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MISCELLANEA


 

Mesa Redonda su El Patrimonio inmaterial

WUCWO visit to the Pontifical Council for Culture

Ricerca: I giovani e la cultura nellÂ’era della comunicazione

 

Summarium

 


 

 

 

EL PATRIMONIO INTANGIBLE

Tercera Mesa Redonda de los Ministros de Cultura – Unesco

 

Los días 16 y 17 de septiembre de 2002, Fray Fabio Duque Jaramillo, OFM, Subsecretario Consejo Pontificio de la Cultura participó como jefe de delegación, en compañía del Padre Giuseppe Gandolfo, OP, Director del Centro de Documentación para el Diálogo Cristiano-islámico de Estambul, en la Tercera Mesa Redonda de los Ministros de Cultura de los países miembros de la Unesco con participación de 108 países, 2 Miembros asociados de la Unesco (Macao y Las Antillas Neerlandesas), 2 Observadores ante la Unesco (Santa Sede y Palestina), 9 Organizaciones Intergubernamentales y No-gubernamentales.

El tema tratado en tal Encuentro tuvo como título: El Patrimonio inmaterial: Un espejo de la diversidad cultural.

Después de la ceremonia de apertura, la primera sesión de trabajo se dedicó al tema: ¿Por qué salvaguardar el patrimonio cultural inmaterial? En la Segunda sesión, la discusión estuvo centrada en La diversidad cultural y el desarrollo sostenible: repercusiones para el patrimonio inmaterial. En esta segunda sesión, habló el representante de la Santa Sede, manifestando la urgencia de respetar a la persona humana y de acoger como fundamental el aspecto espiritual y religioso de cada hombre. Defender el patrimonio cultural inmaterial es, en último término, defender al mismo hombre porque es la persona humana la que tiene y transmite la cultura intangible.

En la Tercera y última Sesión, la discusión estuvo orientada hacia la manera de Movilizar la solidaridad para la salvaguarda, la trasmisión y la promoción del patrimonio cultural inmaterial: políticas y medios para ponerla en práctica, a nivel local, nacional e internacional.

La principal dificultad nace de la falta de acuerdo aún en los elementos que componen el patrimonio inmaterial de las Culturas. Las opiniones fueron divergentes y al final no se pudieron unificar los pareceres. En los participantes quedó una idea que para la Iglesia Católica es fundamental: Favorecer la conservación del Patrimonio no-material es favorecer el desarrollo integral de la persona humana, al menos cuando este patrimonio se identifica con las creencias, los valores, los ritos y las religiones de las diferentes culturas. La intervención realizada en nombre de la Santa Sede contó con el apoyo de varios de los Ministros de Cultura de los países de la Comunidad Europea.

 

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Intervención de Fray Fabio Duque Jaramillo, ofm

 

Excelentísimas Señoras, Excelentísimos Señores

 

Agradezco, en nombre de la Santa Sede la invitación del Director General de la Unesco a participar en esta Mesa Redonda de los Ministros de Cultura con el tema El Patrimonio inmaterial: Un espejo de la Diversidad Cultural, en Estambul. Deseo expresar mi sincero agradeci­miento por la magnífıca acogida dispensada por las autoridades del Gobierno Turco, así como mis deseos de que encuentros de esta naturaleza puedan ayudar a las mujeres y los hombres de nuestros países a ser más plenamente personas humanas.

Hablar de patrimonio cultural inmaterial es referirnos a la persona. Mientras el patrimonio material en general hace referencia al pasado, éste patrimonio intangible, tiene como objetivo, el hombre viviente.

Cuando clamamos por la protección de tal patrimonio es porque estamos viendo amenazada la persona humana. De ahí, que saludamos con beneplácito el tema que nos convoca. Me alegra ver que aquí se ha hablado fundamentalmente de algo que a todos nos interesa: la persona y la manera como los hombres y mujeres de nuestro tiempo pueden llegar a ser plenamente ellos mismos. Quizás no logremos ponernos de acuerdo de manera exhaustiva sobre los elementos que conforman este patrimonio humano intangible, pero creo que todos concordamos en afirmar que se trata de salvaguardar a la persona humana.

