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 Pontifical Council for the Pastoral Care of Migrants and Itinerant People

People on the Move - N° 91-92, April - August 2003, p. 323-335

La Pastoral de la movilidad humana.

 realidad, necesidad y desafíos desde la perspectiva de América*

 

Hna. Janete FERREIRA

Secretaria Ejecutiva

Secretariado para la Pastoral de Movilidad Humana

SEPMOV - CELAM

Introducción

La imagen de un mundo estático, casi sin movilidad, se ha perdido totalmente y es visible, por el contrario, la que muestra un mundo en constante intercambio, permanente tránsito de personas, de columnas de itinerantes que se cruzan en todas las direcciones y por diversas razones en un mundo que se ha reducido a una "gran aldea".

El fenómeno de la Movilidad Humana se ha convertido en síntoma de algo nuevo, de algo que comienza a asomarse con rasgos inéditos por su magnitud. "La economía, ha pasado a ser planetaria; la política, en la medida que es realista, asume dimensiones mundiales, la vida social encuentra sus centros de animación a nivel mundial. La evolución del mundo a la que es necesario hacer referencia es esta, además de la movilidad humana. Hoy resulta imposible quedarse indiferente a la interpenetración de razas, civilizaciones, culturas, ideologías. El mundo ha quedado pequeño, las fronteras tienden a caer, el espacio presenta planteamientos nuevos, las distancias se desvanecen, la vida hace sentir las propias repercusiones desde las zonas más alejadas: todos vivimos en un único poblado"[1]. La Iglesia no ha permanecida ajena a esa realidad en el pasado, desde los tiempos bíblicos y naturalmente no lo está en el presente, como lo prueba el esfuerzo que realiza para comprender este fenómeno y a la vez asistir a quienes se hallan inmersos como protagonistas del mismo.

En América la movilidad humana no es nueva, pero ha adquirido en este siglo una dinámica que no era conocida con anterioridad, existiendo países que derivan población y otros que acogen a aquellas, sin que falte el flujo que de América se desplaza hacia Europa y Asia. 

Podemos relacionar las siguientes categorías de personas en movilidad hoy en día:

  1. Migrantes e Itinerantes- Dos términos distintos que representan dos clases de personas: las que viven en movilidad y las que están implicadas en el fenómeno como son los estudiantes en el extranjero y los obreros y técnicos que, debido a grandes trabajos o investigaciones científicas en el ámbito internacional deben trasladarse de un país a otro (Cf. Anuario Pontificio, 1993, pág. 1741)[2].
  2. Emigrantes- Los emigrantes son aquellos individuos que salen de su país para ir a establecerse en otro[3].
  3. Inmigrantes- Los inmigrantes son aquellos individuos que se establecen en un país que no es el suyo.
  4. Fronterizos- Los fronterizos son los individuos que se establecen en zona fronteriza.
  5. Temporeros- Las personas que migran por un tiempo limitado, eso es, por el tiempo de la cosecha. Puede ser al interno del país como en otro país que no es el suyo.
  6. Transmigrantes- Estos son los individuos que se han establecido en otro país pero mantiene casa y su familia en el país de origen, con posibilidades de controlar la vida familiar y social en el país de origen y trabajar en otro.
  7. Refugiados- Personas que a causa de guerras, revoluciones, persecuciones, etc., buscan asilo en país extranjero[4].
  8. Desplazados- Personas que a causa de guerras, revoluciones, etc., buscan asilo en otra parte de su país.
  9. Traficados- Son las personas que salen de su país mediante amenazas, uso de violencia, abuso de autoridad, endeudamiento, engaño o otras formas de coacción, y son obligadas a realizar actividades en contra de su voluntad en el servicio doméstico, prostitución forzada, matrimonios serviles, trabajos forzados u otros con fines de explotación.
  10. Deportados- Son las personas que contra su voluntad son devueltas a su país de origen.
  11. Retornados- Son las personas que voluntariamente vuelven a su país de origen.
  12. Exiliados- Las personas que se encuentran lejos de su país por motivaciones de políticas contrarias a las propias.
  13. Marineros- Son los hombres y mujeres que trabajan en el mar o por las gentes del mar.
  14. Aeronavegantes- Son los hombres y mujeres que trabajan en el aire o por las gentes del aire.
  15. Transportadores- Son los hombres y mujeres que trabajan en la carretera o por la gente de la carretera.
  16. Peregrinos- Son personas que por devoción emprende un viaje para visitar algún santuario en su propio país o en otro.
  17. Turistas- Persona que viaja por descanso y recreo en su propio país o en otro.
  18. Gitanos- Son hombres y mujeres que pertenecen a un pueblo nómada, errante.
  19. Circenses- Son hombres y mujeres que pertenecen al mundo del circo, del espectáculo errante.
  20. Recreacionistas- Son hombres y mujeres que pertenecen al mundo de los parques de diversión, de los espectáculos ambulantes.

