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JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 20 de julio de 1980

 

1. Hoy, en la liturgia dominical, la Iglesia recuerda a las dos hermanas Marta y María, que hospedaron a Jesús en la casa de ellas y de su hermano Lázaro. Con respecto a María, "la cual, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra" (Lc 10, 39), Marta, la hermana, dirige a Cristo el siguiente reproche: "Señor, ¿no te preocupa que mi hermana me deje a mí sola en el servicio? Dile, pues, que me ayude" (Lc 10, 40). Ella, entonces, oyó de boca del Maestro una respuesta significativa: "Marta, Marta tu te inquietas y te turbas por muchas cosas, pero pocas son necesarias, o más bien una sola. María ha escogido la mejor parte, que no le será arrebatada" (Lc 10, 41-42).

Las palabras de Cristo se refieren a todo hombre, a cada uno de nosotros. Siguiendo, pues, la elocuencia de esas palabras, pidamos a Dios: "Abre, Señor, nuestros corazones, a fin de que atentamente escuchemos las palabras de tu Hijo".

2. Esta oración es siempre actual, así como han hecho siempre reflexionar las dos personas, Marta y María, y lo que Cristo dijo a ellas y de ellas. Sin embargo, hoy quiero, de modo especial, pronunciar esta oración pensando en todos aquellos que ahora, a lo largo del verano (y en el transcurso de las vacaciones) se aprovechan del descanso en los diversos lugares de Italia y de otros países. El descanso significa dejar las ocupaciones cotidianas, despegarse de las normales fatigas del día, de la semana y del año. Dejar y despegarse de todo cuanto podría expresarse con el símbolo "Marta". Es importante que el descanso no sea andar en el vacío, que no sea solamente un vacío (en tal caso, no sería un descanso verdadero). Es importante que el descanso se llene con el encuentro. Pienso -sí, ciertamente- en el encuentro con la naturaleza, con las montañas, con el mar y con el arbolado. El hombre, en sabio contacto con la naturaleza, recobra la quietud y se calma interiormente. Por eso no es aún todo lo que puede decirse del descanso. Hace falta que el descanso se llene de un contenido nuevo, con ese contenido que se expresa en el símbolo "María". "María" significa el encuentro con Cristo, el encuentro con Dios. Significa abrir la vista interior del alma a su presencia en el mundo, abrir el oído interior a la Palabra de su verdad.

A todos os deseo un descanso semejante.

3. De modo especial, deseo un descanso así a los jóvenes, chicos y chicas, que, libres de las obligaciones escolares o universitarias, en esta época viajan, conocen el mundo y los hombres, participan en las colonias o en los campamentos veraniegos. Viven, de manera especialmente intensa, la belleza del mundo y su propia juventud. Sé que, entre ellos, no faltan algunos para los cuales el tiempo de descanso veraniego es, a la vez, el tiempo de un particular encuentro con el Señor, en la comunidad fraternal de los coetáneos. ¡Hermosas, muy hermosas son realmente esas vacaciones! Las conozco por mi personal experiencia, porque en mi vida he transcurrido, como Pastor, muchas vacaciones con los jóvenes.

A todos los jóvenes, por tanto, les deseo, con todo el corazón, que este tiempo de descanso sea para ellos el tiempo del encuentro, de un encuentro, en el cual se halle "la parte mejor", la parte que ya ninguno podrá quitarnos.


Después del Ángelus

(A los miembros de una cooperativa agrícola)

Están aquí presentes los miembros de las numerosas familias de agricultores, asociados en la cooperativa "Esperia Sport" de Massarosa (Luca), qué están comprometidos en varias iniciativas culturales, recreativas y deportivas. Los jóvenes han llegado a Castengaldolfo viajando a pie durante dos días y dos noches.

Al expresaros, carísimos hermanos y hermanas, mi sincera complacencia, hago votos para que en el contacto continuo con la naturaleza, don de Dios al hombre, mantengáis siempre sólida e intacta vuestra fe cristiana junto con esos grandes valores que el mundo rural os ha transmitido desde siglos: el amor y el respeto mutuo, la solidaridad entre las generaciones, la sencillez de vida. A todos vosotros y a vuestros seres queridos, mí bendición apostólica.

(A un grupo de jóvenes)

Quiero dirigir también mi afectuoso saludo a los hijos de trabajadores italianos en Suiza, que están transcurriendo sus merecidas vacaciones, huéspedes del municipio de Lanuvio en una casa del Instituto de las Hermanas Operarías de Jesús.

Os deseo de corazón, carísimos muchachos, que este período veraniego sirva para tranquilizar vuestro cuerpo y vuestro espíritu y que; al volver después con vuestros familiares, llevéis, con el recuerdo de la bella Italia, también la bendición del Papa sobre su trabajo y sobre sus preocupaciones cotidianas.

(A un grupo de scouts húngaros)

Con la misma cordialidad dirijo mi saludo al grupo de los guías del scoutismo húngaro, el Ungarischer Pfadfinderbund, procedentes de América del Norte y del Sur.

A vosotros, que tenéis la delicada tarea de guiar y de orientar a los más pequeños, recomiendo la generosidad en el testimonio ardiente de vuestra fe cristiana, qué debe concretarse en amor universal.

Al daros las gracias por vuestra presencia en este encuentro, deseo aseguraros que rezo por vosotros, por vuestros seres queridos, por vuestra patria.

Mí bendición apostólica os acompañe siempre.

(A un grupo del Movimiento por un Mundo mejor)

Está presente en este encuentro un grupo procedente de Nueva York y compuesto por miembros del movimiento por un «Mundo Mejor».

Os saludo cordialmente, amados hijos, y os aliento a ser fieles, en el ambiente en el que vivís, a los propios valores humanos y cristianos, tratando a la vez de ayudar generosamente a tantos otros emigrados, para que puedan realizarse como personas y como hijos de Dios. Con estos votos y esperanza os imparto mi afectuosa Bendición, que extiendo a vuestros amigos y seres queridos.

 



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