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   MENSAJE DEL CARDENAL ANGELO SODANO,
SECRETARIO DE ESTADO,
EN NOMBRE DEL SANTO PADRE,
PARA LA XXVII JORNADA MUNDIAL DEL TURISMO*


Al Excelentísimo Señor
Dr. FRANCESCO FRANGIALLI
Secretario General de la O.M.T.

Excelentísimo Señor:

Con motivo de la Jornada Mundial del Turismo, que tendrá lugar el próximo 27 de septiembre, me es grato hacerle llegar el saludo cordial de Su Santidad Benedicto XVI, junto con el deseo de que esta significativa celebración contribuya a poner de relieve las potencialidades positivas del turismo cuando éste se inspira en valores humanos y espirituales. El tema propuesto este año por la Organización Mundial, “El turismo es riqueza”, ofrece la oportunidad de reflexionar sobre cómo caracterizar de un modo más adecuado una cultura de la movilidad humana y del viajar, tal como se presenta en las diversas formas del turismo contemporáneo. Al mismo tiempo permite analizar los importantes intereses económico-financieros y las amplias repercusiones sociales, religiosas, culturales, políticas y ecológicas que la actual dimensión globalizada del turismo presenta a la acción responsable de los Estados y los Pueblos.

El turismo es una fuente incuestionable de bienestar porque pone en movimiento la economía de las naciones y representa una parte fundamental del producto interior bruto y de la balanza de pagos de la mayoría de los Estados. Además, en las diversas tareas relacionadas con la actividad turística están empleadas millones de personas y encuentran trabajo las categorías sociales más variadas. La constitución de sociedades financieras multinacionales y de empresas de trabajo nacionales especializadas también para atender a las diversas franjas de edad como los jóvenes y los jubilados hace mas fáciles los intercambios turísticos en todas las épocas del año.

Millones de personas y de familias hacen turismo. El turismo favorece la creación de asociaciones de trabajadores y de cooperativas familiares y de otros tipos, implica la ciudad y el campo, abarca lugares de montaña y de mar, así como parajes naturales o de gran significación cultural. El turismo se constituye de este modo en ocasión y fuente privilegiadas para promover el arte y la artesanía.
Mediante la innovación tecnológica más actualizada (internet, avión, naves, autopistas, trenes de alta velocidad, etc...) se elimina la distancia de tiempo y de espacio de tal manera que el turista puede llegar fácilmente a cualquier rincón de la tierra. En la acogida recíproca entre el visitante y el residente se puede realizar aquel intercambio de bienes naturales y culturales que hace la convivencia humana más fraterna y solidaria.

Como la Organización Mundial ha recordado varias veces, el turismo tiene que ver sobre todo con el ser humano. El enriquecimiento que el turismo puede producir no debe ser, por tanto, meramente económico o material. Es iluminador lo que el Concilio Vaticano II observa al respecto: “Pues con la disminución generalizada del tiempo de trabajo aumentan cada vez más las ventajas para muchos hombres. Conviene emplear el ocio para relajar el ánimo, para fortalecer la salud del alma y el cuerpo, ... por medio de los viajes hacia otras regiones (turismo) con los que el espíritu del hombre se afina, y los hombres mismos se enriquecen con el mutuo conocimiento” (Constitución Gaudium et spes, 61). El turismo puede propiciar un auténtico desarrollo humano y social gracias a la oportunidad siempre mayor que ofrece de compartir bienes, de realizar fecundos intercambios culturales, de admirar la belleza de la naturaleza y del arte y de encontrarse con mentalidades, tradiciones y religiones diversas. Viajar enriquece el espíritu del hombre cuando éste se pone en movimiento para descubrir cosas nuevas, cuando se ve impulsado a conocer las repuestas que otras personas han dado a los grandes interrogantes de la existencia. El turismo puede expresar, sobre todo en nuestra época, la dimensión fundamental de la persona humana que es la de crecer en el conocimiento y la de experimentar cómo el hombre es portador de civilización y de bien. Sin embargo, para que esto sea posible es necesaria una preparación seria que evite la improvisación y la superficialidad. Es deseable por tanto que los Estados, las asociaciones de operadores turísticos, las instituciones universitarias y culturales y los sindicatos del sector promuevan la formación de personas competentes en este ámbito y ofrezcan una atención adecuada a los turistas. Es importante por tanto llevar a cabo una labor persuasiva de educación en los valores del turismo para que las personas, las comunidades y los bienes naturales y culturales de los lugares de destinación turística sean salvaguardados. Solamente así el turismo y el tiempo libre, como nuevos areópagos, llegarán a ser fuente de verdadero enriquecimiento humano para todos, sin excluir a aquellos que por su origen natural o socio cultural se encuentran en una condición de desventaja.

Su Santidad invita a todos los que colaboran con la meritoria actividad de la Organización Mundial del Turismo a un compromiso activo, cada uno en el ámbito de su propia competencia, para que el turismo se viva como ocasión de enriquecimiento humano y espiritual. De este modo, el turismo puede convertirse en otro recurso eficaz de auténtico enriquecimiento de la humanidad; a través de él, en efecto, los hombres y las culturas se intercambian los valores del conocimiento y del bienestar, de la justicia y de la libertad, de la belleza y de la paz, que dan sentido pleno a la vida. El Santo Padre acompaña este deseo asegurando un recuerdo particular en la oración mientras invoca sobre todos la bendición de Dios. Uno con gusto mi saludo cordial y aprovecho la ocasión para expresarle las seguridades de mi alta consideración y estima.

Vaticano, 8 de septiembre de 2006
 

Angelo Card. SODANO
Secretario de Estado


*L'Osservatore Romano. Edición semanal en lengua española n°39 p.11 (507).

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