El fenómeno de la Movilidad Humana se intensifica y plantea exigencias e interrogantes a los cuales la sabiduría pastoral trata de dar respuestas adecuadas. Por eso es necesario consideraciones profundas que renueven el compromiso de la Iglesia. El Concilio Vaticano II ya nos presentaba el criterio de fondo: "Préstese un interés especial hacia aquellos fieles que, en razón de sus particulares condiciones de vida, no pueden disfrutar de modo suficiente de la común y ordinaria atención pastoral de los párrocos o bien que hallen privados totalmente de la misma; este es el caso de muchísimos emigrantes, exiliados, prófugos, navegantes, empleados en los transportes aéreos, nómadas y otras categorías análogas de personas. Las Conferencias Episcopales y especialmente aquellas nacionales deberán dedicar cuidadosa atención a los más urgentes problemas que miren antedichas categorías de personas."[5]

Para efectos de esta presentación, vamos a centrarnos en tres áreas específicas de la Pastoral de Movilidad Humana que son: Migración, Apostolado del Mar y Turismo, ya que estas son las áreas que el Secretariado para la pastoral de Movilidad Humana - SEPMOV, anima en América latina y el Caribe.

1. Apostolado del mar

América Latina y el Caribe son bañados por océanos y numerosos ríos que riegan nuestros países. Los puertos se han multiplicado en todas las regiones. Todos los países tienen sus puertos que son una especie de termómetro para saber como anda la actividad económica de los países. Incluso Bolivia y Paraguay tienen sus embarcaciones y exportan sus productos a través de puertos de los países vecinos.

Si se puede decir que hubo un gran incremento en la actividad naviera y portuaria no se puede decir lo mismo del Apostolado del Mar; en la región la Obra del Apostolatus Maris está oficializada por la Iglesia hace muchos años y es parte de uno de los dicasterios de la curia romana pero podemos afirmar que estamos casi en el comienzo.

La situación social y económica de gran parte de los marinos y pescadores y gente de mar en general, en lo que respecta a su inserción en la sociedad, ha llegado a extremos insostenibles. A menudo las personas son mal remuneradas, las embarcaciones inseguras e incómodas y las empresas privilegian el capital y la ganancia monetaria antes que el ser humano y su familia.

Lo anterior se suma a las condiciones adversas de los puertos y a la característica de vida de las gentes de mar donde hay discriminación, ruptura familiar y exposición constante a la adquisición de malos hábitos sociales que atentan contra su vida espiritual y cristiana.

Países que tienen el Apostolado del Mar organizado o con alguna organización: Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, Colombia, Ecuador, Venezuela, México.

Desafíos pastorales:

  • Conocimiento más profundo de la realidad de las gentes del mar.
  • Preparación, entrenamiento y capacitación de suficientes capellanes y agentes de pastoral del mar.
  • Apertura de la pastoral parroquial, en aquellos lugares donde hay marinos y pescadores, al Apostolado del Mar.
  • Colaboración de la Iglesia con otras organizaciones sindicales, ecuménicas y oficiales, como también con asociaciones de marinos y de pescadores.
  • Dificultades para manejar situaciones pluriculturales, interreligiosas y barreras del idioma

Perspectivas: 

  • Sensibilizar y motivar a las Iglesias de América Latina y el Caribe sobre la necesidad de interactuar con los marinos y pescadores como lo indica el Cap. IV de Eclesia in América.
  • Estudiar, divulgar y poner en práctica en cada país la carta apostólica de Juan Pablo II sobre el Apostolado del Mar.
  • Utilizar eficazmente los medios de difusión radial y otros sistemas de comunicación para la motivación de todos los sectores involucrados en la pastoral del mar.
  • Lograr una efectiva formación de religiosos y laicos, marinos y pescadores jubilados y sus familias en el Apostolado del Mar.
  • Motivar a las Conferencias Episcopales respectivas para que colaboren con las Iglesias particulares involucradas en el Apostolado del Mar.

