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MISCELLANEA


 

Diritto e giustizia nel Pontificato di Giovanni Paolo II

Visita ad limina de los Obispos de Bolivia

Ad limina visit: Bermuda and Antigua

Visita ad limina de los Obispos de Ecuador

Visita ad limina de los Obispos de Venezuela

Visita ad limina de los Obispos de Perú

Forum Orient-Occident: L’Altro dell’Europa

La Pastoral de las vocaciones en una Europa multicultural

 


 

 

 

DIRITTO E GIUSTIZIA NEL PONTIFICATO DI GIOVANNI PAOLO II

 

L’Institutum Utriusque Iuris della Pontificia Università Lateranense ha organizzato, nell’Aula Magna dell’Università, dal 19 al 22 marzo 2002, l’XI Simposio Giuridico Canonistico-Civilistico Internazionale su Diritto e giustizia nel Pontificato di Giovanni Paolo II.

Il Simposio – aperto con il saluto del Rettore magnifico dell’Università Lateranense, S.E.R. Mons. Rino Fisichella, con la presentazione del Simposio da parte del Preside dell’Institutum Utriusque Iuris Domingo Andrés Gutierrez cmf, e con la prolusione di Mons. Brian E. Ferme, Decano della Facoltà di Diritto canonico – è stato dedicato all’approfondi­mento della relazione tra diritto e giustizia, articolandosi intorno a due temi maggiori: 1. L’ordinamento canonico e il diritto della comunità ecclesiale e 2. Il diritto e gli ordinamenti della comunità civile.

L’intrinseca relazione tra i contenuti fondamentali del diritto e l’ideale di giustizia che è proprio della legislazione canonica, è stata sottolineata anche dal Santo Padre, nel suo Messaggio al Rettore magnifico della Pontificia Università Lateranense: “non vi è dubbio che l’unità del diritto e della scienza giuridica trovi il proprio fondamento in una giustizia dinamica, espressione non soltanto dello stretto ordine legale, ma soprattutto di quella recta ratio che deve governare sia i comportamenti dei singoli che quelli dell’autorità”.

Il Simposio ha dato spazio a carrefours in diverse tematiche. Anche l’aspetto culturale ha trovato il suo giusto e dovuto posto, specialmente nell’atelier diretto da Prof. Vincenzo Buonomo sulla Relazione tra diritto e culture, in cui è intervenuto anche Mons. Gergely Kovács, Officiale del Pontificio Consiglio della Cultura, con un contributo su Diritto e culture; diritti culturali.

 

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VISITA AD LIMINA DE LOS OBISPOS DE BOLIVIA

 

En la visita a este Dicasterio, el 10 de Abril, los Obispos de Bolivia expusieron varias preocupaciones frente a la realidad que vive esta nación. Los rasgos más preocupantes hoy día son un creciente número de suicidios de jóvenes, especialmente en el ambiente de las grandes ciudades, y una realidad indígena absorbida por la modernidad, perdiendo su identidad que busca espacio en las zonas urbanas. Paradójicamente este fenómeno coincide con un reclamo creciente por el respeto de la identidad indígena. También es paradójico una vida de extrema pobreza que no les permite cubrir las necesidades básicas pero que les consiente de tener celular y computadora con acceso a Internet. Esta realidad dibuja el modo en que la globalización afecta a todas las culturas.

La hoja de coca que era usada en las comunidades de modo natural se ha visto afectada por la comercialización con fines lucrativos generando relaciones con el narcotráfico y creando un caos en lo que pertenece culturalmente a sus raíces.

En la Iglesia se puede observar la falta de laicos preparados que puedan crear un pensamiento cristiano. Por su parte, los pastores de esta Iglesia particular, debiendo ocuparse de actividades de carácter civil por la problemática social, pierden fuerzas para dedicarse a las tareas evangelizadoras. Se destaca la dimensión de la caridad que ejerce la Iglesia entre los más pobres.

En el campo universitario el capellán se esfuerza por trabajar en el tema de la cultura cristiana y en esa dirección se empieza a orientar al clero. Pero falta más fuerza en una pastoral de la cultura en la Universidad Católica. Se constata un resurgir de vocaciones. La gran dificultad está en la perseverancia de los ordenados. Entre muchas causas está la idea indígena de que se llega a la madurez y a la autoridad con el matrimonio y con los hijos, lo que lógicamente se opone a la opción de vida del sacerdote.

Por la diversidad de lenguas indígenas se crean dificultades en las celebraciones litúrgicas. Algunos sacerdotes presiden la Eucaristía en estas lenguas y se adelanta la traducción de textos litúrgicos y de catequesis.

