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SYMPOSIA


 

 

HACIA UNA NUEVA CULTURA CRISTIANA
Evangelización y Cultura para el III Milenio

Murcia, 23-24 noviembre 2001

“El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres”. Con estas palabras del salmo 126, el Presidente de la Universidad Católica San Antonio de Murcia, D. José Luis Mendoza, resumió acertadamente el clima espiritual vivido durante los dos días del Congreso celebrado en el marco incomparable del antiguo monasterio de Jerónimos que alberga la joven universidad católica murciana. Había al acabar los trabajos del Congreso un sentimiento de alegría, de gozo interior, de ilusión y esperanza difícilmente traducible en palabras. Me atrevería a decir que ésta ha sido precisamente la característica principal de todo el encuentro: el optimismo esperanzado con que se ha abordado el análisis de la cultura de nuestro tiempo y la misión del cristiano en ella. Me vienen a la memoria, a este propósito, las palabras con que Pablo VI, en el discurso de clausura del Concilio Vaticano II, definió el encuentro entre la religión del Dios que se ha hecho hombre con la religión del hombre que se hace Dios: “una simpatía inmensa lo ha invadido todo”. No han sido días de lamentación y nostalgia, sino, muy al contrario, de análisis sereno y profundo de nuestro tiempo, de retorno a las raíces y de visión esperanzada del futuro.

El Congreso se proponía aclarar la gran paradoja de nuestro tiempo, planteada así por el cardenal Poupard en sus palabras introductorias: ¿cómo es posible que en un país donde los católicos son la mayoría sociológica, con al menos un 90% de bautizados en la Iglesia católica, estos mismos constituyan una minoría cultural? Que los católicos vivan en una situación de minoría cultural en Pakistán, pongamos por caso, donde apenas son el 2% de la población, o en China, donde son una gota de agua en el océano, es comprensible. Pero que en países como España, Francia o Italia se reproduzca esta misma situación no puede menos que suscitar asombro. Pablo VI calificó este divorcio entre la masa del pueblo y la cultura dominante como “el gran drama de nuestro tiempo”. El encuentro celebrado en tierras murcianas en el fondo ha sido un intento de explicar cómo se ha llegado a esta situación y qué hemos de hacer para colmar el abismo entre la cultura contemporánea en todas sus expresiones y la vida de fe de un pueblo que mayoritariamente sigue reconociéndose como cristiano.

El Congreso, por ello, se articuló en dos partes. La primera, con el título “el mapa de la situación”, pretendía ofrecer un panorama claro de la situación cultural actual. Si queremos evangelizar la cultura contemporánea, es necesario primero conocerla, saber dónde estamos, de dónde venimos y a dónde vamos. En esta cartografía de la cultura, la mañana estuvo dedicada al estudio de sus raíces filosóficas hondas, caracterizadas, como dijo D. Manuel Ureña, obispo de Murcia, por el olvido del ser. El olvido del ser y la crisis de la verdad y de la razón fue presentado a continuación desde tres puntos de vista diferentes: la teología (Alfonso Carrasco, Fac. S. Dámaso, Madrid), la cultura científica (Josep Corcó, UIC, Barcelona) y el arte (Manuel Fontán, Min. Cultura). Ya en la tarde, el Prof. Pedro Morandé, (PUC, Chile), presentó los valores y amenazas de la sociedad contemporánea. La transformación del saber en conocimiento e información, ha permitido, por una parte, los gigantescos logros técnicos y científicos que hoy conocemos y de los que justamente nos enorgullecemos, pero no es capaz de dar una respuesta satisfactoria a la pregunta por el sentido, que sólo puede ofrecer la sabiduría cristiana, transmitida por los testigos. El reto principal para la Iglesia es, pues, la integración de conocimiento y sabiduría. La tarde ofreció también tres panorámicas diversas de la compleja realidad social en que vivimos: la cultura juvenil (D. Víctor Cortizo, Conf. Episcopal Española), el diálogo con el Islam (Emilio Galindo, Centro Darek-Njumba, Madrid), la globalización (Javier Herrero, Vicepresidente Iberdrola), junto con una visión de la experiencia de inculturación en los primeros siglos (Albert Viciano, UCAM, Murcia).

El segundo día, a partir del análisis anterior, se proponía lo que en francés, con una palabra llena de significado se llama ressourcer, es decir, remontarse hasta los hontanares para obtener nuevas y fecundas energías. La conferencia de la mañana estuvo a cargo del Prof. Luis Suárez (Acad. Historia), quien disertó acerca de las raíces cristianas de la cultura en España, como fuente de una nueva cultura. El resto de la mañana estuvo dedicado a experiencias concretas de evangelización en tres ambientes culturales diferentes, de cristianos que viven su fe en esos ambientes: un profesor de física del estado sólido (Prof. Julio Gonzalo, UAM, Madrid), un artista contemporáneo (José Cosme, Valencia) y un periodista (Alex del Rosal, Madrid). Cerró el encuentro el Cardenal Paul Poupard con una mirada al futuro, como rezaba el título de esta segunda parte, en su conferencia Una nueva cultura cristiana de la verdad y el amor para el III milenio.

