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INTERVENCIÓN DEL CARDENAL SECRETARIO DE ESTADO,
PIETRO PAROLIN,
EN LA REUNIÓN VIRTUAL DE
ALTO NIVEL
DE LA ASAMBLEA GENERAL DE LA ONU
PARA CONMEMORAR EL 75° ANIVERSARIO DE LAS NACIONES UNIDAS

 

Señor Presidente:

Me complace participar en esta reunión virtual de Alto nivel para conmemorar el 75º aniversario de las Naciones Unidas y reafirmar el apoyo de la Santa Sede a esta prestigiosa institución. En los últimos 75 años los pueblos del mundo han recurrido a las Naciones Unidas como fuente de esperanza para la paz mundial y la armonía entre los Estados. A esta Organización han aportado el deseo de poner fin a las luchas y los conflictos, de un mayor respeto de la dignidad de la persona humana, de aliviar el sufrimiento y la pobreza y de promover la justicia: una expresión de la expectativa fundamental de las Naciones Unidas de que la Organización no sólo afirme los ideales sobre los que se fundó, sino que se comprometa con una determinación cada vez mayor a hacerlos realidad en la vida de cada mujer y de cada hombre (cf. Papa Pablo VI, Discurso ante las Naciones Unidas, 4 de octubre de 1965; Papa Francisco, Discurso a los miembros del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede para la presentación de sus saludos de Año Nuevo, 9 de enero de 2020).

Desde su reconocimiento como Estado observador en 1964, la Santa Sede ha apoyado a las Naciones Unidas desempeñando un papel activo en ellas. Los Papas que se han sucedido ante esta Asamblea General han instado a esta noble institución a ser un “centro moral” donde cada país se sienta en casa, donde se reúna la familia de las naciones (Papa Juan Pablo II, Mensaje a la Asamblea General de las Naciones Unidas para la celebración de su 50º aniversario, 5 de octubre de 1995) y donde la comunidad internacional —en un espíritu de fraternidad y solidaridad humana— proceda conjuntamente con soluciones multilaterales a los desafíos globales. Como ha demostrado abundantemente la pandemia de covid-19, no podemos seguir adelante pensando sólo en nosotros mismos o fomentando las divisiones; más bien, debemos trabajar juntos para superar las peores plagas del mundo, recordando que la carga que algunos llevan necesariamente concierne a la humanidad y a toda la familia de las naciones (cf. Papa Francisco, Momento extraordinario de oración, Plaza de la Basílica de San Pedro, 27 de marzo de 2020).

En estos 75 años las Naciones Unidas han protegido y servido al derecho internacional, promoviendo un mundo basado en el imperio de la ley y la justicia en lugar de las armas y el poder. Las Naciones Unidas han llevado alimentos a los que tenían hambre, han construido casas para los que no la tenían, han prometido proteger nuestra casa común y han propuesto un mundo de desarrollo humano integral. Las Naciones Unidas han tratado de defender los derechos humanos universales, que también incluyen el derecho a la vida y a la libertad de religión, porque son esenciales para la tan necesaria promoción de un mundo en el que se respete y mantenga la dignidad de toda persona humana. La Organización ha trabajado para poner fin a las guerras y los conflictos, para reparar lo que la lucha y la violencia han destruido y para reunir a las partes enfrentadas en una mesa, para que, juntas, la diplomacia y la negociación puedan triunfar.

Ha habido desafíos y reveses, incluso contradicciones y fracasos. Las Naciones Unidas no son perfectas y no siempre han estado a la altura de su nombre e ideales, y se han perjudicado a sí mismas cada vez que los intereses particulares han prevalecido sobre el bien común. Las Naciones Unidas siempre necesitarán revivir el espíritu de sus orígenes para abrazar los principios y objetivos de la Carta en el contexto de un mundo cambiante. También es necesario que los diplomáticos aquí presentes, y los países que representan, se comprometan una y otra vez en la ardua tarea de buscar el bien común de buena fe, mediante un consenso y un compromiso sinceros.

La Organización de las Naciones Unidas, donde los pueblos del mundo se unen en el diálogo y en la acción común, es necesaria hoy como nunca para responder a las esperanzas inalteradas de los pueblos del mundo.

Gracias por la cortés atención.