De las necesidades más urgentes se pueden destacar:

·      La formación de los futuros formadores;

·      La animación y espíritu cristiano que toque la realidad de Bolivia;

·      La credibilidad que tiene la Iglesia en la nación da la posibilidad de hacer más por la evangelización de la cultura tanto en la realidad urbana como en la rural.

Monseñor Sergio Gualberti, Presidente de la Comisión de Cultura de la Conferencia Episcopal, compartió la intención de dar forma a la Comisión para hacer un trabajo más fecundo en la transmisión del Evangelio en el corazón de las culturas.

 

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AD LIMINA VISIT: BERMUDA AND ANTIGUA

 

Bishops Robert Kurtz (Hamilton, Bermuda) and Donald Reece (St. John’s/Bassterre, Antigua) on their ad Limina visit called on His Eminence, Paul Cardinal Poupard, on Saturday 11th May, 2002. Present at the Meeting were Fr. Bernard Ardura O.Praem., Secretary, and Monsignor Alex Rebello, who served as translator and interpreter.

The Bishops mentioned how their geographical zone was diverse with a Babel of languages and dialects. Their culture was not uniform because it has African, Spanish, English, Irish, Portuguese, Dutch origins – not to mention the constant influence that the United States and Canada have on the people, particularly the youth. While English is the link language for catechesis and the liturgy, mass is also celebrated in Portuguese and in other languages depending on the need of the people and the availability of priest celebrants. Given the variety of peoples, the culture of this geographical territory is both rich and complex. They would for example inaugurate the beach season on Good Friday or have young people playing football on Good Friday!

Ethnically, 60% of the population is black and 40% white. The Conference is poor and lacks funds but is doing its best to meet the pastoral challenges that the situation offers.

The challenge that perhaps is the strongest comes from the youth. They are caught between two cultures: the ancient values in which they have been brought up and the secular culture that impinges on them. In this sense, the youth do suffer. There is besides poverty and unemployment and the breakdown of family life. It is the woman who manages the home and 80% of the children born are illegitimate. In the regional seminary therefore students find it rather difficult to understand and experience the concept of God as Father because they have no personal experience of human fatherhood and authentic masculinity. This also causes later problems of authority with their bishop.

The Episcopal Conference is planning a Study Seminar on Inculturation that would take into account both the liturgy and Missiology. Fr. Bernard Ardura gave them the name of a possible contact person in a Benedictine Monk who could help in this matter.

In all this diversity be it of culture, ethnic origin or language, the common factor is humanity. That is where the Gospel must reach and that is what the Gospel must transform.

Bishop Donald Reece remarked how while pilgrimaging with the youth what made an impression both on him and on them was the lived experience of a real Christian culture in places like Lourdes and Rome. Some of the youth were so deeply touched as to shed tears.

The Bishops ended their visit assuring the Pontifical Council for Culture of every support and were given a kit containing copies of: Towards a Pastoral Approach to Culture, Cultures and Faith, the International Directory of Catholic Cultural Centres, the Acts of the Puebla Convention (which Bishop Kurtz attended) and an invitation to the Twentieth Anniversary Study Day to be held on Tuesday, 14th May, 2002. All said, it was a wonderful meeting warm, fraternal and informal but very practical and pastoral.

 

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VISITA AD LIMINA DE LOS OBISPOS DE ECUADOR

 

En la visita a este Dicasterio, el 17 de Mayo, los Obispos de Ecuador afirmaron que en el País hay una cultura que se ha ido forjando en cinco siglos donde el elemento fundamental es el cristianismo. En el mestizaje que caracteriza esta población, constituye el factor de la unidad en las distintas culturas Cristo. Los principales problemas son de sobrevivencia. La Comisión de Episcopal de Cultura distingue entre “cultura”, refiriéndose al mundo de la educación y las artes, y “culturas”, para referirse a los distintos pueblos que componen la población ecuatoriana. Existen la cultura blanca, la indígena (25%+/-) con nueve etnias, la negra, la mestiza. En la parte indígena la etnia más grande es la Quechua. De la mano de los sacerdotes y los catequistas se trabaja por la dignidad humana, por tener un puesto en la sociedad. También se busca impulsar en la sociedad ecuatoriana la inculturación del Evangelio en todos los campos posibles. Con esta intención se ha traducido la Biblia al Quechua y en la liturgia se ha iniciado la celebración en lenguas nativas, sin la aprobación de los textos, aunque se ha hecho con mucho esfuerzo y delicadeza. Las lenguas son muy diversas con algunas raíces comunes. En muchas zonas la educación se realiza de modo bilingüe, aunque predomina el español como lengua oficial del Estado. La catequesis se intenta hacer en la lengua original de cada pueblo.