De estas dos intensas jornadas, ante un panorama tan vasto, que va desde la España visigoda a la sociedad de la información, de la globalización al diálogo con el Islam, del arte contemporáneo a la física moderna, ¿es posible sacar alguna visión de conjunto, algunos principios concretos de acción?

Si hubiera que señalar un punto de convergencia de las distintas intervenciones, sin duda sería la verdad. La crisis de la verdad, es decir, la renuncia a la aspiración a la Verdad, una verdad completa, globalizante, última, universal y objetiva por parte del pensamiento moderno es uno de los rasgos más preocupantes de la situación actual, bajo la forma insidiosa del relativismo. Cuando todo vale lo mismo, nada vale nada. El escepticismo frente a la verdad se deja sentir en la teología y en la misión de la Iglesia: si no existen garantías de encontrar la verdad, la misión se vacía de sentido, y el martirio se convierte en una especie de suicidio fundamentalista. Para nosotros, la Verdad no es algo abstracto. Se ha revelado en plenitud y ha adquirido un rostro humano en Jesucristo. Definitividad y plenitud de la revelación son compatibles con la limitación de nuestra experiencia y acceso a la verdad, como expuso atinadamente Carrasco Rouco. La correcta comprensión de la verdad, y la relación entre ésta y la libertad siguen siendo uno de los puntos fundamentales en el diálogo con la cultura de nuestro tiempo y en el diálogo intercultural.

Esta correcta comprensión de la verdad es fundamental para abordar correctamente uno de los temas que más expectativas suscitaron durante el Congreso: el diálogo con el Islam. En su conferencia, E. Galindo ofreció algunas clarificaciones conceptuales muy útiles: no es lo mismo el Islam fundamental, con el que es posible un diálogo sereno, que el Islam fundamentalista o el fundamentalismo islámico. Sin embargo, el diálogo no puede convertirse en una especie de negociación en torno a un programa de mínimos. La fe en Jesucristo, plenitud de la revelación, no puede ser inmolada en aras de un falso diálogo, so pena de vaciar de contenido el cristianismo. Sí que es posible, en cambio, y es una gran ayuda para la paz, un mejor conocimiento de la realidad del Islam, y una revisión de los prejuicios seculares que nuestra cultura arrastra desde siglos.

Con todo, yo diría que el Congreso, más que propuestas operativas, ha creado un clima espiritual lleno de entusiasmo que después hallará su traducción sin duda en acciones concretas. Este clima podríamos definirlo como de profundo optimismo cristiano, un optimismo que se basa, no en cálculos de probabilidad, sino en la virtud teologal de la esperanza, en la certeza de que Dios no ha abandonado al mundo y no deja de amarlo. El Congreso no ha sido, pues, una reunión de esos que Juan XXIII llamaba “profetas de desventuras”, ni una reunión de nostálgicos del Antiguo Régimen, sino una mirada amorosa y esperanzada al mundo. Esta visión ha aflorado en diversos campos a lo largo del encuentro. En el ámbito de la ciencia, a pesar del cientifismo dominante, es posible un nuevo diálogo, como afirmaron los profesores Corcó y Gonzalo. La misma ciencia desarrolla instancias críticas que moderan y corrigen los intentos de convertir una teoría científica en una cosmovisión. Así, por ejemplo, surgen modelos alternativos al imperialismo neodarwinista, más abiertos a otras dimensiones del hombre y capaces de superar el reduccionismo determinista del neodarwinismo. Incluso el arte contemporáneo, que tanta perplejidad e incomprensión suscita en muchos cristianos, no está tan perdido como podría parecer. Cuando se habla de muerte de Dios y de la razón en el arte contemporáneo, como dijo Manuel Fontán, acaso nos esté sucediendo como en aquellas novelas de misterio, donde al final se descubre que el muerto está bien vivo. Ello se debe, en parte, a que el arte ha vuelto a conectar con la sociedad, saliendo del aislamiento que había divinizado la figura del artista en la modernidad. Este arte postmoderno, –recordemos que este adjetivo nació precisamente en ámbito artístico, donde no tiene las connotaciones negativas que ha adquirido en otros ambientes– puede así ser evangelizado. Si del arte pasamos a los jóvenes, el panorama no es la desolación que algunos pretenden. Según Víctor Cortizo, los jóvenes tienen la sociedad que han heredado, no la que han creado, y recordó que los jóvenes de hoy día se caracterizan por su espíritu de solidaridad y por su espíritu crítico, quizá más que en otros tiempos. A cambio, naturalmente, tienen defectos generacionales que otras épocas han conocido en menor medida. Toda esta visión puede sintetizarse en la expresión de Federico Ozanam que el cardenal Poupard recordó en su intervención: “la Iglesia pasa siempre a los bárbaros”. Y deberíamos añadir, con Lacordaire: amándolos.

