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CARTA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
AL LEGADO PONTIFICIO
PARA EL XV CONGRESO MARIANO INTERNACIONAL

 

Venerable hermano,
cardenal de la Santa Iglesia Romana,
José María Bueno y Monreal,
arzobispo de Sevilla (España).

Venerable hermano nuestro: Salud y bendición apostólica.

Siempre ha sido objeto de nuestra atención y amor que el nombre y honor de María, Madre Santísima de Jesús de Nazaret, se propague más ampliamente por el orbe, y se arraigue, a través de la Iglesia, más profundamente en el espíritu de los cristianos, de tal modo que con todo afán, e incluso gloriándonos de ello, hace ya más de veinte años, manifestamos este mismo amor en nuestro escudo y lema episcopal. Además, de tal manera nos inflama y apremia este amor, que dondequiera que sea deseamos con todas nuestras fuerzas sustentar, ayudar y favorecer cualquier plausible y laudable iniciativa que tienda a promover el honor de la Madre de Dios.

Muy fácilmente, pues, se comprenderá la alegría inmensa que surgió y el fervor grande que se encendió en Nos, cuando, no hace mucho, supimos que se celebraría en Zaragoza el XV Congreso Mariano Internacional, en octubre de este año, y cuando conocimos los proyectos y temas que allí mismo se han de tratar cuidadosamente durante cuatro días. Ciertamente Nos, si lo hubiera permitido nuestro tiempo, con gran deseo y gusto hubiéramos ido allí ciertamente para participar y animar este acontecimiento tan importante, así como para escuchar las conferencias y exhortar en lo sucesivo a un culto mariano más sólido y maduro.

Como es evidente que esto no puede realizarse, por medio de esta carta, a ti, venerable hermano nuestro, nacido en esa misma augusta ciudad, y que tienes la suerte de llevar el nombre de María, te elegimos y designamos Legado nuestro y, por lo mismo, te encomendamos la misión de que, haciéndote eco de estos sentimientos nuestros, presidas con nuestra autoridad el mencionado Congreso Mariano Internacional desde el día 9 al 12 de octubre en Zaragoza.

Finalmente, rogamos a Dios Omnipotente, a cuya Madre terrena tanto veneramos, que permita recoger muchos frutos espirituales de este Congreso Mariano para bien de la Iglesia universal; y, mientras tanto, a ti, venerable hermano nuestro, así como a los prelados, autoridades, sacerdotes, religiosos y a todos los fieles que de algún modo participen. como si estuviéramos presentes, impartimos nuestra bendición apostólica como prenda de los dones y luces celestiales y como señal de nuestro amor.

Dado en Roma, junto a San Pedro, el día 12 de septiembre de 1979, 1 año de nuestro pontificado.

IOANNES PAULUS PP. II

 



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