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PONTIFICIA COMISIÓN PARA AMÉRICA LATINA

MENSAJE CON MOTIVO DEL DÍA DE HISPANOAMÉRICA
EN LAS DIÓCESIS DE ESPAÑA

Domingo 7 de marzo de 20
10

"Sacerdotes, discípulos y misioneros"

 

1. La Pontificia Comisión para América Latina dirige un saludo cordial a todos los fieles de España por la celebración del Día de Hispanoamérica y, de manera especial, en este Año dedicado al don maravilloso del ministerio sacerdotal, a todos aquellos que por medio del sacramento del Orden han sido configurados a Cristo, Buen Pastor, para dedicar su vida al servicio de la Iglesia, tanto en ese querido país como más allá de sus fronteras.

Un saludo con particular afecto y consideración se extiende a aquellos sacerdotes que, a través de la obra que realiza la OCSHA, han entregado su vida por completo al anuncio del Evangelio en los diversos países de América Latina. Que el Señor, que con misericordia infinita los llamó, hoy "haga crecer su alegría y aumente su gozo" (cf. Is 9, 2).

2. El lema elegido para la celebración de este año, "Sacerdotes, discípulos y misioneros", hace eco del acento pastoral y misionero que los obispos de América Latina quisieron plasmar en la última Conferencia general del Episcopado latinoamericano celebrada en Aparecida (Brasil) y, al mismo tiempo, se coloca en explícita consonancia con el Año sacerdotal convocado por Su Santidad Benedicto XVI el 16 de junio de 2009, en la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, cuya finalidad es la de "contribuir a promover el compromiso de renovación interior de todos los sacerdotes, para que su testimonio evangélico en el mundo de hoy sea más intenso e incisivo" (Carta de Benedicto XVI para la convocación del Año sacerdotal con ocasión del 150 ° aniversario del "Dies natalis" del santo cura de Ars).

Este año sacerdotal constituye para todos los hijos de la Iglesia una ocasión privilegiada para dar gracias a Dios porque en su misericordia infinita ha querido llamar a algunos para que se unan de manera más profunda al corazón sacerdotal de Cristo y, al mismo tiempo, para que ofrezcan sus vidas como sacrificio por el bien espiritual de todos los miembros de su Cuerpo místico. En efecto, la vocación al sacerdocio es un regalo inestimable para toda la Iglesia.

Igualmente esta celebración ha de servir para que todo el pueblo de Dios tome conciencia de la necesidad apremiante que hay en todo el mundo de obreros que decidan responder, con generosidad y valentía, a la invitación del Señor a trabajar en su viña (cf. Mt 20, 1 ss). Se trata, en efecto, de una responsabilidad que concierne a todos los fieles y, de manera especial, a la institución familiar, lugar en el que se debe enseñar y promover la actitud de disposición y libertad interior para responder al llamado de Dios.

En la última reunión plenaria de la Pontificia Comisión para América Latina, celebrada en Roma en febrero del 2009, los miembros y consejeros durante la sesión conclusiva expresaron la necesidad urgente de "comprometer a todo el presbiterio, a los seminaristas mismos y a la comunidad eclesial en general en este campo de la pastoral vocacional y orar intensamente al Señor, dueño de la mies, para que suscite estas vocaciones al servicio de la Iglesia" (Pontificia Comisión para América Latina, La formación sacerdotal en los seminarios de América Latina, Ciudad del Vaticano 2009, Libreria Editrice Vaticana, p. 329)

Los obispos y los sacerdotes, sin embargo, tienen que ser los primeros "testigos cercanos y gozosos de Cristo Buen Pastor" (Aparecida 187), y han de reflejar con su misma presencia y su palabra la fuerza atrayente de la persona de Cristo. Palabra y testimonio deben estar siempre presentes. El Papa Pablo vi decía que el testimonio es insuficiente "si no es esclarecido, justificado y explicitado por un anuncio claro e inequívoco del Señor Jesús" (Evangelii nuntiandi, 22).

3. Por otra parte, este Año está profundamente vinculado a la fascinante figura de san Juan María Vianney, el santo cura de Ars, de quien se celebra el 150° aniversario de su tránsito a la casa paterna, o Dies Natalis.