El momento crucial de la historia que supuso la caída del imperio romano y la invasión de los bárbaros ha aflorado reiteradamente en diversas intervenciones. La obra evangelizadora de la Iglesia en un momento decisivo como aquel, se convierte así en un paradigma para la evangelización actual. Como recordaron el Prof. Luis Suárez y el cardenal Poupard, en muchos sentidos nuestro tiempo asemeja a la época de la transición del imperio romano a las nuevas sociedades nacidas de la fusión del elemento germánico con el romano. La Iglesia supo reconocer los valores que los bárbaros aportaban, les transmitió el legado cultural de Roma, y al mismo tiempo ofreció esperanza y dinamismo cuando el viejo modelo romano caduco había agotado su proyecto. Nuestra época vive una fase de transición semejante.

En el caso concreto de España, el año 589 marca un momento decisivo de nuestra historia. Con la conversión de Recaredo y los visigodos al catolicismo, se inaugura un periodo que llega ininterrumpidamente hasta 1931. Es la configuración de una identidad nacional que ha sido forjada por el Evangelio, y cuyo artífice fue la Iglesia católica. En un delicioso paseo por la historia de España, el Prof. Suárez expuso los rasgos que caracterizan los valores principales de nuestra cultura, demostrando que poseen una raíz genuinamente cristiana: los derechos humanos, el derecho de gentes, las leyes de indias, la escuela de Salamanca, son parte de un patrimonio cultural, cuyo DNA es cristiano. Naturalmente, nada más lejos de los participantes en el congreso que soñar con el retorno a la confesionalidad del Estado, o a viejas alianzas entre el trono y el altar. Se trata sólo de constatar un hecho, como recordó el Cardenal Poupard, quien se definió “admirador y deudor” de la cultura española: la “fisonomía cultural” de España, una expresión de Juan Pablo II, está inextricablemente unida a la Iglesia católica. Esta identidad cultural no puede ser ignorada como si España fuera un territorio desierto, sin historia ni memoria, cuya colonización comenzase ahora. Solo que, recordó el purpurado francés, esta identidad no es un fósil, sino una realidad viva, en constante crecimiento, susceptible de enriquecerse con nuevos valores que se integran en su patrimonio, no sustituyéndolo.

Y regresamos así del pasado al futuro. Cuando se habla de una nueva cultura cristiana no se pretende restaurar la cristiandad, como ya señaló Maritain en su célebre obra Religión y Cultura, citada por el cardenal Poupard. Parafraseando la expresión acuñada por Juan Pablo II al hablar de nueva evangelización, esta nueva cultura es “nueva en su forma, nueva en su método, nueva en su fervor”. Decimos “nueva” cultura cristiana, porque si bien en continuidad con las raíces, no se queda anclada en formas antiguas, sino que sabe proponer la esencia inmutable con nuevos lenguajes y nuevas formas. “Nueva”, sobre todo porque nacerá del impulso de los nuevos santos y los nuevos apóstoles del siglo XXI y del III Milenio, imitando aquellos que en los albores de un mundo nuevo, dieron a luz para la Iglesia nuevos pueblos y realizaron una nueva síntesis. Al final –no podía ser de otra manera–, el encuentro terminó proponiendo a todos la fuerte llamada a la santidad y a la conversión que Juan Pablo II ha dirigido a toda la Iglesia en Nuovo Millennio Ineunte. Son los santos, profundos conocedores del corazón del hombre y enamorados de Dios, quienes crean cultura. Como bien recordó el cardenal Poupard, san Francisco de Asís, enamorado del misterio del Verbo hecho carne, fue creador al mismo tiempo de una de las más bellas y entrañables expresiones culturales, el Belén, que tiene precisamente en un murciano, Salzillo, uno de sus más geniales artistas.

Estas nuevas expresiones y formas culturales están sin duda en gestación. Acaso aún no se vean, pero silenciosamente, como la levadura, están ya fermentando la masa. Para percibirlo, hace falta la perspectiva del historiador, que mide el tiempo en siglos, para no dejarse llevar de un falso derrotismo. Estamos asistiendo al alumbramiento de una nueva sociedad, que, como recordaba el Concilio Vaticano II, será de aquellos que sean capaces de ofrecer a las nuevas generaciones razones para seguir esperando.

Melchor Sánchez de Toca Alameda
Oficial del Consejo Pontificio de la Cultura

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An international conference organised by the Pontifical Council for Culture on the theme Working for a New Christian Culture. Evangelisation and Culture for the Third Millennium was held on 23 and 24 November 2001 at the Saint Anthony Catholic University in Murcia, Spain. The conference attempted to analyse one of todayÂ’s great paradoxes, described in the following way in Cardinal PoupardÂ’s opening address: how can a numerical majority be a cultural minority, in a country where at least 90% of people are baptised Catholics?

