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VIAJE APOSTÓLICO A SANTIAGO DE COMPOSTELA Y BARCELONA
(6-7 DE NOVIEMBRE DE 2010)

ENTREVISTA CONCEDIDA POR EL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A LOS PERIODISTAS DURANTE EL VUELO HACIA ESPAÑA

Sábado 6 de noviembre de 2010

 

Santidad, en el mensaje para el reciente congreso de los santuarios que se celebraba precisamente en Santiago de Compostela, usted dijo que vive su pontificado «con sentimientos de peregrino». También en su escudo aparece la concha del peregrino. ¿Quiere decirnos algo sobre la perspectiva de la peregrinación, también en su vida personal y en su espiritualidad, y sobre los sentimientos con los que se dirige como peregrino a Santiago?

Santo Padre. ¡Buenos días! Podría decir que estar en camino forma parte de mi biografía —Marktl, Tittmoning, Aschau, Traunstein, Munich, Freising, Bonn, Münster, Tubinga,d Ratisbona, München, Roma—, pero esto quizá es algo exterior. Sin embargo, me ha hecho pensar en la inestabilidad de esta vida, en el hecho de estar en camino. Naturalmente, contra la peregrinación uno podría decir: Dios está en todas partes; no hace falta ir a otro lugar. Pero también es cierto que la fe, según su esencia, consiste en «ser peregrino».

La carta a los Hebreos muestra la fe de Abraham, que sale de su tierra y se convierte en peregrino hacia el futuro durante toda su vida, y este movimiento abrahámico permanece en el acto de fe; es ser peregrino sobre todo interiormente, pero debe expresarse también exteriormente. En ocasiones hay que salir de la vida cotidiana, del mundo de lo útil, del utilitarismo, para ponerse verdaderamente en camino hacia la trascendencia, trascenderse a sí mismo y la vida cotidiana, y así encontrar también una nueva libertad, un tiempo de replanteamiento interior, de identificación de sí mismo, para ver al otro, a Dios. Así es también siempre la peregrinación: no consiste sólo en salir de sí mismo hacia el más Grande, sino también en caminar juntos. La peregrinación congrega, vamos juntos hacia el otro y así nos encontramos recíprocamente. Basta decir que los caminos de Santiago son un elemento en la formación de la unidad espiritual del continente europeo. Peregrinando aquí se han encontrado, y han encontrado la identidad europea común, y también hoy renace este movimiento, esta necesidad de estar en movimiento espiritual y físicamente, de encontrarse el uno con el otro y de encontrar así silencio, libertad, renovación, y encontrar a Dios.

P. Lombardi. Ahora dirigimos la mirada a Barcelona. ¿Qué significado puede tener la consagración de un templo como la Sagrada Familia al inicio del siglo XXI? ¿Hay algún aspecto específico de la visión de Gaudí que le haya impresionado en particular?

Santo Padre. En realidad, esta catedral es también un signo precisamente para nuestro tiempo. En la visión de Gaudí percibo sobre todo tres elementos.

El primero es la síntesis entre continuidad y novedad, tradición y creatividad. Gaudí tuvo la valentía de insertarse en la gran tradición de las catedrales, de atreverse de nuevo, en su siglo, con una visión totalmente nueva, a esta realidad: la catedral como lugar del encuentro entre Dios y el hombre en una gran solemnidad. Y esta valentía de permanecer en la tradición, pero con una creatividad nueva, que renueva la tradición, y así demuestra la unidad y el progreso de la historia, es algo hermoso.

En segundo lugar, Gaudí buscaba este trinomio: libro de la naturaleza, libro de la Escritura, libro de la liturgia. Y esta síntesis precisamente hoy es de gran importancia. En la liturgia la Escritura se hace presente, se convierte en realidad hoy; no es una Escritura de hace dos mil años sino que se celebra, se realiza. En la celebración de la Escritura habla la creación y encuentra su verdadera respuesta, porque, como nos dice san Pablo, la criatura sufre, y en lugar de ser destruida, despreciada, aguarda a los hijos de Dios, es decir, a los que la ven a la luz de Dios. Así, esta síntesis entre el sentido de la creación, la Escritura y la adoración es precisamente un mensaje muy importante para la actualidad.

Y finalmente, el tercer punto: esta catedral nació por una devoción típica del siglo XIX: san José, la Sagrada Familia de Nazaret, el misterio de Nazaret. Pero se podría decir que esta devoción de ayer es de grandísima actualidad, porque la cuestión de la familia, de la renovación de la familia como célula fundamental de la sociedad, es el gran tema de hoy y nos indica hacia dónde podemos ir tanto en la edificación de la sociedad como en la unidad entre fe y vida, entre religión y sociedad. La familia es el tema fundamental que se expresa aquí, diciendo que Dios mismo se hizo hijo en una familia y nos llama a edificar y vivir la familia.

P. Lombardi.  Gaudí y la Sagrada Familia representan con particular eficacia el binomio fe-arte. ¿Cómo puede la fe volver a encontrar hoy su puesto en el mundo del arte y de la cultura? ¿Es este uno de los temas importantes de su pontificado?