La parte afro, descendientes de esclavos, está caracterizada por algunos rasgos comunes en todo el Atlántico, que se diferencian de esta cultura en Brasil. Los negros de la zona atlántica están caracterizados por una profunda espiritualidad, fe en un Dios bueno y un Cristo cercano. Esto ha ayudado a asumir con más calma su historia y preservar vestigios en la formación de la familia. Se cuenta en la zona con 10 sacerdotes afros muy entregados a su ministerio. Se acompaña y se promueve la cultura manteniendo la identidad cultural con la ayuda de la Conferencia Episcopal. El continente corría el riesgo de “brasilianizar” las comunidades negras, pero se ha logrado una nivelación y respeto por la diversidad. Los del Brasil se caracterizan por los fetiches o vudús propios del Africa Occidental. En el Atlántico se ha mantenido la tradición oral que porta de generación en generación el amor a Dios y a la Virgen. El pueblo negro es muy pobre y se corre el riesgo de que al emigrar se hace un pueblo invisible difícil de localizar para hacer cualquier tipo de trabajo con ellos.

La cultura urbana, el 50% de la población, está marcada por una gran emigración. Se dice que el 10% de los ecuatorianos está fuera del País. En la Pastoral universitaria se ha venido haciendo un buen trabajo en los últimos 10 años. El tema de la globalización comienza a sentirse, especialmente con los medios de comunicación. Un siglo de gobierno laicista que no permitía un trabajo religioso (sólo en 1994 se acepta la educación religiosa en los establecimientos públicos), hace del Ecuador un país vulnerable a esta realidad posmoderna.

En Ecuador, entre indígenas y negros suman aproximadamente un 29% de la población. El 70% restante, los mestizos, blancos, etc., son los más vulnerables especialmente en lo económico con la dolarización. Además se ha cambiado el horizonte de la teología de la liberación. Ya no se toma al pobre como principio, sino la alteridad. Esta alteridad llevada a la cultura se absolutiza y no se respeta al hombre, sino la cultura. El centro del Evangelio es el hombre, no se puede llamar cultura a cualquier cosa; hay muchas anticulturas que no ayudan a la realización plena del hombre. Se llega también a un reduccionismo hablando de las culturas oprimidas. El Evangelio tiene que estar abierto a todas las culturas y en ellas particularmente al oprimido. Esto genera:

·      Una falsificación de las culturas. Se presentan culturas que no tienen nada de autóctono y se aprovecha para la promoción del ateísmo o el panteísmo;

·      La desviación de la sana orientación de la ecología sacrificando intereses. Por ejemplo la construcción del oleoducto que ha encontrado opositores en los movimientos ecologistas;

·      Un laicismo que busca reducir la fe a la sacristía. Se habla de educación en Valores, pero no se sabe cuáles son los valores reales. No se quiere tener cuentas con lo cristiano y no se considera al hombre en su relación con Dios.

Se dio un despertar de ataques a la religión con la celebración de los 500 años del descubrimiento de América, pero han ido desapareciendo. El trabajo de la interculturización, sin marginar a nadie, teniendo un puesto justo en la sociedad sin perder la identidad, es lo que ha marcado mayormente el acercamiento de la gente a la Iglesia. El discurso que se hace desde fuera, cambia cuando se está en medio de la sociedad compartiendo la realidad de la gente. En lo concreto no se habla de posiciones ideológicas, se habla de la vida o la muerte de las personas, de unos pueblos marginados. Hay un pecado social de una minoría que despoja a estas gentes de su riqueza, no ayuda a la nación, sino a personas particulares para acumulación personal. Las ideologías que se presentan vienen de reflexiones hechas desde afuera.

Se habla mucho de la moral pero en lo práctico se le quitan los fundamentos: Dios, la ley natural y las tradiciones eclesiásticas. El campo más afectado es la sexualidad y la constitución de la familia. Faltan propuestas concretas en este medio especialmente en el campo universitario.

En el oriente ecuatoriano hay minorías étnicas a las que se les llega por medio de la educación y en lo cultural se busca retomar su propia historia presentando el Evangelio de modo inteligible en sus propias lenguas. Se crea una conciencia entre lo que significa salud y ecología por la explotación de la palma africana y el petróleo, porque se ha detectado que donde se desarrollan estas actividades son zonas sensibles al cáncer.