Cuando pensamos en este tipo de patrimonio, nuestro pensamiento se dirige inmediatemente a los valores. Reconocemos que la cultura trata de conservar estos valores y que una auténtica cultura busca promover al hombre y a la mujer en su esencia como persona. Salvaguardar tal patrimonio es poner en juego a todo el ser humano, cuya dimensión espiritual, como ha sido reafirmado en este foro, no puede ser conculcada, so pena de amputar uno de los elementos más importantes de su realización. La apertura a la trascendencia permite a hombres y mujeres reconocer entre ellos su igualdad fundamental y asumir las propias diferencias. Sólo con la referencia a un trascendente que supera a la misma persona humana es posible renunciar a falsas superioridades que nos colocan por encima de los demás, destruyendo cualquier posibilidad de diálogo. El diálogo entre las culturas exige una dimensión espiritual y religiosa, que se expresa en el respeto por el otro y en un comportamiento que reconstruye el ser interior de cada persona.

La globalización en sí misma no es ni positiva ni negativa. Pero si tal proceso concluyese en una fagocitación salvaje de las culturas, se revelaría como un atentado contra el ser humano. Ya muchos sistemas del pasado han querido reducir a la persona humana a un simple animal económico. La historia ha demostrado que los sistemas caen, pero el hombre y la mujer continúan, manifestando su extraordinaria grandeza en medio de sus debilidades.

Defender el patrimonio cultural inmaterial es defender al hombre, porque –como lo afirmaba en esta misma sala el representante de la Federación Rusa– es la persona quien tiene y trasmite la cultura intangible. Muchas gracias.

 

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WUCWO VISIT TO THE PONTIFICAL COUNCIL FOR CULTURE

 

Eight members of the Council of the Worldwide Union of Catholic WomenÂ’s Organisations (WUCWO)/Union Mondiale des Organisations Féminines Catholiques (UMOFC) visited the Pontifical Council for CultureÂ’s offices on 24th September 2002. They came from Hungary, the Republic of Korea, Italy, Togo, Nigeria, Ghana, Cuba and Mexico, and spoke of the priorities of Catholic womenÂ’s organisations in their own countries and of WUCWO/UMOFC itself. In South Korea, Catholicism is still young, having been present there for only 200 years, as against 500 years of Confucianism and a very long Buddhist presence. Christianity often appears, or is allowed to appear, to clash with traditional culture. In Italy it is exactly the opposite situation, but people seem to be in desperate need of basic Christian formation. In the African countries represented, there is a need for Catholic women to learn to look beyond the limits of their own organisations so that the work done may be genuinely ecclesial and not “parochial” in the narrow sense. There are also enormous problems for women and children subjected to violence, and work needs to be done to bring the faith into peopleÂ’s homes. Hungary is free after years of repression, but now the important thing is to distinguish correctly between freedom and licence. The main priorities for WUCWO/UMOFC are education, the problem of violence against women and human rights. Education is of paramount importance.

The leader of the visiting group said that one of WUCWO/UMOFCÂ’s aims is to learn more about the various Dicasteries of the Holy See, so Cardinal Poupard asked Father Peter Fleetwood to explain the Pontifical Council for CultureÂ’s work in English. He concentrated on two points, namely the creation and steady expansion of the worldwide network of Catholic cultural centres, and plans in the area of research on unbelief. The emphasis has changed since the demise of so many Marxist-Leninist regimes. Non-belief is no longer a systematic programme of opposition to religion, but an insidious factor in many cultures. Father Fabio Duque Jaramillo o.f.m. stressed that women, particularly mothers, can generate a new outlook on society, to sow seeds of peace or war, to hand on the value of respect for other people as signs of GodÂ’s presence in the world.

