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JUAN PABLO II

REGINA CAELI

Domingo 14 de mayo de 2000

 

Amadísimos hermanos y hermanas:

1. Sigue viva en mi corazón la emoción que experimenté ayer, en Fátima, al proclamar beatos a los pastorcitos Francisco y Jacinta Marto, quienes, junto con Lucía, que aún vive, tuvieron el privilegio de ver a la Virgen y hablar con ella.

He encomendado a la Virgen todas las necesidades y las intenciones de la Iglesia, orando también por las vocaciones. Hoy se celebra precisamente la Jornada mundial de oración por las vocaciones: en ella elevamos una invocación coral y confiada a Dios, dueño de la mies, para que envíe numerosos y santos obreros a su mies (cf. Mt 9, 38). Según una significativa tradición, en este cuarto domingo de Pascua, que se suele llamar del "Buen Pastor", me alegra haber podido ordenar a los nuevos sacerdotes de la diócesis de Roma. Les renuevo a ellos mi saludo, y os invito a todos a dar gracias a Dios por el don de estos ministros del Evangelio

Oremos por ellos, para que, en medio del pueblo cristiano, sean siempre imagen viva de Cristo, buen Pastor. Que su vida y su ministerio sean testimonio gozoso de Cristo y de su Evangelio.

2. Amadísimos hermanos y hermanas, en este mes de mayo, que la tradición popular consagra a María, dirijamos constantemente nuestro pensamiento y nuestro corazón a ella, e imitemos su ejemplo de adhesión fiel al designio divino.

Acogiendo la invitación que la Virgen hizo a los creyentes precisamente en Fátima, oremos y hagamos penitencia por la Iglesia, por la santificación de los sacerdotes, por la conversión de cuantos viven en el pecado y por la paz en el mundo.

 



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