Un Congrès international sur le thème Pour une nouvelle culture chrétienne. Évangélisation et culture pour le IIIème millénaire a été organisé par le Conseil Pontifical de la Culture à lÂ’Université catholique San Antonio di Murcia, en Espagne, le 23 et 24 novembre 2001. Le Congrès a réfléchi sur le grand paradoxe dÂ’aujourdÂ’hui, formulé ainsi par le Cardinal Poupard dans son introduction : comment est-il possible que dans un pays où les catholiques sont une majorité sociologique, avec au moins 90% de baptisés dans lÂ’Église catholique, ceux-ci soient une minorité culturelle ?

Organizzato dal Pontificio Consiglio della Cultura, si è tenuto, nei giorni 23 e 24 novembre 2001, presso lÂ’Università cattolica S. Antonio di Murcia, in Spagna, un Congresso internazionale sul tema Per una nuova cultura cristiana. Evangelizzazio­ne e cultura per il III Millennio. Il Congresso ha proposto lÂ’analisi del grande paradosso di oggi, così formulato dal cardinale Poupard nella sua prolusione: come è possibile che i cattolici siano una minoranza culturale in un Paese dove rappresentano una maggioranza sociologica, con almeno 90% di battezzati nella Chiesa cattolica?

 

 

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IL FESTIVAL TERTIO MILLENNIO DEL 2001
 

LÂ’anteprima di un film iraniano che ripropone in chiave metaforica e moderna la figura di Gesù e della Madonna è stato uno degli eventi della quinta edizione del Festival Tertio Millennio, organizzato dalla Rivista del Cinematografo dellÂ’Ente dello Spettacolo sotto lÂ’Alto Patronato del Presidente della Repubblica Italiana, con il patrocinio del Pontificio Consiglio della Cultura e del Pontificio Consiglio delle Comunicazioni Sociali, e con il sostegno della Divisione Cinema del Ministero dei Beni Culturali, della Medusa Film e della Fondazione Cariplo, e con la collaborazione del “Club Santa Chiara”.

Il film Figlio di Maria della produttrice iraniana, di religione musulmana, Fereshteh Taerpour, è stato proiettato in anteprima il 5 dicembre 2001 a Roma alla presenza del Cardinale Paul Poupard, Presidente del Pontificio Consiglio della Cultura, di una folta rappresentanza diplomatica della Repubblica Iraniana e della stessa produttrice del film, la signora Fereshteh Taerpour. “Ho voluto raccontare la forza dei sentimenti umani”, ha detto la Taerpour ai giornalisti nel corso della conferenza stampa del Festival, svoltasi il 28 novembre a Roma, nella sede dellÂ’Agis. “Nel nostro paese le diverse culture religiose convivono e il mio film è un messaggio di speranza”.

Il Festival si è aperto con un Convegno Internazionale di Studi organizzato insieme dal Pontificio Consiglio della Cultura e dal Pontificio Consiglio delle Comunicazioni Sociali presso la Pontificia Università S. Tommaso DÂ’Aquino di Roma. LÂ’incontro si è svolto il 3 e il 4 dicembre ed è stato presieduto, rispettivamente nelle due giornate, dal Cardinale Paul Poupard e dallÂ’Arcivescovo John P. Foley, Presidente del Pontificio Consiglio delle Comunicazioni Sociali. Il tema del dibattito è stato Uomini o macchine? Il valore della vita e il potere della tecnologia nella cultura, nella comunicazione sociale e nel cinema del terzo millennio.

Al Convegno organizzato dai due Dicasteri del Vaticano hanno partecipato, fra gli altri, insieme con i rappresentanti delle principali università pontificie del mondo, anche: Giuseppe Attene, il regista Giulio Base, il presidente della Lux Vide Ettore Bernabei, lo sceneggiatore Franco Bernini, Liliana Cavani, lo sceneggiatore Vincenzo Cerami, lÂ’amministratore delegato della Medusa Federico Di Chio, Roberto Ciccuto, il consigliere dÂ’amministrazione della Rai Alberto Contri, il presidente di Telepiù Emmanuel Gout, lÂ’amministratore delegato di Raicinema Giancarlo Leone, il direttore generale della Scuola Nazionale di Cinema Angelo Libertini, il vicedirettore del Giornale Radio della Rai Angiolino Lonardi, il collaboratore del Sole 24 Ore Armando Massarenti, il presidente dellÂ’Anica Gianni Massaro, Vito Matassino, Mauro Miccio, il presidente di Raicinema Giuliano Montaldo, il direttore del Dipartimento di Sociologia della “Sapienza” di Roma Mario Morcellini, Francesco Pamphili, il nuovo responsabile della televisione dellÂ’Onu Carlo Sartori, il presidente dellÂ’Agis Giorgio van Straten.