Termina el encuentro con las palabras del Cardenal Paul Poupard quien recuerda la Plenaria con el tema “Transmitir la fe en el corazón de las culturas”. La reflexión común se basa en la cultura tradicional, pero la preocupación es la cultura adveniente secularizada donde los valores cristianos están ausentes. El indiferentismo pone retos al mantenimiento de la cultura cristiana y al diálogo con los no creyentes. Esta cultura moderna no es tan indiferente, pone valores contrarios a los de la fe. Tenemos que tomar conciencia y hacer tomar conciencia de esta realidad. Es un “monstruo” al que tenemos que hacer frente. No podemos ser ingenuos y debemos tomar actitudes concretas. Los padres de la Iglesia han aprovechado la cultura pagana y han dicho sin temor lo que creían y esperaban comunicando la fe. En los 500 años la cultura ha estado acompañada del cristianismo.

 

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VISITA AD LIMINA DE LOS OBISPOS DE VENEZUELA

 

Por su parte, el 13 de Junio visitaron el Consejo los Obispos de Venezuela. Monseñor Ramón Ovidio Pérez Morales, Obispo de Los Teques hizo una presentación general del tema de la cultura, que en el Concilio Plenario de Venezuela, que se está realizando, ha ocupado la mayor importancia en dos de los tres documentos de trabajo. Desde el siglo XVI, la fe católica marcó progresivamente el alma del pueblo, en el que crecía el mestizaje, hasta llegar a formar parte de la identidad nacional. Venezuela cuenta con el 92.7% de población que se reconoce católica, pero con gran ignorancia religiosa y grandes incoherencias en lo que respecta a la relación fe – vida. Se experimentan los desafíos de un secularismo que invade todos los estamentos dando como resultado una cultura marcada por el relativismo, el subjetivismo y el pragmatismo. Una nueva evangelización exige apoyarse en la religiosidad popular y atender seriamente la inculturación del Evangelio y la evangelización de la cultura. Se piensa en la formación y promoción de los laicos, en la labor educativa, en la acción social, en las iniciativas de la comunicación y una actuación más explícita en lo ético, lo político y lo social en general. Hacer énfasis en una cultura de diálogo y de paz, de la vida y la solidaridad.

El Padre Fabio Duque Jaramillo, Subsecretario del Pontificio Consejo de la Cultura, toma la palabra para expresar la alegría de poder compartir esta visita que tiene dos elementos fundamentales. Primero, escuchar a los Obispos porque la evangelización de la cultura se realiza en las personas concretas, es decir en la misión de las iglesias particulares. Segundo, compartir lo que se hace en este Dicasterio como pastoral transversal para coordinar y motivar la inculturación de la fe y la evangelización de la cultura.

Se está hablando de dos cosas concretas: De evangelización y de cultura, que se encuentran como misión y realidad en las Iglesias particulares. En la presentación que se ha hecho es evidente que la Conferencia Episcopal Venezolana ha comprendido qué es cultura. No es sólo arte o sus expresiones, es todo y sólo aquello que ayuda al ser humano a realizarse plenamente. Es necesario clarificar el término cultura diciendo que, la cultura no es lo absoluto. Lo absoluto es el Evangelio y por ello debemos purificar los valores de las culturas. Para el Pontificio Consejo de la Cultura es de mucho valor poner en común lo que se hace en las diócesis con este objetivo. La cultura se evangeliza en la medida en que se evangeliza al hombre. Las dificultades o crisis que se viven a nivel nacional en Venezuela evidencian la contra-cultura que pone barreras al Evangelio. Hay que hacer de las culturas la síntesis del Evangelio.

El momento exige una nueva visión para una cultura de diálogo, de respeto por la verdad, valorar lo religioso y superar un clima de odio reinante. La Iglesia Católica sigue siendo la institución de mayor credibilidad para la población venezolana, pero se quiere hacer de ella otra institución más. Aparece también el tema indígena que anteriormente se abordaba con indiferencia. Claro que cuando se hablaba de cultura se hablaba en relación a los indígenas. Sólo ahora se toma la cultura en su significado amplio.

Uno de los elementos importantes del Concilio Venezolano fue recuperar el elemento de la evangelización de la cultura, recordando a Pablo VI, que decía que hay que evangelizar al pez y al agua del pez. Es decir, tomar en serio la misión de transmitir el Evangelio en el corazón de la cultura. La crisis venezolana tiene un trasfondo que deja claro que el Evangelio no se ha encarnado en la política y en los otros mundos en los que se mueve la sociedad.

En America Latina se recalca la necesidad de inculturar el Evangelio. Es un cuestionamiento a la labor que se realiza porque se habla mucho del tema, pero en la práctica se hace poco. No hay ecuación entre lo que se plantea y lo que se práctica. El desafío es muy grande y debe ser asumido con más radicalidad por las Iglesias particulares.