Cardinal Poupard suggested WUCWO/UMOFC might have an interesting and useful contribution to make to the Pontifical Council for Culture’s work by responding to the questionnaire on the current situation regarding unbelief throughout the world. The classic conflict between the Church and Marxist-Leninist regimes has long gone, and what is left now is a great indifference to the Gospel and to religion in general, often echoed on the lips of young people in the English-speaking world with the phrase “it’s boring”. One must also consider negative and often destructive values spread by media culture. But the key challenge in the culture of modernity and post-modernity is freedom. What the Gospel says about being made free by the truth is unacceptable for many women today. For them, the Church is the antithesis of freedom. Christians need to be bilingual, in the sense of cherishing and speaking fluently the language of Christianity, and being able, at the same time, to speak to the culture in which they live. In speaking of a group of creative young people who spread the Gospel through contemporary music, His Eminence stressed that, for young people, the most important thing is joy.

 

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I GIOVANI E LA CULTURA NELLÂ’ERA DELLA COMUNICAZIONE

 

Durante il Convegno nazionale Parabole mediatiche. Fare cultura nel tempo della comunicazione, organizzato dalla Commissione Episcopale per la Cultura e le Comunicazioni Sociali della C.E.I., e svoltosi a Roma dal 7 al 9 novembre 2002, è stata presentata dal Dott. Giuseppe De Rita e dalla Dott.ssa Elisa Manna una interessantissima ricerca del CENSIS su “I giovani e la cultura nellÂ’era della comunicazione”, condotta nei mesi precedenti su un campione di 1000 giovani italiani dai 18 ai 30 anni, e promossa dalla Conferenza Episcopale Italiana. I risultati di questa preziosa indagine sono raccolti nel Rapporto finale, di 143 pagine di testo e tabelle.

Volendo approfondire la tematica sviluppata dalla ricerca, ed in particolare quegli aspetti che rientrano anche nellÂ’inchiesta sulle forme attuali di non credenza condotta dal Pontificio Consiglio della Cultura, a partire dalle risposte al Questionario pubblicato su questa Rivista (4/2002), Sua Eminenza il Cardinal Poupard ha invitato la stessa Dott.ssa Elisa Manna, responsabile dellÂ’équipe che ha condotto la ricerca, ad illustrare a tutti gli Officiali del Consiglio, e ad alcuni graditi ospiti, i risultati dellÂ’indagine.

LÂ’incontro è stato quanto mai proficuo e utile. La chiara esposizione della Dott. Manna ha consentito di conoscere ancora meglio i fenomeni emergenti nel panorama giovanile italiano, ed il dibattito successivo ha permesso di approfondire e chiarire alcuni elementi più interessanti per lÂ’impegno del Pontificio Consiglio della Cultura. Emergono non pochi motivi di preoccupazione, ma contemporaneamente interessanti sviluppi della situazione personale e comunitaria dei giovani italiani. Proprio a partire da questi sviluppi, adeguatamente ripensati dalla comunità cristiana come “punti dÂ’appoggio” per la formazione delle stesse giovani generazioni, si può guardare al futuro con meno pessimismo e, cogliendo senza censure i messaggi che ci vengono dalla realtà giovanile, poterla poi orientare verso obiettivi e traguardi e metodi educativi che sappiano efficacemente rispondere alle domande più intime e profonde, mai del tutto sopite o cancellate e che, seppur in forme nuove e particolari, continuano ad affiorare nellÂ’animo dei più giovani.

Riportiamo qui una nostra sintesi della ricerca, perché possa stimolare nei lettori la riflessione su una realtà tanto importante per la pastorale della cultura. Ulteriori informazioni sono rintracciabili presso il sito http://www.censis.it.

 

 

I giovani e la cultura nellÂ’era della comunicazione (novembre 2002)

La ricerca qui presentata ha interessato un campione rappresentativo della popolazione giovanile italiana, 1000 giovani, dai 18 ai 30 anni.

