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PAPA FRANCISCO

MISAS MATUTINAS EN LA CAPILLA
DE LA DOMUS SANCTAE MARTHAE

No aguar el anuncio del Evangelio

Lunes, 10 de septiembre de 2018

 

Fuente: www.osservatoreromano.va

 

«La gran novedad» de Cristo es absoluta y se toma por completo, no a medias como si fuera «una ideología» porque «no se hacen negociaciones» mundanas con la verdad y no se «diluye el anuncio del Evangelio». Para su meditación en la misa del lunes por la mañana 10 de septiembre, en Santa Marta, el Papa Francisco hizo referencia a un «enfado» de Pablo por la «doble vida» de los cristianos de Corinto. Y observó que se termina por ser «hipócritas» si no se acoge la diferencia «entre “la novedad” de Jesucristo y “las novedades” que el mundo nos propone».

«El apóstol Pablo está un poco enfadado con los cristianos de Corinto» indicó el Pontífice refiriéndose al pasaje de la primera carta a los Corintios (5, 1-8) propuesta por la liturgia como primera lectura. Es más, añadió Francisco, Pablo no está «un poco» sino que «está muy enfadado» con esos cristianos y «les reprocha porque viven “una doble vida”, digamos así». De hecho escribe el apóstol en su carta: «Solo se oye hablar de inmoralidad entre vosotros, y una inmoralidad tal, que no se da ni entre los gentiles». Como diciendo: ¿pero vosotros sois cristianos y vivís así? Hay alguna incoherencia.

«Pablo reprocha», reveló el Pontífice, pero «explica hasta el punto que dice una cosa fea. Una cosa que es fuerte y fea también: estos que hacen esto, sean entregados a satanás, porque nuestra vida va por otro camino».

«Esta es la realidad que Pablo ve» reiteró el Papa. Y «sobre esta realidad no solo da la condena, sino, también, explica el principio. Esta gente presume de ser así, digamos “cristianos abiertos”, donde la confesión de Jesucristo iba a la par con una inmoralidad tolerada entre ellos. Y “no es bonito que vosotros presumáis así”» escribe claramente Pablo.

Pero después el apóstol «da el principio: “¿No sabéis que un poco de levadura hace fermentar toda la masa? Quitad la levadura vieja, para ser masa nueva”». Pablo «usa este símbolo de los ácimos, pasta dura, pasta buena». Y «esto nos hace recordar» la expresión «de Jesús “vino nuevo en odres nuevos”». De hecho, explicó el Papa, «la novedad del Evangelio, la novedad de Cristo no es solamente transformar nuestra alma; es transformarnos a todos nosotros: alma, espíritu y cuerpo, todos, todo, es decir transformar el vino —la levadura— en odres nuevos, también todo». Porque, añadió, «la novedad del Evangelio es absoluta, es total; nos toma a todos, porque nos transforma desde dentro hacia fuera: el espíritu, el cuerpo y la vida cotidiana».

«Pero esta gente era así, no había entendido esto» prosiguió el Pontífice en referencia a la carta a los Corintios, subrayando: «Habían tomado, quizá, la novedad del Evangelio como una ideología, una forma de vivir bien, social: “Sí, sí Jesús, sí”, pero después vivían con costumbres paganas». Pero «la novedad del Evangelio es muy clara. El mismo Pablo lo dice al final del pasaje de hoy de su carta: “Porque nuestro cordero pascual, Cristo, ha sido inmolado. Así que, celebremos la fiesta, no con vieja levadura, ni con levadura de malicia e inmoralidad, sino con ácimos de pureza y verdad”».

«La gran novedad del Evangelio» afirmó Francisco, es que «Cristo está vivo, Cristo ha resucitado, Cristo ha pagado por nuestros pecados, Cristo —la resurrección de Cristo— nos ha transformado y ha enviado al Espíritu para que nos acompañe en la vida». Precisamente «esta es la novedad del Evangelio. Y esta es la invitación de Jesús a vivir esta novedad. Nosotros cristianos somos hombres y mujeres de novedad, de la gran novedad».

Los cristianos de Corinto, «que querían las dos cosas, vivían “de las novedades”, no “de la novedad”». Y «mucha gente trata de vivir su cristianismo “de las novedades”» diciendo: «pero hoy se puede hacer así; no, hoy se puede vivir así». Pero «esta gente que vive de las novedades que vienen propuestas por el mundo es mundana, no acepta toda la novedad». Y así «hay un enfrentamiento entre “la novedad” de Jesucristo y “las novedades” que el mundo nos propone para vivir».

«Por esto —explicó el Papa— a esta gente que vive así Pablo la condena: es gente tibia, es gente inmoral, es gente que simula, es gente formal, es gente hipócrita». De hecho «cuando nosotros no tomamos la totalidad del anuncio de Jesucristo y aceptamos vivir con “las novedades”, convivir con las dos cosas, terminaremos por ser hipócritas».

«La llamada de Jesús es una llamada a la novedad» reafirmó el Pontífice. Cierto, «alguno puede decir: “Padre, nosotros somos débiles, somos pecadores”». Pero «esto es otra cosa: si tú aceptas ser pecador y débil, él te perdona, porque parte de la novedad del Evangelio es confesar que Jesucristo ha venido para el perdón de los pecados. Pero si tú que dices ser cristiano convives con estas novedades mundanas, no, esto es hipocresía. Esa es la diferencia». Jesús mismo, hizo notar el Papa, «nos había dicho en el Evangelio: “Estad atentos a cuando os digan: el Cristo está ahí, está allá, está allá. Las novedades son estas: no, la salvación está con esto, con esto”». Porque «Cristo es uno solo. Y Cristo es claro en su mensaje».

En este punto, sugirió el Pontífice, «quizá viene la pregunta, porque la liturgia de hoy nos indica esto: ¿pero cómo es el camino de aquellos que viven “la novedad” y no quieren vivir “las novedades”?». La respuesta está en el «pasaje del Evangelio de hoy» tomado de Lucas (6, 6-11): «Pero estos —los escribas, los doctores de la ley— fuera de sí por la cólera —porque no habían podido pillar a Jesús en un error— se pusieron a discutir entre ellos sobre lo que habrían podido hacer a Jesús. Es decir, añadió el Papa «cómo agarrarlo, cómo matarlo», cómo «eliminarlo».

«El camino de aquellos que toman la novedad de Jesucristo —recordó Francisco— es el mismo de Jesús: el camino hacia el martirio; tanto el martirio cruento como el martirio de todos los días».

Es «el testimonio del martirio; ese es el camino, no hay otros. Ese es el camino “porque los enemigos —como dice el Evangelio— observaban a Jesús, para ver si curaba en el día del sábado para encontrar de qué acusarlo”». Y «detrás de ellos estaba el gran acusador: satanás». También «nosotros estamos en camino y somos vistos por el gran acusador que suscita a los acusadores de hoy para tomarnos en contradicción».

«La invitación de la Iglesia hoy —concluyó el Papa— es tomar “la gran novedad”, toda, y no hacer negociaciones con “las novedades”». En resumen, «no aguar el anuncio del Evangelio».

 



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