En la antigüedad se usó el arte para evangelizar. Se ha perdido este canal. No se hacen esfuerzos por inculturar la música, el teatro, la danza, etc., y esto nos pone en deuda con las expresiones culturales al servicio del Evangelio. También se da un divorcio con el mundo intelectual que se ha reducido a un pensamiento positivista. Los últimos treinta años comienzan a dar una esperanza con leves acercamientos, pero falta más compromiso y dedicación. Hay una oportunidad muy grande en la Pastoral Universitaria con los con los centros de fe y cultura que el Santo Padre propone en el documento Iglesia en Africa.

Sobre los elementos de la cultura que se proponen desde este Dicasterio, se tiene claro que nos une la persona humana como sujeto de salvación, de ser redimido, de llevarle los valores del Evangelio. Hay una crisis de la Verdad. Todos creen tener su verdad o una verdad particular. Hay una sola Verdad para nosotros: Jesucristo. Se insiste además en la evangelización de la cultura y la inculturación del Evangelio. Estas dinámicas no se pueden separar, se trata de hacer que el Evangelio se haga cultura. Otro problema es la separación de la teología de la pastoral, se vacía la pastoral de contenidos. Se debe buscar la unidad entre la teoría y la práctica, la fe y la razón.

La Pastoral de la Cultura es una pastoral transversal que debe estar presente en todas las pastorales específicas. El trabajo en la Universidad es fundamental porque la universidad crea líneas de acción y pensamiento. La cultura es el modo de ser de un pueblo. El Pontificio Consejo de la Cultura coordina los Centros Culturales Católicos, desde donde se puede crear el diálogo entre la fe y la cultura. También se lleva adelante la relación ciencia-fe que encuentra eco en la trascendencia. Muchos científicos se encuentran en sus investigaciones con el asombro. De otra parte se fomenta el diálogo con los no creyentes. En America Latina el fenómeno es el indiferentismo que es más fuerte en las personas que han pasado por las sectas. También se busca la comunión con los Nuncios, las Conferencias Episcopales y las Iglesias Particulares. Existen las Academias Pontificias que coordinadas por este Dicasterio buscan un humanismo cristiano, Jesucristo hecho Hombre que busca al hombre. Se promueven, además, los encuentros continentales con los Miembros y los Presidentes de las Comisiones de Cultura de las Conferencias Episcopales. Venezuela, por ejemplo, no tiene Comisión de Cultura en la Conferencia Episcopal. Es necesario formarla para entrar en un contacto más activo y compartir experiencias.

La situación secularizada de Venezuela invita a la Encarnación de la fe en los sectores de la vida nacional, proponiendo el desafío de la evangelización de la cultura, creando contactos con los canales que promueven o generan cultura, como la educación y los medios de comunicación. La Pastoral debe estar iluminada por la fe para que la fe se haga cultura. Se debe aprovechar la religiosidad popular, riqueza con la que cuenta el pueblo venezolano.

En Venezuela se viene dando un cambio total de la realidad y de las tradiciones. De una nación que tenía un 75% de población rural y un 25% de población urbana, se pasó, de un momento a otro, a un 80% de población urbana y un 20% de población rural. La tecnología va afectando a la población reclamándonos una valoración distinta y haciendo lo que corresponda para atender esta realidad. En Venezuela ha sido difícil encontrar quien asuma esta responsabilidad pastoral entrando en contacto con distintas asociaciones para bajar la pastoral de la cultura a la realidad venezolana. Existe un rechazo a pertenecer a asociaciones que se identifiquen como católicas.

Esta Visita Ad Limina ha sido de gran importancia para el episcopado venezolano y sienten clara la motivación de un trabajo por la evangelización de la cultura que abra las puertas a solucionar la crisis de valores que afecta a todo la nación.

Concluye el Señor Cardenal Paul Poupard, hablando de la búsqueda del hombre como es, en su realidad, en su cultura. Motiva el trabajo con los artistas pues estos tienen una visón profunda de los deseos escondidos del hombre.