Il tratto che emerge con più evidenza nel corso dellÂ’indagine sembra essere il bisogno di figure guida che sappiano trasmettere la memoria e il senso del passato e, al tempo stesso, sappiano indicare le prospettive del futuro.

I risultati possono essere letti da molte angolature, a seconda che si voglia riflettere sulla realtà dei giovani nel suo complesso; sul ruolo della cultura nella società della comunicazione; sulla trasmissione di “senso” e di valori tra generazioni; sulla fede e sui comportamenti religiosi; sui consumi culturali nel nostro Paese.

 

Il sogno dei sentimenti, lÂ’imperativo della realtà

Il primo tratto ad emergere è quello di unÂ’interiorità, di un vissuto psicologico dai forti contrasti, attraversato da contraddizioni inespresse che inanellano consapevolezze e pragmatismi da adulti “vissuti” con tensioni romantiche e ideali da adolescenti.

Infatti, ad una prima serie di domande riguardanti la concezione di alcuni grandi sentimenti ed emozioni (lÂ’amore, lÂ’amicizia, la generosità), i giovani offrono risposte che rimandano ad una concezione ideale, perfetta: “lÂ’amore è una relazione profonda, fatta di sentimento e ragione “per il 63,7% degli intervistati, tanto che “condividere la vita con la persona che ami è bellissimo” (66%).

La definizione di amicizia è forse ancora più romantica: è infatti “fedeltà e sincerità”, dunque costanza affettiva e verità per il 64,6%; in questo mondo di sentimenti idealizzati la generosità è “dare qualcosa di sé” per il 60,7%, addirittura “dare tutto se stesso” (28 %).

A fronte di tanta attenzione al mondo dei sentimenti, questi giovani non si fanno però soverchie illusioni: sembrano come attraversati da un sentimento della vita che è una via di mezzo tra pessimismo e realismo: il 25,5% definisce la felicità “uno stato solo temporaneo”, il 17% la definisce “un attimo”, il 12,6% “unÂ’illusione”.

La vita è per il 37,1% “un viaggio da vivere con intelligenza”; per il 15,4% addirittura “una serie di ostacoli da superare”. Se si considera che per un altro 14,5% la vita è “pura ricerca del benessere”, se ne deduce che per oltre 1/3 la vita nel suo complesso non ha alcuna “tensione romantica”; i giovani non la vivono come opportunità per rincorrere i sogni che pure coltivano; semmai, precocemente realisti, subiscono la vita o la gestiscono senza troppe fantasie.

La parola tempo viene associata a una dimensione ansiogena: il tempo è “qualcosa che si dovrebbe sfruttare meglio” (37,3%) oppure “qualcosa che ci sfugge continuamente” (30,8%). Un balzo efficientista, un poÂ’ nevrotico, compulsivo che fa emergere la forte contraddizione tra un ideale di vita in cui ci sia posto per coltivare i sentimenti che contano e lÂ’imperativo sociale di mostrarsi efficienti, concreti, e mostrarsi allÂ’altezza della vita frenetica che il modello di sviluppo impone.

Tra le maglie di questa contraddizione traspare una sorta di smarrimento, di ripiegamento e forse, di dolorosa consapevolezza; e così per il 40,3 % la paura è “unÂ’emozione che dobbiamo cercare di controllare”, per il 13,2 % è unÂ’emozione angosciante, il 38,5%, più equilibratamente dichiara è “unÂ’emozione che fa parte della vita”. Malgrado questi giovani vivano immersi in un flusso continuo di informazioni che mostra sotto i loro occhi tutte le guerre reali e potenziali del mondo, non è di quelle che hanno paura. Temono le malattie (45,3%), la morte (37,4%), il dolore (29,9%) la solitudine (24,2%). Temono, insomma, le minacce individuali, legate alla fragilità della condizione umana. Questi giovani sembrano vivere in una dimensione totalmente privata, individuale in cui assai più che lÂ’esplosione di una guerra si teme la propria malattia. EÂ’ realismo o distacco dal mondo? EÂ’ adattamento vitale o rinserramento? La risposta è tuttÂ’altro che scontata perché ad esempio il loro atteggiamento rispetto al dolore non è di fuga. Anzi. Questi giovani mostrano un atteggiamento filosofico quasi iniziatico: il dolore “è una grande prova da cui si può uscire più maturi” (46,7%). Forse rimuovono il confronto doloroso e quotidiano con un mondo che li sovrasta. Ma la dignità di affrontare il dolore della propria umanità sembrano averla conservata nella sua interezza.