2. Pastoral del Turismo

El incremento del fenómeno turístico (con 698 millones de turistas en 2000 y 1.600 millones previstos para el 2020) se ha convertido en una de las primeras fuerzas económicas en todo el mundo y una importante fuente de ocupación laboral.

Este fenómeno es un hecho social y económico de múltiples dimensiones y que puede implicar a las personas de muy diferentes maneras: diálogo cultural y religioso, respeto ecológico, impacto en las comunidades locales, turismo sexual, defensa y promoción de los derechos de los trabajadores del turismo, exigiendo una respuesta pastoral específica de parte de la Iglesia.

En América Latina y el Caribe el desarrollo de la industria turística plantea un desafío importante para la Iglesia que no debe ignorar las dimensiones de este hecho productivo que involucra a más de dos millones de personas que trabajan en un sector que contrario a otras actividades económicas, implica organizar seres humanos para atender las necesidades de millones de mujeres y hombres que se movilizan de sus hogares en todas las direcciones, en busca de esas atenciones.

La Iglesia se encuentra hoy ante un hecho económico beneficioso y útil pero que plantea efectos negativos culturales, sociales, ambientales y morales. "Todo un conjunto de problemas que el hombre debe saber resolver y situaciones humanas, a la vez, ante las cuales la Iglesia no puede permanecer ajena, por las situaciones morales y espirituales planteadas al hombre en su relación con su misión salvifica"[6].

Muchos de los católicos que trabajan en la industria turística en América latina y el Caribe con frecuencia, al hablar de estos temas, se quedan con la impresión de que las estructuras eclesiales de muchos países de la región, llamadas a dar una respuesta, no le están dando el seguimiento que demanda la expansión del sector.

Tradicionalmente se ha hecho más énfasis en la atención a las necesidades espirituales del turista, pero las realidades de la región y los complejos procesos, peculiaridades del desarrollo de la industria en nuestros países, indican que la prioridad para la Pastoral del Turismo en América Latina y el Caribe, es atender a los que trabajan en el turismo y acompañar a las comunidades impactadas por una actividad que introduce cambios inesperados en sus vidas, y para los cuales ellas no están preparadas.

Países que tienen la Pastoral del Turismo organizada o con alguna organización: Argentina, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, México.

Desafíos:

  • Degradación ambiental
  • Nuevas influencias socioculturales
  • Marginación de las comunidades locales
  • Aumento del costo de la vida
  • Nuevas formas de delito y desarraigo social

Perspectivas:

  • Atender las necesidades de las personas que trabajan en la industria turística y las comunidades receptoras de turismo, acompañarlas y orientarlas para superar los impactos que esta actividad produce en ellos y en las vidas de las comunidades.
  • Promover el conocimiento sobre la industria turística y la visión de la Iglesia, para crear las condiciones para una pastoral de turismo dinámica en correspondencia con los desafíos y retos que plantea esta creciente realidad al pueblo de Dios.
  • Alentar proyectos de educación y de organización que contribuyan a preparar a las personas que trabajan en la industria y a las comunidades receptoras para manejar los impactos que provocan los flujos turísticos masivos.
  • Estimular a las universidades y centros de investigación a realizar estudios sobre los aspectos socioculturales y otros efectos del desarrollo de la industria turística en las comunidades receptoras.
  • Promover la relación y la coordinación de actividades entre las diócesis de América Latina y el Caribe con zonas receptoras de turismo y las diócesis de origen de los principales flujos turísticos hacia nuestra región.
  • Promover una visión cristiana y solidaria en torno a la actividad turística en las comunidades emisoras de turismo
  • Atender las necesidades espirituales de los turistas en los destinos a los que acuden a vacacionar.