 

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VISITA AD LIMINA DE LOS OBISPOS DEL PERÚ

 

En la visita a este Dicasterio, el 20 de junio, el Obispo Monseñor José Ramón Gurruchaga, Presidente de la Comisión de la Cultura de la Conferencia Episcopal del Perú, expresa el deseo de hacer más en este campo. El Perú goza de una cultura milenaria donde la Iglesia ha jugado un papel protagónico. Se ha buscado el diálogo entre la fe y la cultura encontrándose con la gran riqueza de los países andinos que se mezclan en culturas criollas, mestizas y modernas. Al recordar al Obispo Oscar Alzamora, fallecido, le reconoce la creación y el trabajo constante en el campo de la cultura que ha quedado cimentado, no obstante sea incipiente, a la base de las tareas evangelizadoras. Es una herencia que se quiere consolidar en la Conferencia Episcopal, ubicándose en el nuevo marco de la historia y los nuevos planes de la misma Conferencia que se está reestructurando con una visión de educación y promoción de la cultura. En el diálogo con el Cardenal Poupard, se ha llegado a la conclusión de la necesaria fuerza que se debe dar a la educación universitaria. Se está consolidando un grupo de consultores, especialmente con la participación de los rectores de la universidades. El objetivo es contar con Centros Culturales Católicos en las circunscripciones eclesiásticas. Para ello es el Obispo de cada Iglesia particular el que tiene la última palabra. Hacer esto es urgente y necesario.

El Cardenal Paul Poupard, al exaltar la importancia de todo lo que se haga para la evangelización de la cultura, evidencia la confrontación de la cultura milenaria con el modernismo asfixiante.

En esta nación el pensamiento católico ha sido dominante pero aparece un grupo considerable de intelectuales que se declara agnóstico, no obstante los temas cristianos son respetados. El arte y la cultura en general tienen una implicación religiosa a la que no se puede permanecer ajeno. Sería mayor el resultado si se trabaja con fuerza en el ambiente educativo. No se puede dejar que la educación vaya por otra dirección. Se pretende recuperar una cultura indígena que ya no existe. Lo incaico existe únicamente en los monumentos históricos. Desde el siglo XIX hay una nueva cultura de origen cristiano, reconocida por la constitución al pedir respeto por la Iglesia que ha colaborado en la cultura.

Otra realidad presentada es la de los medios de comunicación y particularmente las novelas que nunca tienen elementos que valoren la misión y dignidad de la Iglesia. Por el contrario la ridiculizan y atacan. Tampoco se encuentra un mensaje positivo en el lenguaje escrito que con lo subliminal deteriora la identidad de ésta. La prensa debe ser un vehículo de cultura, pensado de un modo más atrevido ya que no se ha trabajado este campo de la comunicación.

El Consejo de la Conferencia Episcopal de la Cultura, no es de los Obispos, es un consejo católico de laicos. Los centros culturales son importantes y los Obispos no los conocen bien. Aunque se llamen católicos, si no están bajo una visión cristiana, no son de la Iglesia.

La religiosidad popular es una riqueza en un pueblo que se manifiesta multitudinariamente mostrando su fe con un potencial que se opone al secularismo. Es una riqueza que tiene Latinoamérica, como ningún otro lugar, que se opone a la secularización con raíces religiosas profundas de un pueblo que porta muchos valores. Dicha religiosidad es una gran fuerza que se identifica con Cristo crucificado, la Eucaristía y la Virgen. La clase prestante, aunque se llama católica, no tiene esta fuerza para manifestarse públicamente.

En Europa había raíces cristianas profundas pero, ¿qué paso? No se puede descuidar un trabajo que esté atento a lo universal que se impone. Muchos católicos no están preparados o suficientemente convencidos o convertidos para defender la doctrina. La cultura en su comprensión debe ser positiva. Es necesario conocer la fe y la cultura de la gente, acercarse a ella. Para ello la colaboración de los laicos es una ayuda inestimable. Se habla mucho de purificar la religiosidad popular, es necesario advertir que purificar no quiere decir acabar, porque hay muchas cosas buenas que algunos movimientos están acabando, haciendo vivir una fe hacia adentro, sin la expresividad externa que atrae. Las sectas aprovechan más la mentalidad de la gente. Un caso concreto es la liturgia donde es necesario unir los contenidos de la fe a la religiosidad popular para hacer dinámica la parte celebrativa.

El Cardenal Poupard, recoge todo lo dicho valorando el campo inmenso que han presentado partiendo de la positiva fe expresada en la religiosidad popular e insistiendo en que purificar no quiere decir matar. Pone dos ejemplo en el trabajo evangelizador de la cultura; por una parte los Padres de la Iglesia que trabajaron el mundo intelectual y por la otra la religiosidad popular que llega a la gente sencilla.

