DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
AL FINAL DEL REZO DEL SANTO ROSARIO,
EN LA V JORNADA EUROPEA DE LOS UNIVERSITARIOS
Sábado 10 de marzo de 2007
Queridos jóvenes universitarios:
Me alegra mucho dirigiros mi cordial saludo al final de la Vigilia mariana que el Vicariato de Roma ha organizado con ocasión de la Jornada europea de los universitarios. Expreso mi agradecimiento al cardenal Camillo Ruini y a mons. Lorenzo Leuzzi, así como a todos los que han cooperado en la iniciativa: las instituciones académicas, los Conservatorios de música, el Ministerio de Universidades e investigación, el Ministerio de comunicaciones. Felicito a los directores de la orquesta y del gran coro, y a vosotros, queridos músicos y miembros del coro.
Al acogeros a vosotros, amigos de Roma, mi pensamiento se dirige con igual afecto a vuestros coetáneos que, gracias a las conexiones de radio y televisión, han podido participar en este momento de oración y reflexión desde varias ciudades de Europa y Asia: Praga, Calcuta, Hong Kong, Bolonia, Cracovia, Turín, Manchester, Manila, Coimbra, Tirana e Islamabad-Rawalpindi. Realmente, esta "red", realizada con la colaboración del Centro televisivo vaticano, de Radio Vaticano y de Telespazio, es un signo de los tiempos, un signo de esperanza.
Es una "red" que demuestra todo su valor si consideramos el tema de esta vigilia: "La caridad intelectual, camino para una nueva cooperación entre Europa y Asia". Es sugestivo pensar en la caridad intelectual como fuerza del espíritu humano, capaz de unir los itinerarios formativos de las nuevas generaciones. Más globalmente, la caridad intelectual puede unir el camino existencial de jóvenes que, aun viviendo a gran distancia unos de otros, logran sentirse vinculados en el ámbito de la búsqueda interior y del testimonio.
Esta tarde realizamos un puente ideal entre Europa y Asia, continente de riquísimas tradiciones espirituales, donde se han desarrollado algunas de las más antiguas y nobles tradiciones culturales de la humanidad. Por consiguiente, es muy significativo este encuentro. Los jóvenes universitarios de Roma se hacen promotores de fraternidad con la caridad intelectual, fomentan una solidaridad que no se basa en intereses económicos o políticos, sino sólo en el estudio y la búsqueda de la verdad. En definitiva, nos situamos en la auténtica perspectiva "universitaria", es decir, en la perspectiva de la comunidad del saber, que ha sido uno de los elementos constitutivos de Europa. ¡Gracias, queridos jóvenes!
Me dirijo ahora a los que están en conexión con nosotros desde las diversas ciudades y naciones.
(en checo)
Queridos jóvenes que estáis reunidos en Praga: que la amistad con Cristo ilumine siempre vuestro estudio y vuestro crecimiento personal.
(en inglés)
Queridos universitarios de Calculta, Hong Kong, Islamabad-Rawalpindi, Manchester y Manila: testimoniad que Jesucristo no nos quita nada, sino que lleva a hacer realidad nuestros más profundos anhelos de vida y verdad.
(en polaco)
Queridos amigos de Cracovia: conservad siempre como un tesoro las enseñanzas que el venerado Papa Juan Pablo II dejó a los jóvenes y, de modo especial, a los universitarios.
(en portugués)
Queridos estudiantes de la universidad de Coimbra: que la Virgen María, Sede de la Sabiduría, sea vuestra guía, para que seáis verdaderos discípulos y testigos de la Sabiduría cristiana.
(en albanés)
Queridos jóvenes de Tirana: comprometeos para construir como protagonistas la nueva Albania, recurriendo a las raíces cristianas de Europa.
(en italiano)
Queridos estudiantes de las universidades de Bolonia y Turín: nunca dejéis de dar vuestra contribución original y creativa a la construcción del nuevo humanismo, basado en el diálogo fecundo entre la fe y la razón.
Queridos amigos, estamos viviendo el tiempo de Cuaresma, y la liturgia nos exhorta continuamente a fortalecer nuestro seguimiento de Cristo. También esta Vigilia, según la tradición de la Jornada mundial de la juventud, puede considerarse una etapa de la peregrinación espiritual guiada por la cruz. Y el misterio de la cruz no está separado del tema de la caridad intelectual, más aún, lo ilumina. La sabiduría cristiana es sabiduría de la cruz: los estudiantes, y con mayor razón los profesores cristianos, interpretan todas las realidades a la luz del misterio de amor de Dios, que tiene en la cruz su revelación más alta y perfecta.
Una vez más, queridos jóvenes, os encomiendo la cruz de Cristo: acogedla, abrazadla, seguidla. Es el árbol de la vida. Junto a ella podéis encontrar siempre a María, la Madre de Jesús. Como ella, Sede de la Sabiduría, fijad vuestra mirada en Aquel que por nosotros fue traspasado (cf. Jn 19, 37); contemplad el manantial inagotable del amor y de la verdad, y también vosotros podréis llegar a ser discípulos y testigos llenos de alegría.
Es el deseo que os expreso a cada uno. Lo acompaño de corazón con la oración y con mi bendición, que de buen grado extiendo a todos vuestros seres queridos.
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