3. Pastoral Migratoria

Prácticamente todos los países han tenido la experiencia del desplazamiento de los campesinos a las ciudades. En los países del "tercer mundo", este fenómeno se acrecienta aún más por los desplazados por efecto del terrorismo y del narcotráfico, al punto que las proporciones históricas se han invertido y actualmente la mayor parte de la población vive en las ciudades y en las periferias suburbanas. Es evidente que los recién arribados suelen carecer de vivienda digna, de servicios públicos, de educación (que aún en caso de recibirla, no está adaptada a las nuevas circunstancias en las que se encuentran), de seguridad social y pública, de transporte adecuado y de empleo permanente. Por ende muchos suelen nutrir el subempleo o caer en las redes de las ocupaciones ilegales (narcotráfico, crimen o prostitución). Lo que se da de hecho es que la abundancia de la oferta laboral de los migrantes deprime el precio-salario de los trabajadores, y encarece el capital, siempre más escaso que la mano de obra.

El segundo gran éxodo migratorio es provocado por la creciente pobreza de los países[7]que, al no poder ofrecer un empleo -especialmente a las generaciones jóvenes-, prácticamente las fuerzan a que emprendan el viaje hacia los grandes centros económicos de Estados Unidos y Europa. Así, bajo el impulso decisivo del mercado, pero también de la violencia y de las guerras, muchísimas personas se ven forzadas a abandonar sus países y a emigrar a otros, para resolver sus necesidades básicas o para encontrar un asilo humanitario. Este fenómeno es de tal magnitud que debe ser considerado como un aspecto de la globalización, en especial en América Latina y El Caribe. El costo de las migraciones es pagado con frecuencia por el mismo emigrante, que se convierte así, en medio de producción de explotadores. Se calcula que hay aproximadamente unos 50 millones de migrantes que han salido de sus países en la región, muchos forzados por miseria, hambre, violencia o guerras.

En los países en que se asientan los migrantes, tanto en América Latina y el Caribe como en Europa y los Estados Unidos, se generan conflictos raciales, religiosos y culturales, que hacen todavía más difícil su situación. Este auge y la evolución del racismo, de la xenofobia, no puede explicarse a partir de factores coyunturales o ideológicos, más bien debemos buscar su relación con los profundos cambios sociales de los últimos 20 o 30 años. El racismo, la xenofobia son formas de expresión de la crisis actual de la modernidad. La irrupción de la xenofobia en Europa, ha provocado en esos países un nuevo debate sobre el trato futuro para con los inmigrantes. En América, más que en Europa, el problema se agrava por la irregularidad de los inmigrantes, según las leyes de Estados Unidos, lo cual coloca a dichas personas en una situación de indefensión ante los atropellos que sufren, además de propiciar su explotación por sus empleadores y de mantenerlos bajo una amenaza continua de las autoridades.

En esta misma realidad, también se reconocen los signos de esperanza que han sido para las Iglesias de acogida el frescor de la fe, y la riqueza de nuevas perspectivas culturales que les aportan los inmigrantes. También conviene constatar que un número considerable ha logrado vincularse en la vida económica, social y política en los países receptores, asumiendo cargos de responsabilidad social y política. Por otro lado para los países de origen ha sido vital para su crecimiento económico las remesas estimadas en aproximadamente 22.000 millones de dólares anuales, que permiten sobrevivir y, en algunos casos mejorar el nivel de vida para sus familias[8]

Países que tienen la Pastoral Migratoria organizada o con alguna organización: Argentina, Paraguay, Brasil, Chile, Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia, Venezuela, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala, República Dominicana, Haití, Cuba, México.

Algunas experiencias de la Pastoral migratoria en América Latina y el Caribe

“Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, sobre todos de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón. La comunidad cristiana está integrada por hombres y mujeres que, reunidos en Cristo, son guiados por el Espíritu Santo en su peregrinar hacia el reino del Padre, y han recibido la buena nueva de salvación para comunicarla a todos. La Iglesia, por ello, se siente íntima y realmente solidaria del género humano y de su historia” ( Gaudium et Spes, 1).