 

Fede e comportamenti quotidiani

A fronte di un esterno caotico, affannato, questi giovani sembrano cercare “un centro di riferimento” che consenta una costruzione di sé e del proprio essere al mondo. E così, la stessa autocollocazione allÂ’interno della religione cattolica diventa, prima ancora che appartenenza religiosa, segno di identità.

Ma ancora una volta, lÂ’irrisoluzione culturale di questi giovani produce contraddizione: e mentre la fede si propone come veicolo dÂ’appartenenza culturale, dunque dÂ’appartenenza a una dimensione collettiva di senso, dallÂ’altra subisce un processo di individualizzazione, di privatizzazione in cui si moltiplicano le posizioni e le sfumature (credenti non praticanti, cattolici non credenti, ricercatori) in una sorta di dimensione orizzontale delle costellazioni di senso. La religione confluisce così in una dimensione affettivo-emozionale, diventa religione affettiva, e risponde a esigenze di ritualizzazione sociale, di conforto personale, di supporto alle scelte di vita. Gli stessi sacramenti, gli stessi luoghi, le stesse verità di fede subiscono una sorta di despiritualizzazione: e allora la confessione è soprattutto un momento in cui ricevere consiglio; la parrocchia è un campanile, un segno di riferimento sul territorio più che una vera comunità cui appartenere; lÂ’inferno non esiste, il paradiso sì; le scelte etiche su alcuni grandi temi vengono lette in maniera molto personale, la vita dopo la morte, chissà.

 

Media e cultura: “senza padri né maestri”

Lo stesso intenso bisogno dÂ’identità (bisogno, attenzione, non ricerca) si ritrova nella sezione dellÂ’indagine dedicata al rapporto dei giovani con la cultura.

Lungi dal manifestare un atteggiamento distaccato o anche estetizzante (come ci si sarebbe potuto aspettare) i giovani attribuiscono alla cultura un ruolo centrale: la cultura deve “dare senso, orientare, offrire guida” (38,7%), “deve promuovere la civilizzazione” (30,2%) deve “denunciare le cose che non vanno” (24,5%). Dunque la cultura non viene affatto percepita come una cosa dei tempi della scuola, ma come la manifestazione più evoluta del pensiero umano, cui si attribuisce una funzione orientativa importante oppure di marcata critica sociale. Inoltre la cultura è vista come forza e patrimonio esistenziale dal 60% dei giovani intervistati; lÂ’atteggiamento rispetto agli uomini di cultura non è però dello stesso segno. Quasi il 20% dei giovani sottolinea come gli uomini di cultura del passato non riescano a trasmettere quella forza e quellÂ’ottimismo di cui i giovani hanno bisogno, un altro 13,9% denuncia come la cultura spesso sia un mezzo di affermazione per chi “si crede” un intellettuale. In realtà sia lÂ’intellettuale un poÂ’ nevrotico sia lÂ’intellettuale-mercante sembrano offendere la concezione quasi sacerdotale che questi giovani intrattengono della cultura. Del resto, ad un successivo colpo di sonda “A che serve la cultura?”, le risposte rafforzano lÂ’idea psicoantropologica di cultura: la cultura è uno strumento importante per costruire la propria identità e visione del mondo (61,1%).

