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MENSAJE DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
CON OCASIÓN DEL XVII CENTENARIO
DEL MARTIRIO DE SAN EMIDIO

 

Al venerado hermano
SILVANO MONTEVECCHI
Obispo de Áscoli Piceno

1. La comunidad eclesial que está en Áscoli recuerda este año el XVII centenario de la muerte del mártir san Emidio, su proto-obispo. Me alegra unirme espiritualmente a usted, venerado hermano, al clero, a los religiosos y a las religiosas, y a todos los fieles ascolanos en este significativo aniversario, que se conmemorará con varias iniciativas litúrgicas, pastorales y culturales, que culminarán en las solemnes celebraciones del próximo 5 de agosto, fiesta patronal de la diócesis.

La memoria del mártir san Emidio, particularmente amado e invocado en esa ciudad y en otras zonas del centro y el sur de Italia como protector contra la calamidad del terremoto, constituye una fuerte invitación para la comunidad cristiana de Áscoli a revivir el espíritu de los orígenes para anunciar con nuevo vigor el Evangelio en nuestro tiempo, promoviendo también en nuestra época los valores de la civilización cristiana.

2. La historia terrena de san Emidio, atestiguada por una larga y consolidada tradición, brinda un elocuente testimonio del influjo que ha ejercido el cristianismo en la vida de los pueblos del continente europeo. Este santo, originario de Tréveris, tras convertirse al cristianismo y recibir el bautismo, se refugió en Milán, donde fue ordenado sacerdote. Viajó después a Roma, donde fue consagrado obispo por el Papa Marcelino y enviado a la ciudad de Áscoli.

Gracias a él, existe un vínculo significativo entre la ciudad de Tréveris y Áscoli Piceno:  para subrayarlo, un grupo de jóvenes de aquella ciudad, encabezados por su obispo, monseñor Reinhard Marx, se unirán a vosotros para rendir homenaje a este santo patrono. Con este mismo espíritu, los jóvenes de Áscoli y sus coetáneos de Tréveris recorrerán juntos el itinerario de preparación para la Jornada mundial de la juventud, que se celebrará en Colonia el año próximo

Deseo de corazón que, en nombre de san Emidio, se profundicen cada vez más estos vínculos de comunión y participación eclesial.

3. La diócesis ha querido prepararse para esta importante celebración jubilar con encuentros y manifestaciones de carácter histórico e historiográfico, y con una significativa exposición iconográfica. Además, se han promovido oportunas iniciativas catequísticas y pastorales para los diversos grupos por edades:  niños que inician su itinerario formativo, muchachos que se preparan para recibir el sacramento de la confirmación, jóvenes, adultos y familias. El objetivo consiste en ayudar a cada uno, en especial a los laicos, a redescubrir la belleza de ser discípulos de Cristo y de pertenecer a su Iglesia, pueblo de Dios que "no sólo reúne personas de diversos pueblos, sino que en sí mismo integra una diversidad de órdenes", como se subraya en la constitución dogmática Lumen gentium del concilio ecuménico Vaticano II (n. 13). La formación de los fieles laicos es hoy más necesaria que nunca, para que puedan ser protagonistas de la nueva evangelización, colaborando activamente con los pastores a llevar el anuncio evangélico a todos los ambientes de la sociedad.

4. Venerado hermano, quisiera repetir a la Iglesia que vive en Áscoli lo que escribí, en la carta apostólica Novo millennio ineunte, a todo el pueblo cristiano al concluir el gran jubileo del año 2000. En ella indiqué el camino de una contemplación más intensa del rostro de Cristo como condición para un compromiso apostólico y misionero cada vez más valiente. El camino real por recorrer es la santidad. Por tanto, la querida Iglesia ascolana debe tender a la santidad con todos los medios, siguiendo las huellas de su augusto patrono. "Es el momento de proponer de nuevo a todos con convicción este "alto grado" de la vida cristiana ordinaria. La vida entera de la comunidad eclesial y de las familias cristianas debe ir en esta dirección. Pero también es evidente que los caminos de la santidad son personales y exigen una auténtica pedagogía de la santidad, capaz de adaptarse a los ritmos de cada persona" (n. 31).

Le deseo de corazón a usted, venerado hermano, y a cuantos el Señor ha confiado a su solicitud pastoral, que las celebraciones en honor de san Emidio alimenten en cada uno el anhelo constante de santidad, y, con este fin, les aseguro mi recuerdo constante en la oración.

Con estos sentimientos, a la vez que invoco la protección celestial del santo proto-obispo y mártir, de buen grado le imparto a usted, al clero, a las personas consagradas, a los laicos comprometidos y a todos los fieles de la diócesis de Áscoli una especial bendición apostólica.

Vaticano, 26 de junio de 2004

JUAN PABLO II



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