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JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 7 de noviembre de 2004

 

1. La piedad popular dedica el mes de noviembre al recuerdo de los fieles difuntos. Por ellos oramos con confianza, sabiendo que, como afirma Jesús en el  evangelio de hoy, "Dios no es Dios de muertos, sino de vivos:  porque  para  él  todos  están vivos" (Lc 20, 38). Él permanece fiel a la alianza establecida con el hombre, alianza que ni siquiera la muerte puede romper.

2. Este pacto, sellado en la Pascua de Cristo, se hace constantemente actual en el sacramento de la Eucaristía. Por tanto,  aquí  alcanza su culmen también la oración por los difuntos. Los creyentes, al ofrecer  por ellos la santa misa, sostienen su última purificación. Al  acudir con fe a la sagrada Comunión, refuerzan sus vínculos de amor espiritual con ellos.

3. Que María santísima, desde el Paraíso, interceda por todos nuestros queridos difuntos, y refuerce en nosotros, peregrinos en la tierra, la fe en la resurrección final, cuya prenda nos ofrece el sacramento de la Eucaristía.

* * *

Después del Ángelus

Saludo a los peregrinos de lengua española, especialmente a los fieles de las parroquias del Corazón de María y San Agustín de Canarias, y El Salvador de La Palma, y al grupo de la Marina militar del Ecuador.

Llamamiento en favor de la paz en Costa de Marfil

Saludo a los africanos presentes en el Ángelus, expresando mi preocupación por las graves noticias que llegan de Costa de Marfil, donde la violencia acaba de causar nuevas víctimas. Ojalá que callen las armas, se respeten los acuerdos de paz y se reanude el camino del diálogo. Encomiendo a las poblaciones marfileñas a María, Reina de la paz.



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