Es este el espíritu que nos mueve y que hace que nuestra pastoral sea integral, teniendo en cuenta los diferentes servicios que demandan las necesidades de los migrantes, en cualquier condición. Al respeto, hoy se observa respuestas de la Iglesia, principalmente, en tres áreas específicas.

Acogida o Asistencia Inmediata 

La Iglesia considera que el migrante es portador de la historia y de la cultura de un pueblo. Acoge como sujeto y no como indigente, se abre con simpatía a los valores culturales de una persona en concreto, aunque no sean coincidentes. Favorece el diálogo del migrante con los nacionales y contribuye a tejer relaciones satisfactorias entre ellos mismos. Estamos llamados a vivir la gratuidad total en la acogida, sin discriminar a nadie por su color, religión o incluso por su conducta. La Iglesia no mira el pasaporte de uno antes de ayudar y defender.

Los servicios de acogida de la Iglesia contemplan la información sobre los derechos de los migrantes, promueven una autentica solidaridad nacional y defienden sus derechos de todo atropello.

Actúa concretamente mediante sus servicios e instituciones creados al respeto: Centros de Atención al Migrante, Casas de Migrante, Oficinas de Derechos Humanos, Servicios de Documentación y Asesorías Jurídicas

 Lo que se promueve en dichos servicios:

  • Centros promotores de justicia por la defensa y el reconocimiento de los derechos de los migrantes como personas y como trabajadores, así como de sus familiares;
  • Son espacios de libertad, donde se vive la gratuidad total de la acogida, sin discriminar a nadie por su color, religión e incluso por su comportamiento, donde la persona migrante puede ser ella misma, y sin sentirse forzada a perder sus raíces;
  • Lugar en donde se comparte la igualdad de derechos en la que no cabe la palabra extranjero.

Sensibilización social y política

La fidelidad a Jesucristo, que ha hecho suya la causa del migrante, pide a la Iglesia defenderlo asumiendo la denuncia y la acción sobre las causas que generan el fenómeno de la migración. Nuestra acción apunta al cambio de las estructuras económicas, sociales y políticas que generan discriminación y marginalidad. El desarrollo de cada uno de los países y de cada una de las personas no puede realizarse a costa de la explotación de hombres, mujeres y pueblos más pobres.

Para llevar a cabo su misión se han creado en la Iglesia los siguientes espacios:

  • Secretariado para la pastoral de Movilidad Humana del CELAM (SEPMOV)
  • Comisiones Nacionales, Diocesanas y Parroquiales de Pastoral de Movilidad Humana
  • Centro de Estudios Migratorios

Estos espacios orientan su práctica a:

  • Conseguir, junto con otras instituciones sociales, una legislación cada vez más justa en el marco democrático de las constituciones nacionales, con el fin de erradicar la situación marginal que sufre el migrante y para eso se realizan Foros Nacionales e Internacionales, acciones de incidencia en el poder legislativo, intercambio de experiencia legislativas, etc.
  • Formación de migrantes, responsables y animadores de grupos, para que sean ellos mismos los protagonistas de su nueva historia de hombres y mujeres desterrados. Este proceso de formación es a partir de la misma condición de migrante trabajador. El esfuerzo va en el sentido de que la persona migrante recomponga su escala de valores y afiance así su propia identidad. Esto se alcanza principalmente organizando grupos de intercambio de información y autogestión de su nuevo modo de vivir.
  • Apoyar a la familia migrante, que corre el riesgo de ser vulnerable en su doble elemento vital: la cohesión interna y la estabilidad. Y, naturalmente, también en lo que se refiere a la educación y al futuro de sus hijos. La pastoral trabaja para “aproximar a la familia con el amor y la luz de Cristo, con la estima y el deseo de estudiar y comprender los problemas, en el respeto vigilante y atento de los valores enraizados en el corazón y espíritu de la familia migrante, para ofrecer orientación y guía en la amplia gama de inquietudes, dificultades, penas y aspiraciones que la oprime”( Mensaje del Papa Juan Pablo II para el día del Migrante, 1981). Este esfuerzo va orientado en el sentido de acompañar grupos de familias para que puedan ir buscando respuesta a la nueva situación en que viven.
  • Formación de agentes, responsables de la animación de la pastoral, de la sensibilización de la comunidad y que son encargados de la progresiva integración del migrante. En la práctica esta formación se realiza a través de talleres, jornadas, seminarios, cursos, etc. Existe en Latinoamérica millares de agentes de pastoral migratoria formados y en formación.
  • Sensibilizar a la sociedad, creando opinión a favor de los migrantes y dando a conocer sus derechos y deberes, así como las verdaderas causas de la migración. Esta acción se realiza a través de la celebración del día o semana del migrante, y permanentemente utilizando de los medios de comunicación, las publicaciones propias de la pastoral, etc.
  • Reivindicar ante las autoridades, instituciones y personas el trato justo y respetuoso de los migrantes y la salvaguardia de sus derechos. Apoyando la formación de las autoridades en el tema de derechos humanos, denunciando las violaciones, implementando acciones de incidencia, etc.
  • Crear espacios de reflexión, de pensamiento y de formación sobre el fenómeno migratorio. Existen por lo menos 10 Centros de Estudios Migratorios y se han constituido, en varios países, Foros Nacionales o Mesas Nacionales para tratar el tema migratorio y, en muchos de ellos, la Iglesia ha jugado un papel protagónico.
  • Promover ante los gobiernos la ratificación de las Convenciones Internacionales que protegen a los migrantes y sus familias con acciones de incidencia.
  • Establecer un trabajo de comunión y solidaridad entre las Iglesias de origen, tránsito y destino de migrantes. Se realiza esta acción a través de la coordinación y comunicación que hay entre las instancias de Pastoral de Movilidad Humana en cada uno de los países.

Promoción humana y cultural

La Iglesia que se encuentra hoy inmersa en una sociedad no uniforme, pluralista, que ha experimentado profundos cambios culturales y en la que, además, se vive el impacto de una larga crisis económica y social, que plantea graves problemas de justicia y genera, con importantes costos humanos, nuevas formas de marginación y pobreza, quiere dar una respuesta coherente y coordinada a las necesidades del hombre y mujer migrante.

Algunas acciones de la Iglesia a este nivel:

  • Propone un sistema de valores, nacidos del Evangelio y de la fe, que impulsa la solidaridad y la justicia y, a la vez, trabaja para lograr:
  • Una legislación justa que permita la acogida del migrante, con miras a facilitar su inserción ciudadana, a través de acciones de incidencia.
  • Prestar atención a las diferencias culturales, sociales y religiosas, para un mejor conocimiento mutuo que permita eliminar barreras y facilitar el enriquecimiento de ambas comunidades. La Iglesia promueve el compartir de culturas a través de festivales, músicas, danzas, celebraciones religiosas, etc.
  • Atender la dimensión obrera del migrante, acompañando a grupos de migrantes trabajadores para que se organicen y hagan valer sus derechos.
  • Ayuda al migrante a abrirse a la cultura y a la sociedad en donde se encuentra. 

    “A propósito de su identidad, también el migrante asumirá las propias responsabilidades, mediante una actitud positiva y abierta que requiere conocimiento y empeño. Está llamado a superar y a eliminar el natural complejo de inferioridad y de marginación, siendo consciente de ser portavoz de valores culturales y religiosos, que contribuyen al bien de la sociedad en general y de la Iglesia local en particular. No se les eximirá de participar en las manifestaciones culturales del pueblo que les acoge, esforzándose por conocer el idioma y los fundamentales factores de la cultura que los acoge. Al mismo tiempo los migrantes se aproximarán con ánimo fraterno a los otros grupos de migrantes presentes en el país, provenientes de otros pueblos, culturas, religiones, o de otras confesiones cristianas” ( Mensaje del Papa Juan Pablo II para el día del Migrante, 1982).