Appare forte la voglia di nuovi modelli culturali: oltre il 60% guarda alla sensibilità femminile come ad unÂ’opportunità di rinnovamento culturale; oltre il 40% considera le culture degli altri paesi un patrimonio importantissimo.

Quando ai giovani si chiede se esista un uomo o una donna di cultura, italiano o straniero vivente o no che rappresenti un punto di riferimento intellettuale, quasi il 70% non riesce ad indicarne nessuno. EÂ’ sconcertante che questi giovani non sappiano indicare il nome di un solo riferimento culturale, di una figura per loro in qualche modo significativa, di un interlocutore dÂ’anima, di un Maestro. Un vuoto che al Nord Est sfiora lÂ’80%. Tra quanti riescono ad indicare un nome, la maggior parte si concentra intorno al nome di Rita Levi Montalcini, seguita da Madre Teresa di Calcutta e dal Papa.

Lamentano (il 35%) una solitudine sul piano educativo, di trasferimento di valori e significati dalle generazioni precedenti, il 26% denuncia che cÂ’è molto meno trasmissione di senso e valori tra generazioni che in passato. E ancora una volta “la morsa del vuoto” si fa sentire più forte al Nord Est.

Si sentono soli, questi giovani, e si sentono privi di idee guida importanti, di “stelle polari” (che però non cercano); e così il bisogno di scaldarsi nel gruppo di amici cresce.

 

La polverizzazione dei riferimenti culturali

Il tempo libero di questi giovani è un tempo “leggero” dai decisi contorni evasivi: le attività che accomunano lÂ’intero campione è “stare con gli amici” (97,4%); guardare la televisione (93,5%) ascoltare musica (91,9%); stare al telefono (87,1%), fare gite (89%); fare shopping (86,4%). Dunque si privilegia un uso del tempo libero di tipo sociale, poco impegnato, dove perfino i new media (e non solo i consumi più colti) appaiono decisamente ridimensionati.

Basta guardare i dati sulla lettura di libri; siamo di fronte a una popolazione giovanile sostanzialmente deprivata sul piano culturale: quasi 1/3 dei giovani intervistati non legge neanche un libro lÂ’anno e il 16,9% ne legge 1 o 2. Oltre il 44% dei giovani italiani perciò ha un rapporto assolutamente marginale con il libro.

La metà dei giovani non sa indicare alcun libro che abbia significato qualcosa nella sua vita; dunque nel vissuto psicologico, nella storia personale dei giovani non esiste un libro che abbia segnato o favorito un punto di svolta, che abbia trasmesso un valore, unÂ’emozione, una storia sufficientemente intensa da essere ricordata.

Ma in questa polverizzazione riaffiora la “voglia dÂ’anima”: non deve essere un caso se tra i libri più indicati ci sono nellÂ’ordine La Bibbia, Siddharta e Cuore.

 

 

La ricerca, come si può già intuire da questa breve ma densa sintesi, apre molti fronti di riflessione e anche di autocritica, e va opportunamente studiata e presa in debita considerazione per formulare in maniera adeguata ed efficace i prossimi progetti di evangelizzazione, catechesi e formazione della Chiesa italiana (ma non solo).

Le analisi e le indicazioni contenute nello studio saranno, poi, certamente utilissime in occasione del prossimo V Forum del Progetto Culturale della Conferenza Episcopale Italiana, in programma a Roma dal 4 al 5 aprile 2003, che avrà come tema di discussione “Di generazione in generazione. La difficile costruzione del futuro”. Si tratterà, dunque, proprio della trasmissione della cultura e della fede alle nuove generazioni, trasmissione che, per essere possibile ed attuabile, deve tener conto di quello che è il panorama umano, culturale e religioso dei più giovani, delineato con precisione e competenza dalla ricerca del CENSIS.

 

                                                                              Mons. Pasquale Iacobone

                                                                Officiale del Pontificio Consiglio della Cultura

 


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