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JUAN PABLO II

AUDIENCIA GENERAL

Miércoles 20 de junio de 1984

 

1. La visita pastoral a Suiza ha tenido lugar en la semana después de Pentecostés y concluyó en el día de la solemnidad de la Santísima Trinidad. Hoy quiero dar gracias al Buen Pastor por medio de Nuestra Señora de Einsiedeln, por esta visita, por esta nueva peregrinación al corazón del Pueblo de Dios, que habita en las más bellas montañas de Europa y al norte de los Alpes. La visita estaba preparada desde hace mucho tiempo. Debía haber tenido lugar hace ya tres años, pero el acontecimiento del 13 de mayo de 1981 lo impidió. La Providencia divina ha permitido que las circunstancias se desarrollasen de modo que esta visita pudiera ser llevada a término ahora.

2. Llamo a esta visita peregrinación, y he tenido ya oportunidad de explicar esta definición bastantes veces. Por lo que se refiere a Suiza, el punto particular de referencia en esta peregrinación es San Nicolás de Flüel, "Brudes Klaus", y de ello he podido convencerme el 14 de junio. Efectivamente, ese día la visita y la Santa Misa fueron en Flüel. Nos preparamos juntos para ella en la casa de este Santo, la cual se conserva hasta hoy; él simboliza, de modo particular, a Suiza. Dios lo llamó precisamente en el período en que se formaba lo que constituye Suiza en el significado actual de esta palabra. La unión de los tres cantones —Uri, Schwyz (del que viene el nombre Suiza) y Unterwalden— dio comienzo a toda la Federación Helvética, formada hoy por 26 cantones, que unen a todos los suizos en un pueblo, independientemente del hecho de que ellos hablan cuatro lenguas: alemán, francés, italiano y romanche.

3. La vocación de Nicolás de Flüel es maravillosa. En ella se manifestó de modo espléndido, sobrehumano e incluso admirable el radicalismo evangélico, que invita a abandonar todo.

"Veis éste es Nicolás de Flüel, vuestro compatriota —dije en la homilía del pasado 14 de junio en Flueli, lugar natal del Santo—. Hace 517 años que por seguir su vocación dejó esposa, hijos, casa, tierras: se tomó al pie de la letra las palabras del Evangelio. Su nombre ha quedado para siempre inscrito en los cantones suizos; él fue un auténtico testigo de Cristo. Un hombre que quiso cumplir el Evangelio hasta la última palabra".

Nicolás fue esposo y padre de una familia numerosa, formada por 10 hijos. Mantenía a esta familia, trabajando duramente, juntamente con su mujer Dorotea, en una factoría. La decisión de abandonarlo todo no fue fácil. Solicitó el acuerdo de su mujer que —puede decirse— tomo esta decisión con heroísmo igual al de Nicolás, cargando sobre sus hombros todo el peso del mantenimiento de la Familia y de la factoría.

En Ranft, poco distante de la casa de familia, se encuentra la ermita de San Nicolás. "Bruder Klaus" pasó en este lugar veinte años en la más severa penitencia y en ayuno absoluto, no recibiendo —¡durante 20 años!— alimento alguno.

4. La figura de San Nicolás de Flüel constituye una insólita floración del cristianismo, arraigado gradualmente en las almas de las generaciones desde los tiempos romanos. Baste recordar que la diócesis de Sión se remonta al siglo IV, poco después del período durante el cual en el imperio romano se ensañaban las persecuciones sangrientas contra los cristianos; ese período en el que San Mauricio y toda su Legión Tebana ofrecieron la vida por Cristo. Y la abadía de Saint-Maurice nos recuerda hoy esa maravillosa profesión de fe mediante el martirio cruento.

A través de las sucesivas generaciones y a través de los siglos, el Evangelio echó sus raíces, como lo testimonia, entre otras cosas, el rico desarrollo de la vida monástica sobre todo, benedictina.

Entre las abadías benedictinas, tiene especial importancia Einsiedeln. Allí se reúnen, desde hace siglos, peregrinos de toda Suiza en torno a la Madre del Dios-Hombre, la cual ha encontrado aquí, en tierra suizo, un particular tabernáculo.

La permanencia en Einsiedeln, desde el 14 de junio por la tarde al 16 por la mañana, estuvo caracterizada por la espléndida liturgia y por muchos encuentros importantes: con el Episcopado, con los sacerdotes, con los representantes del laicado, con los operadores de los medios de comunicación, con los jóvenes, con los enfermos. He consagrado de nuevo a Nuestra Señora de Einsiedeln toda la Iglesia y, en particular, los hermanos y hermanas que viven en tierra suiza.

5. La ermita del Ranft, "Bruder Klaus", ha tenido una función Importante, incluso decisiva, en la vida de la sociedad suiza del siglo XV. Se convirtió en una ferviente patrocinadora de la reconciliación y de la paz entre sus compatriotas. Quizá también de aquí toma su origen el hecho de que Suiza se haya convertido en el país de la paz interna, y de que apenas haya padecido guerras desde el exterior.

Con la neutralidad de Suiza, como país, se explica ciertamente también el hecho de que, al presente, numerosas Organizaciones Internacionales hayan buscado y busquen en ella una sede.

El país, relativamente no grande, constituye una Federación de cantones, cada uno de los cuales tiene sus autoridades. El Gobierno federal asegura la unidad y armonía del conjunto. Hoy quiero manifestar una particular gratitud a las autoridades, tanto federales, como cantonales y municipales, por su benévola actitud con relación a la visita del Papa. Lo he experimentado en cada una de las etapas de mi viaje, tanto donde la mayoría de la población es católica, como allí donde la mayoría, en cambio, es protestante.