Advierte además que los medios son agresivos cuando muestran una visión que se opone a Dios o actúa como si Dios no existiera, dejando la realidad en lo mundano y quitando todo aviso de trascendencia. La Pastoral de la Cultura no es sectorial, sino transversal. Es decir, interesa a todas las pastorales. El trabajo concreto depende de cada nación, de su realidad histórica. Es a los Obispos en la Iglesia Particular a quienes compete llegar a una cultura que con la educación supera las contraculturas del mundo actual. No existe un hombre o una mujer fuera de la cultura, por eso es la cultura la que se debe evangelizar en su dinamismo. Si el Obispo no se ocupa de la cultura, la cultura actual se ocupará de sus sacerdotes y sus fieles.

 

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IL FORUM ORIENT-OCCIDENT

L’Altro dell’Europa – Seminario internazionale

 

Si è aperto il 16 giugno 2001, a Lubiana, Slovenia, il Forum Orient-Occident promosso dall’Istituto Internazionale Jacques Maritain – Sezione del Friuli-Venezia Giulia con sede a Trieste, Italia, dall’Associazione Kud-Logos di Lubiana, Slovenia, e dal Forum studi e ricerche per la cultura di Gorizia, Italia. La prima sessione, dedicata alla tematica specifica del dialogo con la contemporaneità, ha avuto luogo il 2 febbraio 2002, a Trieste (vedi Culture e Fede, Cultures et Foi, Cultures and Faith, Culturas y Fe, Vol. X, n. 1/2002, p. 65).

 

Il cammino verso l’integrazione europea è stato lo scenario permanente su cui sabato 22 giugno, a Gorizia, si sono articolati i lavori della seconda sessione del Forum Orient-Occident. Il Pontificio Consiglio della Cultura è stato rappresentato da Mons. Gergely Kovács.

Ad introdurre il dibattito sono stati due apprezzati interventi di don Bruno Forte e di Tatjana Goritcheva; il contributo del teologo ha consentito di tracciare il quadro teoretico di riferimento per contestualizzare il problema dell’alterità alla luce dell’esigenza di riconciliazione, che è in fondo sottesa ad ogni incontro. La testimonianza dell’intellettuale di San Pietroburgo ha poi offerto ai partecipanti uno scorcio della realtà culturale russa di oggi, con particolare riferimento alle difficoltà – ma anche alle potenziali ricchezze – del dialogo tra cattolici ed ortodossi. Tra i contributi portati nel dibattito dai partecipanti al Forum si sono distinti quello di Pavle Rak che, dal suo punto di vista di scrittore e viaggiatore, ha individuato e dipinto una serie di confini invisibili che solcano l’Europa; accanto a lui ancora la voce di Fabrizio Miani, che ha avvicinato il tema dell’Altro dell’Europa dal versante delle arti figurative.

Dagli interventi e dal dibattito è emersa anzitutto la consapevolezza che l’integrazione Europea – la compenetrazione di tante “alterità” – è un fatto primariamente culturale, che non si esaurisce certo nell’abbattimento dei confini nazionali geografici pur essendone positivamente influenzato. La testimonianza di Tatjana Goritcheva ha poi portato all’attenzione di tutti l’impoverimento e la barbarie che derivano da una concezione di incontro tra popoli, religioni e identità regolato esclusivamente dal mercato. Si è anche osservato che la cultura europea oggi non sembra essere in grado di reagire con forza ad una visione del mondo incentrata sul denaro e sul profitto; anzi essa molto spesso assume questa Weltanschauung, impostando di conseguenza anche la questione dell’Altro, sia che si tratti dell’alterità dei popoli dell’Europa Orientale oppure di quella dei popoli del Bacino Mediterraneo che in maniera crescente giungono nel Vecchio Continente. Si è dunque riaffermata l’urgenza di rilanciare una visione del mondo diversa, una visione che attinga al patrimonio della cristianità orientale e occidentale assieme; una Weltanschauung dunque che sappia restituire all’uomo il primato sul profitto, alla cooperazione il primato sulla competizione e più in generale allo spirituale il primato sul materiale. Forse, all’alba del terzo Millennio, proprio questo modo di vedere la realtà risulterà essere il vero Altro del pensiero e della cultura europea.

Tutti i contributi del Forum Orient-Occident sono disponibili sul sito dell’Istituto Internazionale Jacques Maritain – Sezione del Friuli-Venezia Giulia (www.maritain.org).