Nelle prime due settimane di dicembre si è svolta a Roma la rassegna dei film del Festival, selezionati dalla direzione artistica coordinata da Claudio Siniscalchi e formata da Matilde Bernabei, Fernaldo di Giammatteo, Marco Frisina, Felice Laudadio e Giampaolo Sodano.

Nel corso della rassegna sono stati proiettati i film di: Pupi Avati, I cavalieri che fecero lÂ’impresa; Luigi Bazzoni, Roma, Imago Urbis; Manoel de Oliveira, Parole e utopia, Ritorno a casa; Stephen Daldry, Billy Elliot; Baham Ghobadi, Il tempo dei cavalli ubriachi; Stanley Kubrick, 2001: Odissea nello spazio; Ken Loach, Paul, Mick e gli altri; Mohsen Makhmalbaf, Viaggio a Kandahar; Nanni Moretti, La stanza del figlio; Ermanno Olmi, Il mestiere delle armi; Babak Payami, Il voto è segreto; Sean Penn, La promessa; Giuseppe Piccioni, Luce dei miei occhi; Eric Rohmer, La nobildonna e il Duca; Steven Spielberg, A.I. Intelligenza Artificiale; Danis Tanovic, No ManÂ’s Land; Eric Valli, Himalaya, lÂ’infanzia di un capo; Gus Van Sant, Scoprendo Forrester; Deborah Warner, Last September; Zhang Yimou, La strada verso casa.

Sono state inoltre organizzate le anteprime di Son of Maryam, di Hamid Jebelli, Porto della mia infanzia, di Manoel de Oliveira, Aida degli alberi, film dÂ’animazione di Guido Manuli.

La manifestazione si è chiusa, il 19 dicembre, con una serata di gala durante la quale sono stati consegnati i premi Sergio Trasatti e Diego Fabbri 2001.

Il Festival era stato inaugurato con una iniziativa prestigiosa promossa e organizzata, già a settembre, dal Pontificio Consiglio della Cultura, a Cartagena, in Colombia, con la collaborazione del Ministero della Cultura del Governo Colombiano e di Cinecittà Holding, di Italiacinema, e dellÂ’Ente dello Spettacolo. È stata organizzata una rassegna di film italiani e un convegno di studi internazionali.

Il Festival, come è noto, ha lÂ’obiettivo di rintracciare la voce dello Spirito nelle produzioni cinematografiche contemporanee.

Si tratta della quinta edizione del Festival organizzato dalla Rivista del Cinematografo dellÂ’Ente dello Spettacolo e del quinto convegno organizzato allÂ’interno del Festival dal Pontificio Consiglio della Cultura e dal Pontificio Consiglio delle Comunicazioni Sociali, con la collaborazione della Filmoteca Vaticana.

La manifestazione si avvale di un comitato dÂ’onore di cui fanno parte, fra gli altri: il presidente del Senato Marcello Pera, il presidente della Camera Pier Ferdinando Casini, Card. Paul Poupard, S.E.R. Mons. John P. Foley, S.E.R. Mons. Francesco Marchisano, S.E.R. Mons. Pierfranco Pastore, Ferdinando Adornato, Angela Ales Bello, Antonio Autieri, Pupi Avati, Ettore Bernabei, Liliana Cavani, Massimo Cristaldi, Alessandro DÂ’Alatri, Federico Di Chio, Henk Hoekstra, Giancarlo Innocenzi, Goffredo Lombardo, Fulvio Lucisano, Gianni Massaro, Mauro Miccio, Alberto Michelini, Giuliano Montaldo, Franco Mugerli, Ermanno Olmi, Francesco Pamphili, Carmelo Rocca, Tomas Spidlik, Giuseppe Tornatore, Giorgio Van Straten, Dario Viganò, Mario Zanone Poma, Krzysztof Zanussi.

Nelle prime quattro edizioni del Festival i convegni promossi e orga­nizzati dai due Dicasteri sono stati dedicati a temi ispirati dal Magistero del Santo Padre in materia di cinema e più in generale di comunicazioni sociali.

 

Andrea Piersanti
Presidente Ente dello Spettacolo

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La cinquième édition du Festival Tertio Millenio, organisée par la Rivista del Cinematografo de lÂ’Ente delle Spettacolo, sÂ’est ouverte par un Colloque international dÂ’études, co-organisé avec le Conseil Pontifical de la Culture et le Conseil Pontifical des Communications Sociales, à lÂ’Université Saint-Thomas dÂ’Aquin. La rencontre, dont lÂ’objectif était de discerner la voix de lÂ’Esprit dans les productions cinématographiques contemporaines, sÂ’est déroulée les 3 et 4 décembre, sous le thème : Hommes ou machines ? La valeur de la vie et le pouvoir de la technologie dans la culture, les communications sociales et le cinéma du IIIème millénaire.

