The Holy See
back up
Search
riga

CARTA DEL CARDENAL SECRETARIO DE ESTADO,
EN NOMBRE DEL SANTO PADRE,
A LA IX SEMANA SOCIAL DE CHILE

 

Iltmo. Sr. Don Guillermo Blanco,
Presidente de las Semanas Sociales de Chile, Santiago.

Señor Presidente:

El Santo Padre, informado de la próxima celebración de la IX Semana Social de Chile acerca del tema: "La dimensión social de la Eucaristía", me ha confiado la grata tarea de dirigirme en su nombre a todos los participantes en la misma para transmitirles su cordial saludo y su palabra de aliento.

Es una feliz coincidencia que la comunidad eclesial de Chile se esté preparando a vivir en estos días la culminación del XI Congreso Eucarístico Nacional que, en torno a un tema afín al de la Semana, desea ser una llamada a la unidad en la fe para todos los seguidores del Hijo de Dios. Se trata de un acontecimiento de particular alcance eclesial al que esta Semana no dejará de prestar oportuna atención.

Las jornadas de trabajo que comienzan en la parroquia universitaria de la ciudad de Santiago, tienen su centro en el altar, para la celebración del Sacrificio eucarístico, como expresión de fe y unidad en Jesucristo. Unidos en la fracción del pan, fieles a las enseñanzas y vivencias de la Iglesia, quieren ustedes manifestar que la Eucaristía continúa siendo el fundamento que actualiza el deseo manifestado por el Salvador en la última Cena, de que "todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, para que también ellos sean en nosotros y el mundo crea que tú me has enviado" (Jn 17, 21). Esta es una realidad espiritual que comporta a la vez una dimensión social de gran importancia y alcance.

La Iglesia ha enseñado siempre que la participación en la misma mesa eucarística es, por sí misma, símbolo y causa de fraternidad y de comunión de sentimientos. Baste recordar la conocida expresión de San Agustín respecto a la Eucaristía: "...la virtud que este pan encierra es unidad, y reducidos a su cuerpo y convertidos en miembros suyos, debemos empezar a ser lo que recibimos" (San Agustín, Serm. 57, cap. 7, núm. 7: PL 38, 389). Siglos después, el Concilio de Trento recogerá el sentir eclesial constante de que Cristo dejó la Eucaristía a la Iglesia "como símbolo de unidad y caridad con la que quiso estuvieran unidos entre sí los cristianos" (Conc. Trident., ses. XIII, Proemium, d. 1635). Idea recogida por el Concilio Vaticano II al llamar a este sacramento "signo de unidad" (Conc. Vat. II, Const. sobre la Sagr. Lit., Sacrosanctum Concilium, 47).

La elección del tema de esta Semana es una prueba de que los responsables y el laicado de la Iglesia de Dios en ese país son conscientes de la importancia que en la Eucaristía vivida tiene la dimensión social del compromiso cristiano y de que quieren plasmarlo, dentro de una total fidelidad a las enseñanzas evangélicas y del Magisterio, en la vida individual y comunitaria.

Es, pues, un consuelo para el Vicario de Cristo saber que, en las actuales circunstancias por las que atraviesa la sociedad y el pueblo chileno, los cristianos quieren ser artífices de concordia y solidaridad entre todos, y desean presentar el verdadero rostro de Cristo, revestido de justicia y caridad, a todos sus hermanos. En efecto, el auténtico amor a Dios y al prójimo ha de conducir necesariamente a implantar en los diversos ambientes cívicos, aun respetando la pluralidad de legítimas opciones, comunión de intentos y de sentimientos. en torno a los valores esenciales. La fraternidad cristiana, derivada de la común filiación divina y corroborada con la participación en la Eucaristía, ha de ser un fortísimo impulso para el cristiano por hacer presente a Cristo en todos los ámbitos de la sociedad actual. Por ello, el Santo Padre, en su alocución a los laicos durante su viaje pastoral a México, afirmaba: "Los cristianos (sean) perseverantes en el testimonio y acción evangélica, coherentes y valientes en sus compromisos temporales, constantes promotores de paz y justicia contra la violencia u opresión, agudos en el discernimiento crítico de las situaciones e ideologías a la luz de las enseñanzas sociales de la Iglesia, confiados en la esperanza del Señor" (Juan Pablo II, Discurso a los representantes de las Organizaciones católicas nacionales de México, Ciudad de México, 29 de enero, de 1979).

He aquí, señor presidente, una gran labor a realizar: crear ambientes y cauces de convivencia, de encuentro, de justicia, de respeto de los legítimos derechos de la persona, de la familia, de la comunidad; ambientes y cauces de participación, impregnados de amor, en la búsqueda sincera de la verdad, ya que el cristiano, si quiere ser fiel servidor de Cristo, debe vivir la ley de la caridad y de la verdad. Caridad insustituible, dado que como decía el Apóstol Pablo, haciéndose eco del Maestro: «...la ley se resume en este solo precepto: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo"» (Gál 5, 14). Caridad que halla su expresión, siguiendo fielmente la inspiración evangélica y eclesial, en el esfuerzo por dignificar, ayudar a los hermanos y conducirlos hacia Dios. En el campo social, como ha recordado siempre el Magisterio pontificio, la justicia y la caridad deben complementarse y caminar conjuntamente.

Este es el anhelo del Santo Padre: que las jornadas que hoy comienzan sean estímulo y fuerza para discernir la realidad social chilena con mirada cristiana, según las enseñanzas y ejemplos que nos dejó el Hijo de Dios, que hoy como ayer es "camino, verdad y vida" Un 14, 6).

Al asegurarle, señor presidente, que Su Santidad pide al Todopoderoso por el éxito de esta Semana, gustosamente transmito a los organizadores y participantes en ella su especial bendición.

Aprovecho la oportunidad para expresarle, señor presidente, los sentimientos de mi sincera y devota estima en Cristo.

7 de noviembre de 1980.

 

Cardenal Agostino CASAROLI

 

 

top