 

Cf.: Giovanni Grandi, Segretario esecutivo, Istituto Internazionale Jacques Maritain – Sezione del Friuli-Venezia Giulia, Via Torrebianca, 13, I-34132 Trieste; tel.: +39.040.365.017; tel./fax: +39.040.364.409; fvg@maritain.org; www.maritain.org

 

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SARAJEVO: LA PASTORAL DE LAS VOCACIONES EN UNA EUROPA MULTICULTURAL

 

El Servicio Europeo para las Vocaciones (EUropean VOCATIOns Service), reunió en Sarajevo, del 4 al 7 julio de 2002, a los responsables de pastoral vocacional de Europa y trató de impulsar una pastoral vocacional común en el Continente, donde junto a situaciones propias de cada país, los principales problemas son comunes. El tema del encuentro de este año era La pastoral de las Vocaciones en una Europa Multicultural, y tuvo lugar en el significativo marco de Sarajevo, la ciudad de las tres culturas, símbolo por excelencia de la Europa multicultural. La ciudad, en la que aún se aprecian las heridas de la guerra reciente, se recupera lentamente y trata de recuperar el ritmo normal. Los movimientos de población provocados por el conflicto han hecho de ella la segunda ciudad musulmana de Europa, tras Estambul. La comunidad católica, reducida ahora apenas a un escaso 8 o 10% –la guerra provocó la huída o el exilio de casi la mitad de los católicos de la ciudad– acogió a los responsables en el Seminario de la archidiócesis. El Congreso ha permitido a los asistentes un conocimiento de primera mano de los sufrimientos de la Iglesia católica en esta región, que vio completamente destruido el 80% de sus templos e instalaciones, así como la muerte de numerosos sacerdotes, religiosos y fieles, asesinados in odium fidei. Todos estos elementos han constituido el marco ideal de reflexión acerca del tema, La Europa multicultural, sus posibilidades y sus límites.

Invitado a este congreso era D. Melchor Sánchez de Toca Alameda, oficial del Consejo Pontificio de la Cultura, quien en su intervención habló sobre La Iglesia y la identidad cristiana en una Europa multicultural. Consecuencias para el cristianismo y para la pastoral vocacional. En efecto, el actual contexto de creciente diversificación cultural provocado por los fenómenos migratorios y por profundos cambios sociales, está modificando notablemente la fisonomía cultural de Europa. Es necesario estudiar en qué medida tales cambios están afectando al modo en que viven su fe millones de cristianos en el continente. Indudablemente hay una “multiculturalidad” histórica en Europa, que constituye una de las fuentes de su riqueza y su patrimonio espiritual. Esta diversidad, sin embargo, tiene un sustrato común proporcionado por la fe cristiana. El actual pluralismo cultural tiene que ver más bien con la llegada de grandes masas de immigrantes procedentes de áreas extraeuropeas, con sus respectivas culturas. También con la desintegración o fragmentación de las culturas tradicionales en Europa, que dan lugar a nuevos modelos de referencias culturales, marcados a menudo por el secularismo, la indiferencia religiosa e incluso por una abierta hostilidad hacia el cristianismo. Es difícil evitar la sospecha de que cuando en ambientes políticos europeos se habla de “multiculturalidad” o “multi­culturalismo” no se trata tanto de la descripción de un hecho cuanto de la imposición de un programa. Como dice D. Peter Fleetwood, Oficial del Consejo Pontificio de la Cultura, se tiene la impresión de que “multi­culturalismo” no es un término descriptivo sino prescriptivo, el ideal de una sociedad en la que todas las culturas tienen el mismo valor, una sociedad sin clases en el plano cultural, que es en realidad un burdo intento de marginar el cristianismo del proceso de construcción europea y de crear una nueva identidad laica para el continente.

Naturalmente, este proceso cultural no deja de influir en el modo de vivir la fe. En un ambiente impregnado de relativismo cultural y ético, muchos cristianos padecen una fuerte crisis de identidad. Los compromisos definitivos, que en la vocación al sacerdocio o a la vida consagrada hallan su expresión en el celibato y en la profesión de los consejos evangélicos, se difuminan y pierden sentido en un ambiente donde todo es relativo y revisable. La componente carismática, no institucional, fuertemente subjetivista de la cultura actual influye también en la percepción de la Iglesia como elemento objetivo, visible y externo, que es considerado un estorbo.

Todos estos son factores presentes en mayor o menor medida en todo el continente. Si el ambiente general puede inducir al pesimismo, no podemos olvidar en cambio que ofrece también grandes oportunidades para el anuncio del Evangelio. La presencia de grandes comunidades de inmigrantes son una oportunidad para una nueva evangelización. Y si bien el relativismo es un torpedo contra la línea de flotación de la fe, en cambio es necesario decir que la tendencia al misticismo y a la interiorización típicas de la religiosidad post-moderna constituyen un desafío para los cristianos, un estímulo para vivir en profundidad los misterios de la fe y vivir un cristianismo que, como señala Juan Pablo II en Nuevo Millennio Ineunte, se distinga por el arte de la oración.

 

 


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