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JUAN PABLO II

REGINA CAELI

Domingo 30 de abril de 2000

 

1. Al término de esta celebración, en la que a la alegría pascual se ha unido la de la canonización de sor Faustina Kowalska, os saludo con afecto y os doy las gracias a todos vosotros, que habéis venido de las diversas partes del mundo. A cada uno deseo de corazón que experimente cuanto la Virgen aseguró un día a santa Faustina: "Yo no sólo soy la Reina del cielo, sino también la Madre de la Misericordia y tu madre" (Diario, p. 141).

2. El mensaje de la Misericordia divina y la imagen de Cristo misericordioso, de las que sor Faustina Kowalska nos habla hoy, son expresión viva del espíritu del gran jubileo que la Iglesia entera está celebrando con alegría y provecho. Muchos de vosotros habéis venido para honrar a la nueva santa. Quiera Dios que su intercesión produzca abundantes frutos de arrepentimiento, perdón y renovada vitalidad espiritual para la Iglesia en vuestros países. Que el pensamiento de la misericordia amorosa de Dios suscite nuevas energías en vuestro corazón para realizar obras de fe y de solidaridad cristiana.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua francesa, especialmente a los que han participado en la canonización de sor Faustina. A ejemplo de la nueva santa, confiad totalmente en el Señor y alabadlo en el poder de su misericordia. Que la fuerza renovadora de Cristo resucitado colme vuestro corazón.

Al mismo tiempo, abrazo espiritualmente a todos mis compatriotas y los encomiendo a la intercesión de santa Faustina. Ojalá que, en el nuevo milenio, el mensaje de amor misericordioso de Dios, que se inclina ante toda miseria humana, sea para cada uno fuente inagotable de esperanza y llamada a demostrar activamente el amor a los hermanos. "Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia" (Mt 5, 7). Os bendigo a todos de corazón.

En este día nos unimos también al Primado, el arzobispo de Gniezno, y a todos nuestros compatriotas reunidos en Gniezno para la solemnidad de san Adalberto.

"Gaude, Mater Poloniae...". Alégrate, Madre de Polonia; alegraos religiosas de la Bienaventurada Virgen María de la Misericordia, porque ha sido elevada a la gloria de los santos nuestra sor Faustina.

Saludo cordialmente a los peregrinos que han venido de Polonia y a todos los devotos de la Misericordia divina reunidos en el santuario de Lagiewniki, en Cracovia. Me alegra que en este día, tan especial para nuestro país, estén aquí presentes representantes del Gobierno de la República de Polonia, encabezados por el señor primer ministro, y representantes de "Solidaridad".

La Providencia divina ha unido la vida de santa Faustina con las ciudades de Varsovia, Plock, Vilna y Cracovia. Hoy menciono estas ciudades, de las que la nueva santa es patrona, invitando a sus habitantes a una solicitud particular por el apostolado de la Misericordia divina.

3. Y ahora, dirijamos nuestra oración a la misericordiosa Reina del cielo.

 



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