The Rivista del Cinematografo, the review published by ItalyÂ’s Institute of Performing Arts (the Ente dello Spettacolo) organised the fifth Tertio Millennio festival, which began with an international study convention organised jointly by the Pontifical Council for Culture and the Pontifical Council for Social Communications. It was held at the Pontifical University of Saint Thomas Aquinas in Rome on 3 and 4 December 2001. The aim was to track the voice of the Spirit in contemporary films, and the title of the convention was Men or Machines? The Value of Life and the Power of Technology in Culture, the Communications Media and Films in the Third Millennium.

La quinta edición del Festival Tertio Millennio, organizada por la Revista del Cinematógrafo del Ente del Espectáculo, fue inaugurada con un Congreso internacional de estudios, organizado junto con el Consejo Pontificio de la Cultura y del Consejo Pontificio de las Comunicaciones Sociales, en la Universidad Pontificia Santo Tomás de Aquino de Roma. El encuentro, que tiene el objetivo hallar la voz del Espíritu en la producción cinematográfica contemporánea, se ha realizado del 3 al 4 de diciembre sobre el tema ¿Hombre o Maquina? El valor de la vida y el poder de la tecnología en la cultura, en la comunicación social y en el cine del tercer milenio.

 

 

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CIENCIA Y RELIGIÓN
Hacia una nueva cultura de colaboración

Puebla, México, 29 de enero – 1 de febrero de 2002

Del 29 de enero al 1 de febrero ha tenido lugar en la sede de la UPAEP (http://www.upaep.mx), en la ciudad de Puebla, México, el VI Encuentro de Centros de Cultura, dedicado este año al diálogo ciencia-religión. Este encuentro, co-organizado por el Centro para la Teología y la Ciencia Natural (CTNS, http://www.ctns.org), de Berkeley, ha contado desde el comienzo con el patrocinio y los auspicios del Consejo Pontificio de la Cultura. Don Melchor Sánchez de Toca Alameda, oficial del mismo, ha trabajado con los organizadores en la preparación del evento y ha participado en el mismo con una conferencia titulada Retos y desafíos de la ciencia actual a la religión. En representación de otra institución del Vaticano, el Observatorio Vaticano, ha participado también Dr. D. Javier Igea, miembro del equipo del mismo.

Lo novedoso en este encuentro ha sido, no tanto los temas tratados, que a fin de cuentas son poco más o menos los mismos que pueden hallarse en encuentros similares, cuanto el carácter programático que ha tenido. En efecto, el congreso se proponía impulsar la creación en las universidades de América Latina, de cursos y programas de estudio e investigación en el campo de ciencia y religión. Ha nacido, pues, con una decidida vocación de continuidad y de evitar a toda costa que permanezca como una iniciativa aislada. Porque si bien es cierto que no faltan congresos y reuniones dedicadas a explorar los temas de frontera en los que ciencia y religión interaccionan, lo cierto es que se echa en falta la presencia de centros e instituciones dedicados de modo permanente a la investigación y docencia en este campo específico. En América del Norte, en cambio, a lo largo de los últimos 20 años, y especialmente, en el último decenio, han ido surgiendo diversos centros (de los que el CTNS es probablemente el más veterano), al tiempo que las universidades han ido incluyendo o ampliando la oferta de cursos y programas de estudio sobre ciencia y religión. Esta tendencia es parte del fenómeno que comienza a afianzarse, si bien por ahora sólo tímidamente, de un nuevo clima de entendimiento entre el mundo de la ciencia y la religión. Se trata de un puente que ha ido construyéndose contemporáneamente desde las dos orillas del diálogo. Por una parte, desde el mundo científico se aprecia una mayor apertura a cuestiones que van más allá de la ciencia misma, las grandes cuestiones de la existencia, entre las cuales, el problema de Dios, del origen y la razón de ser del Universo  no podía estar ausente. De ahí que la búsqueda de un mayor diálogo con la filosofía, las disciplinas humanistas y la religión haya ido aumentando. Desde el mundo religioso hay también una nueva actitud hacia la ciencia, que ya no se ve únicamente como una fuente de amenazas para la religión o para el futuro de la humanidad, sino una actividad humana que consiste esencialmente en buscar la verdad y entender mejor cómo es el mundo creado.

Ahora bien, si este proceso lleva dados algunos pasos en el área cultural de lengua inglesa, en el ámbito latinoamericano el clima predominante sigue siendo el de una rígida separación: muchos científicos ven en la ciencia el modo de liberarse de una fe considerada primitiva e inútil. O, viceversa, los teólogos ignoran o se despreocupan de los avances de la ciencia, excepto acaso aquellos que tocan más directamente a la persona, como es el caso de la clonación de embriones, el proyecto “genoma humano”, etc.