  • Potencia y da a conocer los valores culturales, religiosos y éticos, propios de los distintos pueblos residentes en un país. Es fundamental el respeto a las personas y a los pueblos, porque la sociedad ha dejado de ser homogénea. Para la Iglesia “ninguno, en ningún lugar, puede ser considerado como un extranjero”(Ad Gentes, 4.8). Esta acción se da a través de la promoción de festivales, músicas, danzas, celebraciones religiosas propias de cada pueblo.
  • Trabaja por la integración del migrante en la sociedad en donde se encuentra, a través de una tarea de promoción humana, social y cultural del migrante y del reconocimiento de sus valores. Ayuda a los migrantes a que conozca las leyes, aprenda el idioma y que se integre a su nueva sociedad.

Consideraciones finales

El futuro del hombre y de la mujer en movilidad humana es incierto. Y es incierto, porque la sociedad en la que vivimos y de la que formamos parte no tiene una política coherente y definida en torno a este tema.

Es verdad que no es posible una política de puertas abiertas, pero si los migrantes, refugiados, gentes del mar y trabajadores del turismo deben ser tratados y considerados como personas. Lamentablemente las leyes nacionales favorecen muy poco el principio de igualdad de trato entre nacionales y extranjeros. Se está tratando a cada vez más a estas personas como seres de otra categoría.

Por otra parte, mientras se sigan moviendo los hombres y mujeres y no el capital, continuarán llegando a las puertas de los países más ricos las masas de pobres. Si las políticas económicas no cambian a nivel mundial en la perspectiva de unas nuevas y justas relaciones internacionales, seguirá creciendo el número de migrantes, refugiados, desplazados que irán creando tensión en la medida en que no se dispone de mecanismos de alojamiento y de integración.

¿Qué futuro les espera? ¿Hacia dónde caminarán? ¿Serán capaces de ir tomando conciencia colectiva respecto a la dimensión cultural, social y política de su nuevo status? ¿Caerán cada día más en el individualismo y en el aislamiento? ¿Caminarán hacia una integración en una sociedad pluricultural, que supere nacionalismos culturales y que acepte los valores que en los diferentes campos aporten las comunidades presentes? Y la segunda generación ¿qué futuro le espera?

A los que hemos optado por acompañar a estos hombres y mujeres, es necesario saber analizar, discernir, buscar y adoptar soluciones adecuadas. Quien quiera responder al problema de la marginación no puede prescindir de un análisis. La caridad cristiana necesita redescubrir la dimensión económica, cultural, política y religiosa para comprometerse con la verdad a favor de los marginados. No basta la buena voluntad y los deseos de hacer algo. Primero hay que saber analizar el fenómeno y comprender en toda su globalidad la condición migrante, refugiado, desplazados, gentes del mar, trabajadores del turismo y luego hay que estar dispuestos a caminar junto a ellos en la escucha, respetando su identidad, facilitando herramientas para su integración y desarrollo como personas. Sólo a partir de la condición compartida es posible caminar junto a ellos.
 
* Intervención al I Congreso Nacional sobre la Pastoral de la Movilidad Humana, celebrado en Veracruz del 10 al 14 marzo 2003.
[1] Iglesia y MH, no. 5.
[2] El éxodo de los pueblos, CELAM - DEVYM 1994, pág.387.
[3] Pequeño Larose Ilustrado 1992, pág. 388.
[4] Pequeño Larose Ilustrado 1992, pág. 882
[5] Decreto Christus Dominus, n. 18
[6] El éxodo de los pueblos. Manual de teología y pastoral de la Movilidad Humana. Prof. Néstor Tomás Auza y colaboradores. P. 231. Colección de Textos Básicos para Seminarios Latinoamericanos CELAM, 1994.
[7] Curiosamente por la desintegración nacional de los países, aunado al movimiento de bienes y servicios, genera una gran cantidad de movilidad. “…bajos salarios y desempleo son un obstáculo para la adquisición de habilidades. Aunque proveen incentivos para adquirir habilidades le quitan a la gente los medios para hacerlo” (Steeten 2001, 46). Entonces la gente busca nuevos horizontes donde puedan acceder a los medios para adquirir habilidades y aumentar sus libertades.
[8] Un estudio realizado por el Fondo de Inversión Multilateral, creado en 1993 para fomentar el desarrollo del sector privado en Latinoamérica, estimó que las remesas en la región se están incrementando en una tasa del 7% al 10% anual, estimuladas por las nuevas migraciones.
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