En Lohn pude entrevistarme cordialmente con el Presidente y todos los Consejeros federales, recordando la historia original de Suiza, su adhesión a la libertad, a la tolerancia, a la neutralidad, a la paz para la nación y para el mundo, y también los esfuerzos conjuntos de Suiza y de la Santa Sede en el sector humanitario durante las dos guerras mundiales. Con este encuentro he intentado expresar mi homenaje a todo el pueblo suizo y, al mismo tiempo mi estima y mis votos hacia todos los que tienen la responsabilidad del bien común.

6. La peregrinación al corazón del Pueblo de Dios en la tierra Suiza ha encontrado de hecho la realidad de la división de la Iglesia, claramente acentuada en la historia de esta sociedad desde el tiempo de la reforma.

Nos separan 500 años del nacimiento de Zwinglio, 475 del de Calvino: Suiza se ha convertido, al lado de Alemania, en la segunda patria de la Reforma.

Sin embargo, después del Concilio Vaticano II, tras el Decreto sobre el Ecumenismo, esta peregrinación no sólo era posible, sino hasta necesaria. Ha adquirido un carácter ecuménico con una doble dimensión. Ante todo: mediante el encuentro con el Grupo mixto de trabajo de las Iglesias cristianas (comprendidos también los representantes de la Iglesia católica); luego, mediante el encuentro muy importante con los representantes de la Iglesia reformada. Estos dos encuentros tuvieron lugar en Kehrsatz (cerca de Berna) y estuvieron dedicados al intercambio de ideas y a la plegaria en común, según el espíritu de las orientaciones del ecumenismo conciliar.

7. Además de esta dimensión familiar e interna a Suiza, en el conjunto de la visita ha destacado la dimensión más amplia, universal. He podido reunirme en Ginebra con los representantes del Consejo Ecuménico de las Iglesias, cuyo Presidente honorario es el benemérito pastor Willem Visser't Hooft, y el actual Secretario General, el pastor Dr. Philip Potter. La Sede del consejo ecuménico de las Iglesias la visitó por primera vez el Papa Pablo VI el año 1969. La mía ha sido, pues, la segunda visita, que confirma la actitud de la iglesia católica en relación con el ecumenismo. Es necesario un intercambio incesante de ideas, el diálogo teológico; es necesario el común testimonio de Cristo, y sobre todo es necesaria una incesante oración en común, para que se nos pueda otorgar la gracia de la unión en el Espíritu Santo, de la unidad en la fe. Según las palabras de Cristo "Padre Santo... que sean uno" (Jn 17. 11)... "para que el mundo crea" (17. 21).

Ha sido además motivo de alegría el haber podido visitar el Centro Ortodoxo en Chambésy, donde, bajo la dirección del querido Metropolita Damaskinos, se desarrollan los trabajos preparatorios del previsto Sínodo Panortodoxo. Este encuentro en la oración nos dio nuevamente la posibilidad de dialogar con estos hermanos nuestros, que están especialmente cercanos en todo lo que se refiere al depósito apostólico de la fe.

8. En este amplio horizonte adquiere una expresión adecuada la visita a la comunidad católica, que después de la reforma ha permanecido en unión con Roma y actualmente se agrupa en las siguientes Iglesias particulares: la diócesis de Sión, de Lausana-Ginebra-Friburgo, de Coira, de Basilea, de S. Gallen y de Lugano. Además las dos abadías "territoriales": Einsiedeln y St. Maurice.

Todos los encuentros, especialmente los litúrgicos en la Eucaristía común, y los otros en la oración, unidos con un intercambio de ideas (así, por ejemplo, los dos encuentros con la juventud: en Einsiedeln en lengua alemana y en Friburgo en lengua francesa) me han quedado profundamente grabados en el corazón. En Friburgo (que siempre va unido en mi mente con el recuerdo del gran cardenal Journet) se tuvieron también los espléndidos "Laudes" con los religiosos y religiosas.

También en Friburgo, la visita a la universidad, el encuentro con la comunidad de los profesores y de los estudiantes. Y luego, separadamente con los representantes de las facultades teológicas de toda Suiza.

Todos fueron encuentros cordiales, sólidamente preparados, impregnados de realismo y, a la vez, de una sincera solicitud por la misión del Evangelio en relación con una sociedad que padece el influjo de la secularización.

Finalmente, el encuentro, en diversas lenguas, con los hombres que han encontrado en Suiza asilo y condiciones de vida y de trabajo, tuvo lugar en Lucerna.

9. El Concilio Vaticano II ha abierto una nueva etapa del camino ante toda la Iglesia.

La Iglesia que está en tierra suiza ha entrado en esta etapa, con la conciencia de su grande y, a la vez, difícil heredad, de su situación ecuménica y de todos los condicionamientos particulares profundamente arraigados en la tradición social de los suizos.

Durante los seis días de la peregrinación hemos orado juntos con la confianza de que esta etapa, que recorremos en la unidad universal de la Iglesia católica nos permita acercarnos, con humildad y constancia a la que espera del Pueblo de Dios el Espíritu Santo Consolador que es el Espíritu de Verdad. Y a la que Él mismo nos conduce.


Saludos

Ya ahora un particular saludo a los sacerdotes claretianos reunidos en Roma para un curso de formación permanente. Os aliento a aprovechar bien este tiempo, a fin de renovaros en vuestro amor y entrega a la iglesia. Saludo asimismo a los peregrinos de las varias parroquias y colegios de España, así como a los venidos de Colombia. A todos imparto con afecto mi bendición apostólica.

 



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