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JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Castelgandolfo
Domingo 14 de septiembre de 1997

 

Amadísimos hermanos y hermanas:

1. Tenemos ante nosotros, en perspectiva ya cercana, una importante cita eclesial: el II Encuentro internacional del Papa con las familias, que tendrá lugar en Río de Janeiro, Brasil, del 2 al 5 del próximo mes de octubre.

Durante estos meses, en diversas partes del mundo se han celebrando asambleas familiares, que han brindado la oportunidad de reflexionar y rezar con vistas a esta nueva cita. La están preparando con esmero y entusiasmo la archidiócesis de Río de Janeiro y la Conferencia episcopal de Brasil, con la ayuda del Consejo pontificio para la familia. Es preciso reforzar el interés activo por la gran causa de la familia, de la que depende el futuro de la humanidad y de la nueva evangelización (cf. Familiaris consortio, 86).

Se trata de un punto firme de la enseñanza del concilio Vaticano II. En la constitución pastoral Gaudium et spes leemos: «La salvación de la persona y de la sociedad humana y cristiana está estrechamente ligada a la prosperidad de la comunidad conyugal y familiar» (n. 47). Esta es la certeza de la Iglesia y de los pueblos que reconocen en la familia, fundada en el matrimonio, un patrimonio inalienable de la humanidad. En efecto, la identidad espiritual y cultural de las familias constituye la base de la identidad de la nación a la que pertenecen.

2. Precisamente esta verdad fundamental es lo que quiere subrayar el tema del Encuentro: La familia: don y compromiso, esperanza de la humanidad. Este tema pone de relieve el carácter central de la familia, célula primordial de la sociedad y santuario de la vida. Para renovarse y afrontar las exigencias de los tiempos, la familia pide que la sociedad la reconozca, la respete y la sostenga en sus derechos.

Nos viene a la memoria otra afirmación del Concilio: «La suerte futura de la humanidad está en manos de aquellos que sean capaces de transmitir a las generaciones venideras razones para vivir y para esperar» (ib., 31). Son muchos los hombres y mujeres en el mundo que, con su testimonio, difunden estas razones. Exhorto a los gobernantes y a los legisladores a hacer que las instituciones favorezcan lo más posible este papel fundamental de la familia. Deseo, además, que los medios de comunicación social realicen una labor positiva para promover, con respeto y sentido de responsabilidad, la reflexión y el diálogo sobre la familia y sus problemas.

3. Quiera Dios que el Encuentro mundial de Río de Janeiro suscite una gran movilización de las conciencias, para que la humanidad se oriente y camine de acuerdo con el orden que Dios ha impreso a la creación. Invito a las familias cristianas de todo el mundo a colaborar en esta gran causa, y deseo de corazón que la reunión de Río de Janeiro les dé un nuevo impulso para su compromiso apostólico.

Oremos a la Reina de la familia, para que bendiga y haga fecundos nuestros esfuerzos.

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Después del Ángelus

Dirijo un cordial saludo a los peregrinos de lengua española. En la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, pidamos a María que nos ayude a recibir con gozo la muestra del inmenso amor que Dios nos ha dado en Cristo crucificado, muerto y resucitado por nuestra salvación. A vosotros y a vuestros seres queridos os imparto con afecto la bendición apostólica.

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El Santo Padre exhorta a orar por el coloquio de paz en Irlanda del Norte

 Extiendo mi caluroso saludo a los peregrinos de lengua inglesa presentes en esta plegaria del Ángelus. Mi pensamiento se dirige con esperanza a las importantes conversaciones que se van a celebrar esta semana en Irlanda del Norte. Los diversos sectores de la población de esa sociedad han expresado su intenso y sincero deseo de una solución pacífica para ese largo conflicto. Os invito a orar, para que Dios guíe a quienes participan en esos encuentros en la empresa difícil, pero esencial, de llegar a un acuerdo con respecto al camino que se ha de seguir. Sobre vosotros y vuestras familias invoco la gracia y la paz de nuestro Señor Jesucristo.



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