entre religiones
refleja este estatus, recientemente aceptado, y el futuro deberá
tomar en cuenta estas consideraciones. Todos compartiremos el
destino de los demás. Hoy en día muchos líderes de opinión comparten
esta idea y poco a poco más personas apoyan esta realidad. Un
requisito previo de este tipo de pensamiento implica dejar de lado
nuestro punto de vista clásico y condicionado sobre otras religiones
y culturas para poder así tener una visión más objetiva. Debemos
mirar con comprensión, respeto y simpatía a las demás culturas.
Al mismo tiempo, es innegable que aún existen puntos de vista
parciales y reaccionarios, derivados de un sistema de pensamiento
históricamente lleno de prejuicios, expansionista y de supremacía
política y cultural. Pero yo creo que, a largo plazo, este tipo de
pensamiento discriminatorio y chovinista está disminuyendo y está
destinado a desaparecer.
Además de esta trasformación, también se han constatado otros
cambios culturales e intelectuales, en su gran mayoría en el mundo
occidental e industrializado, que han traído consigo algunas
preguntas y dudas, incluso sobre esos temas que previamente parecían
“inevitables”. Parece que ahora hay un deseo, cada vez mayor, de
“descubrir” a los demás, a otras culturas y formas de vida, a otras
filosofías y religiones. Este deseo, más que ser una curiosidad, es
una necesidad interior y espiritual. Esto es más frecuente entre los
jóvenes y pensadores de estas sociedades. La importancia es que este
movimiento afectará, seguramente, a la comprensión espiritual de las
religiones de los demás. Pero debemos observar que la tendencia que
prevalece hoy es la atención que se presta a los credos de Asia y a
las nuevas sectas religiosas que nacen de las sociedades
industrializadas que tienen una base espiritual. Estos grupos
encuentran cada vez más seguidores.
También debemos considerar, ¿cuál es la condición ideal para los
fieles y creyentes? ¿cómo se puede alcanzar la mejor situación?
Parece que el mundo ideal sería un estado donde los creyentes de
cualquier credo puedan, de manera libre y sin ninguna aprensión,
temor u obligación, vivir según los principios y usanzas, sus
propias tradiciones y costumbres. Este derecho, que ha sido
reconocido universalmente, debe ser de hecho puesto en práctica por
estados y comunidades.
Mas aún, el derecho de interpretar cada credo debe pertenecer a los
creyentes de la religión en cuestión; siempre y cuando la
interpretación se base en el espíritu científico y esencial de cada
una de ellas. La verdad es que son los fieles, más que cualquier
otra persona, quienes tienen un mayor conocimiento y derecho de
interpretación de su propio credo. No es necesario mencionar que
cada credo tiene su propia exégesis actual, sin la cual sería una
tarea difícil. Nadie tiene el derecho de interpretar o decidir en
nombre de otros. Cada fe tiene su propia lógica y método, los cuales
se basan en sus propios requisitos y momentos históricos. Cualquier
adaptación o conformidad fuera de este marco y que no haya sido
reconocido por los fieles, no tiene legitimidad alguna y, por ende,
no es ni efectivo ni duradero.
Es bueno para la esencia de cada religión y para sus fieles que los
discípulos de cada credo puedan practicar sus derechos sin ningún
temor o vergüenza, y vivir según su propio legado y cultura. La
estabilidad del mundo depende de la estabilidad que tengan los
pequeños y grandes grupos y sociedades para subsistir.
Dicha estabilidad sólo puede ser alcanzada cuando todos podamos
vivir sin temor y la amenaza de otros. Este es el elemento más
importante para lograr la estabilidad ética y social y la paz. Es
nuestra tarea propiciar estas condiciones.
La relación entre el Islam y el Cristianismo, basada en las
inspiraciones y proposiciones del Santo Corán, desde el
establecimiento del Islam en Arabia Saudí, se ha basado en la
amistad, el respeto y entendimiento mutuo. En el Santo Corán se hace
referencia a Jesús como la “Palabra de Dios” y muchos creyentes lo
ponen en el centro de su fe, hasta el punto que cualquier duda sobre
su guía ha sido denunciada. “ ...Y verás que los más amigos de los
creyentes son los que dicen: “ somos Cristianos. Es que hay entre
ellos sacerdotes y monjes que no son altivos...” Ma’eede Sura cap.
82.
“...Cuando los ángeles dijeron: María!, Alá te anunció la buena
nueva de una Palabra que procede de Él. Su nombre es el ungido
Jesús, hijo de María, considerado en la vida de acá y en la otra...”
Al-Omran Sura cap. 45.
Desafortunadamente, durante ciertos periodos en los últimos 1400
años, a veces debido a consideraciones políticas, ha habido momentos
oscuros en esta relación. Pero no debemos relacionar estos actos
ilegítimos de ciertos individuos y grupos ni con el Islam ni con el
Cristianismo. Según las enseñanzas del Corán, en la mayoría de los
estados islámicos, particularmente en Irán, como lo estipula también
la ley, los cristianos deben vivir unidos en paz con sus hermanos
musulmanes. Ellos gozan de todos los derechos legales, como los
demás ciudadanos, y realizan sus prácticas religiosas libremente.
Finalmente, quisiera aprovechar esta oportunidad para expresar mi
agradecimiento al Santo Padre el Papa Benedicto XVI por sus
comentarios oportunos y cruciales en Jerusalén y en Estambul sobre
la importancia de una sana y cordial relación entre cristianos y
musulmanes. Dicho enfoque y actitud es esencial para todos los
creyentes y, seguramente, determinante para la paz en el mundo.
Gracias y que Dios les bendiga.
[00017-04.08] [NNNNN] [Texto original: inglés]
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