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VIDEOMENSAJE DEL SANTO PADRE  FRANCISCO
CON MOTIVO DEL 57° COLOQUIO DE LA FUNDACIÓN IDEA


[Buenos Aires, 13-15 de octubre de 2021] 

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Quiero saludar el espacio de diálogo que se han propuesto la Fundación Idea y la Unión de trabajadores de la economía popular. Deseo de corazón que sea un momento de verdadero intercambio que pueda recoger el aporte innovador de los empresarios y el de los trabajadores que luchan por su dignidad y por sus familias.

Varias veces me he referido a la noble vocación del empresario que busca con creatividad producir riqueza y diversificar la producción, haciendo posible al mismo tiempo la generación de puestos de trabajo.

Porque no me cansaré de referirme a la dignidad del trabajo. Lo que da dignidad es el trabajo. El que no tiene trabajo, siente que le falta algo, le falta esa dignidad que da propiamente el trabajo, que unge de dignidad.

Algunos me han hecho decir cosas que yo no sostengo: que propongo una vida sin esfuerzo, o que desprecio la cultura del trabajo. Imagínense si se puede decir eso de un descendiente de piamonteses, que no vinieron a nuestro país con ganas de ser mantenidos sino con un enorme deseo de arremangarse para construir un futuro para sus familias. Es curioso, no ponían la plata en el banco los migrantes, sino que: ladrillos y terreno. La casa, lo primero. Miraban adelante hacia la familia. Inversión de familia.

El trabajo expresa y alimenta la dignidad del ser humano, le permite desarrollar las capacidades que Dios le regaló, le ayuda a tejer relaciones de intercambio y ayuda mutua, le permite sentirse colaborador de Dios para cuidar y desarrollar este mundo, le hace sentirse útil a la sociedad y solidario con sus seres queridos. Por eso el trabajo, más allá de los cansancios y dificultades, es el camino de maduración, de realización de la persona, que da alas a los mejores sueños.

Siendo esto así, queda claro que los subsidios sólo pueden ser una ayuda provisoria. No se puede vivir de subsidios, porque el gran objetivo es brindar fuentes de trabajo diversificadas que permitan a todos construir el futuro con el esfuerzo y el ingenio. Por ser diversificadas, abren el camino para que las distintas personas encuentren el contexto más adecuado para desarrollar sus propios dones, ya que no todos tienen las mismas capacidades e inclinaciones.

Por esta senda creo que el diálogo entre los empresarios y los trabajadores es no sólo indispensable sino también fecundo y prometedor. Gracias por este coloquio que han planteado con un propósito tan noble.

Que Dios los bendiga y, por favor, no se olviden de rezar por mí. Gracias.



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