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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS PARTICIPANTES EN EL CAPÍTULO GENERAL DE LA
CONGREGACIÓN DEL SANTÍSIMO REDENTOR (REDENTORISTAS)

Sala Clementina
Sábado, 1 de octubre de 2022

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Palabras en español improvisadas por el Santo Padre durante la audiencia

Quisiera decirles algunas palabras más espontáneamente.

Ir a misionar, salir a misionar, o sea, la dimensión misionaria, que vos en tu discurso mencionaste. Me impresionó una frase que dijiste: Lasciare le zone di confort y andar a missionare. Yo me pregunto ¿cuáles son las zonas de confort que tiene una congregación, que tiene una provincia, que tiene una comunidad y que tiene cada uno de nosotros? Háganse esa pregunta, porque se decía que cada uno acomoda los votos como quiere. Y entonces, puede practicar la pobreza con cuenta bancaria, puede practicar la castidad con compañía y puede practicar la obediencia dialogando y decidiendo lo que quiere. Son formas bien deformadas. Pero el que produce siempre una deformación en los tres votos es el confort. Por ahí entra el mal, por el tratar de acomodarse, estar cómodo, vivir una vida de burguesía, sin estar saliendo y saliendo a misionar, y a misionar, y a misionar. Analice cada uno cuál es la propia tentación de confort. Todos tenemos esa tentación, todos tenemos esa tentación.

Recién, por ejemplo, cuando me dijeron a mí: “Tenés un montón de curas a los que tenés que ir a hablarles”, yo pensé: “Ufa, quiero ir a comer…”. El confort, ¿no? (Risas) Es decir, todos tenemos la tentación del confort, pero cada uno la tiene con nombre y apellido propio. Busquen la raíz del confort de cada uno de ustedes, y eso los va a ayudar a desprenderse y mirar el horizonte de la misión. Un redentorista sin este horizonte de la misión no se entiende, aunque tenga que estar sentado toda su vida en un escritorio. El horizonte de la misión. Y, para eso, la capacidad de salir de la propia zona de confort. Así que les sugiero que, como fruto de este Capítulo, en la oración que hagan en estos días, cada uno se pregunte: “¿En qué estoy atado yo? ¿Cuál es mi confort, aquello que no me deja ser libre, no me deja volar, no?”. Traten de responder a esa pregunta.

La segunda cosa que caracteriza a los redentoristas es que son maestros de moral, y se lo agradezco. Sobre todo, quiero agradecer al Alfonsianum acá en Roma. Creo que el rector está por aquí… No está aquí. Dale mis saludos, porque quería decirle que lo está haciendo muy bien, muy bien. Están prestando un servicio a una teología moral madura, seria, católica. Y con una altura impresionante, una altura académica muy grande. Así que te agradezco a vos, como Padre General, que este Instituto siga ayudando a la Iglesia. Maestros de moral, pero también maestros de moral en el catecismo de los chicos, en los confesionarios…

Que la gente entienda lo que está bien y lo que está mal, que después sepa que la misericordia tapa todo; pero que sepa que esto está bien y esto está mal, porque una cosa es la misericordia de Dios y otra cosa es el “manganchismo”. Tener manga ancha, es decir, “todo está bien”… no distinguir, no tener una cultura moral, y que es tan importante, sin reduccionismo. Hoy día, con mucha tristeza, tenemos que decir que hay mandamientos que no se cumplen, no se cumplen, delante de estas injusticias sociales que hay. Un ejemplo: gente que derrocha su dinero en viajes, turismo, fiestas, restoranes de lujo; y gente que no tiene para comer un pan. Entonces, ahí hay una inmoralidad de pensamiento. El octavo mandamiento, ¿quién lo cumple hoy día? Hoy día, si uno le puede hacer una trampa al otro, quitarle lo que es justo, pagarle de menos, los salarios justos ―cada vez son menos―. ¡Cómo hace falta trabajo! La gente acepta por lo que le den. O sea, se va contra la justicia, contra la verdad. Por favor, enseñen moral fuerte ahí, sigan. Carguen la conciencia. Bueno, todos los mandamientos. La idolatría, por ejemplo, ¿qué es? “No, yo no adoro ningún ídolo”. Estás lleno de ídolos vos, pero enséñenles: “Esto es idolatría”.

Les digo que sigan con esto porque lo están haciendo, y muy bien, pero no se olviden que son formadores de conciencia. Aquí quiero llegar: formadores de conciencia moral. Y ese es un carisma que ustedes tienen, que lo heredaron del fundador, que se dedicó a esas cosas también, entre otras.

Bueno, yo les agradezco lo que hacen en la Iglesia, en serio. Les agradezco en el alma. Te agradezco tus trece años aquí… ¡Sobrevivir en Roma no es fácil! Gracias. Y a vos, cuando te cueste un poco, un poco de cachaça para levantar el ánimo. (Risas)

Ahora les quiero dar la bendición.

[Bendición]

Después de la bendición el Papa añadió:

Y no se olviden de pensar ¿cuál es mi zona de confort?



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