De ahí la importancia del encuentro de Puebla, que pretende suscitar la creación de iniciativas de diálogo en las universidades latinoamericanas, en las que la Iglesia Católica tiene un peso importantísimo. Las Universidades Católicas deberían ser pioneras en este tipo de diálogo. No sólo porque por vocación están llamadas a la catolicidad del saber, es decir, a la interdisciplinariedad, sino porque además cuentan con los medios para hacerlo. En casi todas ellas hay departamentos de filosofía, teología y ciencias. Si bien es cierto que más que ciencia teórica suele enseñarse en ellas ciencia aplicada (ingeniería, computación, etc.) o medicina, no falta tampoco la investigación científica. Y sin embargo, con frecuencia se constata la ausencia de comunicación a nivel teórico e intelectual entre departamentos de una universidad situados, a veces, en el mismo pasillo o en el mismo edificio.

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Una de las cosas más originales de este Congreso ha sido la celebración de una de las sesiones del mismo en la sede del INAOE, el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (www.inaoep.mx), en Tonantzintla, a escasos 7 km. de Puebla. El INAOE es el responsable del GTM, Gran Telescopio Milimétrico, (http://www.lmtgtm.org) actualmente en construcción en el Cerro La Negra, junto al pico Orizaba, cuya entrada en funcionamiento se espera para el próximo año 2003. El interés de las ondas milimétricas para la observación astronómica reside en que gracias a ellas es posible “ver” cuerpos fríos en el universo, que a causa de su baja temperatura no emiten ondas en el espectro visible, y que por tanto restan opacos a la exploración con telescopios oculares. Con su espejo de 50 mts., el más grande de su tipo, designado para trabajar en una banda de longitud entre 1 y 4 mm., se espera poder obtener datos precisos acerca de la formación de galaxias y de estrellas y rastrear la existencia de moléculas orgánicas en el polvo estelar, entre otras muchas cosas.  Para valorar la importancia de esta sesión en la sede de un organismo estatal mexicano es necesario recordar la tradicional separación, cuando no hostilidad, por parte de las instituciones públicas hacia la Iglesia católica en México. De ahí que esta sesión conjunta en las instalaciones del INAOE, con participación de profesores y personal del mismo, pueda considerarse un verdadero hito y una manifestación más de la nueva cultura de colaboración a que alude el título del encuentro. Para el equipo del Observatorio Mexicano, fue un verdadero descubrimiento comprobar que existe un verdadero interés por parte de la Iglesia en cuestiones de cosmología y astrofísica, y que puede hallar en la teología interlocutores capaces de un diálogo serio. Para los participantes en el congreso, la visita al Observatorio, fue una verdadera delicia y una ocasión de comprobar in situ los trabajos de calibración del espejo del GTM.

El desarrollo del congreso ha seguido un esquema familiar en este tipo de eventos sobre ciencia y religión. El primer bloque estuvo dedicado a cuestiones de fundamentación y de historia de las relaciones entre ciencia y religión: La metáfora de los dos libros, el de la naturaleza y el de la Escritura, en Occidente (Hess, CTNS, Berkeley); una historia de las relaciones entre ciencia y religión en la Nueva España (De la Torre, Unam, México); nuevas perspectivas para el diálogo entre ciencia y religión (M. Artigas, U. Navarra). No falto la inclusión de uno de los temas filosófico-teológicos más acuciantes, el problema del mal (L. Cardona, U. Javeriana, Bogotá), que suele ser sencillamente ignorado en estas discusiones. El segundo día, ya en la sede del INAOE, la discusión se trasladó a la cosmología, acerca de los problemas del origen del universo (A. González, Upaep) y el estudio de las atmósferas estelares en su conexión con la cosmología (Chávez, Inaoe). El Dr. Carrasco Bazúa, Director Científico del GTM hizo una presentación del mismo y de las aportaciones que se espera éste haga. El tercer día estuvo dedicado por mitad a la física, con cuestiones como el origen del universo (J. Igea, Specola Vaticana) y ciencia del caos (L. Gumen, Upaep), y a la biología, de la que se tocaron tres cuestiones de la mayor actualidad: código genético y personalidad (St. Ake, Philadelphia), el proceso de hominización y el alma (R. Vicuña, U. Católica, Chile) y evolución, azar y finalidad (J. Arana, U. Sevilla).

El último día, introdujo un cambio en el programa que fue unánime­mente apreciado por los participantes. La mañana se dedicó a la presentación de una serie de ponencias breves, 15 en total, en tres diversas mesas de trabajo, entre las que se distribuyeron libremente los participantes. La gran variedad de temas tocados y el ambiente de trabajo reducido propició un intercambio de ideas fecundo e intenso entre los participantes. La tarde del viernes en cambio regresó a los grandes temas teológicos, con la visión trinitaria de la acción de Dios sobre la creación (L. Florio, U. Católica, Argentina) y una presentación de los retos y desafíos de la cultura científica actual a la religión (M. Sánchez de Toca, Consejo Pontificio de la Cultura).