Santo Padre. Así es. Vosotros sabéis que yo insisto mucho en la relación entre fe y razón; en que la fe, y la fe cristiana, sólo encuentra su identidad en la apertura a la razón, y que la razón se realiza si trasciende hacia la fe. Pero del mismo modo es importante la relación entre fe y arte, porque la verdad, fin y meta de la razón, se expresa en la belleza y se realiza en la belleza, se prueba como verdad. Por tanto, donde está la verdad debe nacer la belleza; donde el ser humano se realiza de modo correcto, bueno, se expresa en la belleza. La relación entre verdad y belleza es inseparable y por eso tenemos necesidad de la belleza. En la Iglesia, desde el inicio, incluso en la gran modestia y pobreza del tiempo de las persecuciones, la salvación de Dios se ha expresado en las imágenes del mundo, en el arte, en la pintura, en el canto, y luego también en la arquitectura. Todo esto es constitutivo para la Iglesia y sigue siendo constitutivo para siempre. De este modo, la Iglesia ha sido madre de las artes a lo largo de siglos y siglos. El gran tesoro del arte occidental —música, arquitectura, pintura— nació de la fe en el seno de la Iglesia. Actualmente hay cierto «disenso», pero esto daña tanto al arte como a la fe: el arte que perdiera la raíz de la trascendencia ya no se dirigiría hacia Dios, sería un arte a medias, perdería su raíz viva; y una fe que dejara el arte como algo del pasado, ya no sería fe en el presente. Hoy se debe expresar de nuevo como verdad, que está siempre presente. Por eso, el diálogo o el encuentro —yo diría, el conjunto— entre arte y fe está inscrito en la más profunda esencia de la fe. Debemos hacer todo lo posible para que también hoy la fe se exprese en arte auténtico, como Gaudí, en la continuidad y en la novedad, y para que el arte no pierda el contacto con la fe.

P. Lombardi.  En estos meses está emprendiendo su camino el nuevo dicasterio para la «nueva evangelización». Y muchos se preguntan si precisamente España, con el desarrollo de la secularización y la disminución creciente de la práctica religiosa, es uno de los países en los que usted pensó como objetivo para este nuevo dicasterio o incluso como su objetivo principal.

Santo Padre. Con este dicasterio he pensando en el mundo entero, porque la novedad del pensamiento, la dificultad de pensar en los conceptos de la Escritura, de la teología, es universal, pero hay naturalmente un centro: el mundo occidental, con su laicismo, su laicidad, y la continuidad de la fe que debe tratar de renovarse para ser fe hoy y para responder al desafío de la laicidad. En Occidente todos los grandes países tienen su propio modo de vivir este problema: hemos tenido, por ejemplo, los viajes a Francia, a la República Checa, al Reino Unido, donde por todas partes está presente de modo específico para cada nación, para cada historia, el mismo problema. Y esto vale también de manera fuerte para España. España ha sido siempre un país «originario» de la fe; pensemos que el renacimiento del catolicismo en la época moderna ocurrió sobre todo gracias a España. Figuras como san Ignacio de Loyola, santa Teresa de Ávila y san Juan de Ávila, son figuras que han renovado el catolicismo y conformado la fisonomía del catolicismo moderno. Pero también es verdad que en España ha nacido una laicidad, un anticlericalismo, un laicismo fuerte y agresivo, como lo vimos precisamente en los años treinta, y esta disputa, más aún, este enfrentamiento entre fe y modernidad, ambos muy vivaces, se realiza hoy nuevamente en España: por eso, para el futuro de la fe y del encuentro —no desencuentro, sino encuentro— entre fe y laicidad, tiene un foco central también en la cultura española. En este sentido, he pensado en todos los grandes países de Occidente, pero sobre todo también en España.

P. Lombardi.  Con el viaje a Madrid del año próximo con motivo de la Jornada mundial de la juventud, usted habrá hecho tres viajes a España, algo que no ha sucedido con ningún otro país. ¿Por qué este privilegio? ¿Es un signo de amor o de particular preocupación?

Santo Padre. Naturalmente es un signo de amor. Se podría decir que es una coincidencia que venga tres veces a España. La primera visita fue el gran Encuentro internacional de las familias, en Valencia: ¿cómo podría estar ausente el Papa cuando se encuentran las familias del mundo? El próximo año tiene lugar la Jornada mundial de la juventud, el encuentro de la juventud del mundo en Madrid, y en esa ocasión el Papa no puede estar ausente. Y, por último, tenemos el Año Santo Compostelano, y la consagración, después de más de cien años de trabajo, de la catedral de la Sagrada Familia de Barcelona. ¿Cómo no iba a venir el Papa? Por tanto, de por sí, las ocasiones son los desafíos, casi una necesidad de ir. Ahora bien, el hecho de que precisamente en España se concentren tantas ocasiones muestra también que es realmente un país lleno de dinamismo, lleno de la fuerza de la fe, y la fe responde a los desafíos que están igualmente presentes en España. Por eso decimos que la casualidad ha hecho que venga, pero esta casualidad demuestra una realidad más profunda, la fuerza de la fe y la fuerza del desafío para la fe.

P. Lombardi.  Y ahora, si quiere decir algo más para concluir nuestro encuentro, ¿hay algún mensaje particular que usted piensa dar a España y al mundo actual con este viaje?

Santo Padre. Yo diría que este viaje tiene dos temas: el tema de la peregrinación, de estar en camino, y el tema de la belleza, la expresión de la verdad en la belleza, la continuidad entre tradición y renovación. Yo pienso que estos dos temas del viaje son también un mensaje: estar en camino, no perder el camino de la fe, buscar la belleza de la fe, la novedad y la tradición de la fe que sabe expresarse y sabe encontrarse con la belleza moderna, con el mundo de hoy. Gracias.



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