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CARTA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
AL CARDENAL LUSTIGER
PARA LA CLAUSURA DEL PRIMER CENTENARIO
DE LA EVANGELIZACIÓN DE BURUNDI

 

Al señor cardenal
Jean-Marie LUSTIGER
Arzobispo de París

Ahora que usted participa en la clausura de la celebración del primer centenario de la Iglesia católica en Burundi como enviado especial mío, me alegra pedirle que transmita a los obispos, a los fieles y a todos los habitantes de ese amado país, mi saludo cordial y la seguridad de mi ferviente oración en ese día memorable.

Grandes solemnidades han caracterizado el desarrollo de este año jubilar. ¡Ojalá que, después del tiempo de la prueba, sean para cada uno un signo indeleble de esperanza y de fe en el futuro!

Como prolongación de la jornada sacerdotal nacional, que les ha permitido orar y reflexionar en su ministerio, aliento vivamente a los sacerdotes a ser, en comunión profunda con sus obispos, artífices de la unidad de todo el pueblo de Dios. Que, en unión con las personas consagradas, testimonien generosamente su compromiso radical al servicio de la venida del reino de Dios.

Muchos fieles se han reunido, en torno a sus pastores, en el santuario de Nuestra Señora de la Paz, en Mugera, para pedir a Dios perdón por sus faltas contra él y contra sus hermanos, para expresar mediante gestos simbólicos su deseo de comprometerse en el camino de la reconciliación, y para implorar al Señor el don de la paz. Que Dios escuche con benevolencia el clamor de sus fieles y les conceda con liberalidad los beneficios de su bondad infinita.

Deseo ardientemente que las celebraciones del centenario de la Iglesia católica constituyan para todo el pueblo burundés el comienzo de una era nueva, en la que el amor de Dios, manifestado a los hombres en la persona de Jesucristo, se derrame ampliamente en el corazón de todos los hijos de la nación y dé frutos abundantes de paz y fraternidad.

En esta feliz circunstancia, invocando la protección materna de la Virgen María, ejemplo perfecto de amor a Dios y al prójimo, le imparto a usted, señor cardenal, una particular bendición apostólica, que extiendo de todo corazón al nuncio apostólico, a los obispos, a los sacerdotes, a los religiosos, a las religiosas, a los catequistas y a todos los fieles de Burundi.

Vaticano, 7 de noviembre de 1998

JOANNES PAULUS PP. II

 



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