JUAN PABLO II
ÁNGELUS
Domingo 26 de octubre de 2003
Amadísimos hermanos y hermanas:
1. Siguen aún vivas en mi corazón las intensas emociones que he experimentado en estos días, durante los cuales numerosas personas me han acompañado con ocasión del XXV aniversario de mi pontificado. Renuevo mi agradecimiento, ante todo, a Dios, rico en misericordia, por estos veinticinco años de ministerio al servicio de la Iglesia. Además, deseo expresar mi profunda gratitud a los hermanos cardenales, patriarcas y obispos, que han querido participar en gran número en esta celebración jubilar, testimoniando también de este modo su sincera comunión con la Sede de Pedro.
Doy las gracias, asimismo, a los jefes de Estado y a las autoridades de numerosos países, que me han enviado sus felicitaciones.
Por último, expreso mi sincera gratitud a los sacerdotes, a las personas consagradas y a todos los fieles que se han unido espiritualmente a mí con sus mejores deseos y con el don valioso de su oración. De manera especial, pienso en los enfermos, que me han acompañado con la ofrenda de sus sufrimientos.
No han faltado tampoco los testimonios de cristianos de otras confesiones, así como de seguidores de otras religiones. A todos doy las gracias desde lo más hondo de mi corazón.
2. Pido al Señor que os recompense, amadísimos hermanos y hermanas, por el afecto y el apoyo que me habéis demostrado. Renuevo la consagración de mi vida y de mi ministerio a la Virgen María, Madre del Redentor y Madre de la Iglesia. A ella le repito con filial abandono: Totus tuus!
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Después del Ángelus
Un saludo a los fieles latinoamericanos venidos hoy con la imagen del "Señor de los Milagros": os bendigo de corazón, animándoos a caminar siempre con Cristo.
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