Han sido en total 14 ponencias largas y 15 menores, a lo largo de 4 días de trabajo, en los que han participado 80 personas venidas de todo el continente americano y de España, en el marco incomparable de la bellísima ciudad de Puebla, sede de otros importantes acontecimientos, como la III Reunión General del Episcopado Latinoamericano en 1979, y con visitas a los tesoros artísticos y arqueológicos de la ciudad y su entorno. Intentar resumir en unas líneas tal variedad de temas e intervenciones, con acentos tan diversos, desafía cualquier capacidad de síntesis. Algunas cosas, sin embargo, parecen confirmarse después de este encuentro. Ante todo la necesidad del mismo diálogo ciencia-religión, sobre bases rigurosas, para evitar que se convierta en retórica barata o en meras declaraciones de buenas intenciones. Y también, para evitar la recaída en una especie de sincretismo, en el que desaparecen las fronteras y métodos respectivos de la ciencia y de la teología, la distinción entre natural y sobrenatural, materia y espíritu. El diálogo serio y riguroso exige una competencia específica en los interlocutores: científicos con una sólida formación filosófica y ciertas nociones de teología, e inversamente, teólogos familiarizados al menos con el método y la problemática de la ciencia moderna. De otro modo, el diálogo fracasa ante la incapacidad de comunicar mundos tan alejados. La filosofía sigue siendo, por ello, un instrumento de mediación necesario entre ambos mundos. Las grandes cuestiones de la ciencia llevan casi naturalmente a la metafísica, es decir, a las grandes preguntas acerca del ser, de lo real, del conocimiento, del hombre. Por su parte, la teología, en cuanto autocomprensión de la fe, es un esfuerzo racional a partir del dato revelado, en el que se sirve de categorías e instrumentos conceptuales que le ofrece la filosofía.

Si algo ha ido quedando claro en las exposiciones de un gran número de relatores es que el modelo de interacción entre ciencia y religión –según la conocida tipología elaborada por I. Barbour– ha de ser el del diálogo y no la integración, que permanece como una aspiración asintótica a una visión unitaria del saber. En el estado actual, el teólogo tiene que ser cauto al incorporar a su visión teológica los datos que ofrece la ciencia, sin pretender hallar en los resultados de ésta una prueba directa de la existencia de Dios, como, v.gr., cuando se afirma con ligereza que el Big Bang constituye una prueba de la creación ex nihilo. Inversamente, no se puede integrar sin más el misterio dentro de una explicación científica, como hace F. Tippler en su Physics of Immortality, citado en diversas ocasiones a lo largo del congreso, quien acaba considerando la escatología una simple rama de la física.

Como siempre, al terminar es difícil decir qué ha aportado concretamente un encuentro de este tipo, en el que se han invertido notables energías y recursos económicos. Será necesaria la mirada del historiador, que cuenta por períodos largos, para poder apreciar su eficacia. De momento, a quienes han participado les queda en la boca el buen sabor del encuentro y de las nuevas amistades, y ganas de seguir trabajando en este campo fascinante de evangelización de la cultura científica, que exige la aplicación de todos los recursos disponibles.

Melchor Sánchez de Toca Alameda
Oficial del Consejo Pontificio de la Cultura

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La VIème Rencontre des Centres culturels sur le thème « Science et religion : vers une nouvelle culture de collaboration » sÂ’est tenue à Puebla, au Mexique, du 29 janvier au 1er février 2002, avec le Patronage et la collaboration du Conseil Pontifical de la Culture. Le congrès a souhaité donner une impulsion à la création dans les Universités dÂ’Amérique latine, de cours et de programmes dÂ’étude et de recherche dans le domaine de la science et de la religion. Au cours des quatre journées de travail, auxquelles ont participé plus de 80 personnes, venues de tout le continent américain et dÂ’Espagne, ont été proposées 14 conférences et 15 relations.

The Pontifical Council for Culture helped to organize and was patron to the 6th Meeting for Cultural Centres, which was held from 29 January to 2 February 2002 in Puebla (Mexico), on the theme Science and Religion. Moving towards a New Culture of Co-operation. The conference was meant to boost the creation of courses and research projects in the field of science and religion in universities in Latin America. There were 80 participants from all over America, and from Spain, over the 4 days, during which 14 major papers and 15 brief ones were presented.

Con il patrocinio e la collaborazione del Pontificio Consiglio della Cultura, si è tenuto, dal 29 gennaio al 1º febbraio 2002, a Puebla, in Messico, il VI Incontro dei centri culturali dedicato al tema Scienza e religione: verso una nuova cultura di collaborazione. Il congresso ha inteso dare un impulso alla creazione, nelle Università in America latina, di corsi e di programmi di studio e di ricerca nel campo della scienza e della religione. Durante i quattro giorni di lavoro, ai quali hanno partecipato più di 80 persone, venute da tutto il continente americano e dalla Spagna, sono state presentate 14 relazioni maggiori e 15 minori.

 


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