La fisonomía espiritual de este humilde párroco de una zona rural de Francia nos convence de lo que se puede lograr, aun contando con escasos recursos humanos y materiales, si se tiene la conciencia de la fuerza transformadora de la gracia:  aquella clara convicción que el apóstol san Pablo expresa con sus emblemáticas palabras "Todo lo puedo en Aquel que me conforta" (Flp 4, 13). Gracias a la presencia y acción pastoral de este santo sacerdote la humilde parroquia de Ars, una aldea sin importancia no muy lejos de Lyon, se convirtió en poco tiempo en un lugar de peregrinación al que acudía gente de otras parroquias cercanas, más adelante de todo Lyon, de toda Francia y finalmente de todas partes del mundo.

En la vida de san Juan María Vianney se transparenta la fe inquebrantable de un auténtico discípulo de Cristo y un espíritu misionero acrisolado en el calor de la oración. Ya el Papa Juan XXIII, en su encíclica Sacerdotii nostri primordia, promulgada con ocasión del primer centenario del tránsito de san Juan María Vianney, hablaba de "la sorprendente eficacia sobrenatural de su ministerio", con lo que se confirma una vez más —añade el beato— "esta gran ley de todo apostolado fundada en la palabra misma de Jesucristo:  "Sin mí nada podéis hacer" (Jn 15, 5)", principio fundamental que ningún sacerdote ha de olvidar jamás.

4. Cabe recordar asimismo que el caso ejemplar de san Juan María Vianney es un ejemplo preclaro en medio de una gran constelación de santos pastores que han animado la vida sacramental de la Iglesia a través de los siglos, haciendo presente el poder de la gracia en medio de la debilidad humana (cf. 2 Co 12, 9). Muchos de ellos, mediante la canonización, han sido puestos por la Iglesia como modelos a seguir para todos los fieles, y especialmente de los sacerdotes.

Pero ¿cómo no mencionar también a todos aquellos cuya historia no se recuerda, aquellos que desde el silencio, o desde una vida sencilla, desconocida para la gran mayoría, han contribuido a reflejar en su tiempo y en su contexto, tal vez en lugares recónditos, la luz fulgurante de Cristo? Cabe preguntarse si su anonimato no es sino un signo más de la extraordinaria calidad y autenticidad de su entrega.

En el presente, cuando la realidad del sacerdocio y su presencia en el mundo parece contrastar de manera aguda e incisiva con los criterios de una cultura relativista, cada vez más ajena al Evangelio, ha de elevarse una sentida acción de gracias por todos aquellos que un día decidieron dejarlo todo para ir en busca del "ciento por uno" evangélico (cf. Mt 19, 29) y que, con intrépido entusiasmo, se lanzaron a la aventura de actuar y hablar en nombre de Cristo a aquellos que están en los rincones más alejados, encontrando muchas veces contradicciones y dificultades, llegando incluso, no pocas veces, a subir con Cristo al altar de la cruz mediante el martirio.

5. Al celebrar el Día de Hispanoamérica, nuestra mirada se dirige nuevamente a América Latina como tierra de misión. Existe una continuidad de más de cinco siglos de la presencia de la España misionera en esas tierras. La fuerza que hoy en día impulsa a muchos sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos a dejar sus lugares de origen para donar sus vidas a través del servicio evangelizador en el llamado "continente de la esperanza", lleva algo del mismo Espíritu que animó a tantos otros a lo largo de la historia, para ir en busca, no del oro o de la riqueza temporales, sino de aquella perla preciosa del Evangelio, que es el reino de los cielos ya presente en este mundo (cf. Mt 13, 45-46).

Hoy se renueva esta llamada acuciante para que como verdaderos discípulos de Jesús, muchos respondan con valentía a la vocación de anunciar el Evangelio hasta los extremos confines de la tierra (cf. Mt 28, 19), y para que más sacerdotes y misioneros estén dispuestos a entregar sus vidas con generosidad a la gran tarea de la evangelización.

6. Por último, unas palabras del Santo Padre Benedicto XVI nos pueden ayudar a reafirmar sintéticamente el núcleo central de este mensaje, e incluso de todo el Año sacerdotal:  "La Iglesia necesita sacerdotes santos; ministros que ayuden a los fieles a experimentar el amor misericordioso del Señor y sean sus testigos convencidos" (Benedicto XVI, Homilía en las Vísperas de la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, basílica de San Pedro, viernes 19 de junio de 2009).
Que María santísima, Madre del Buen Pastor, interceda por todos los sacerdotes, sus hijos predilectos, y extienda su amorosa protección a todos los fieles de la Iglesia en España y en todo el mundo.

¡María, Madre de Jesucristo, sumo y eterno Sacerdote, ruega por nosotros!

Cardenal Giovanni Battista Re
Presidente

Octavio Ruiz Arenas
Vicepresidente

 

 

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