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MENSAJE DE JUAN PABLO II
AL PUEBLO DE VENEZUELA

Sábado 19 de enero de 1985

 

Queridos Hermanos en el Episcopado,
amadísimos hermanos y hermanas de Venezuela,

Cuando ya está cercano el día en que tendré la dicha de visitar por vez primera esa querida Nación, deseo desde ahora hacer llegar a todos los venezolanos, a través de la televisión, mi saludo más afectuoso y cordial.

Accedo con gran placer a la amable invitación que en su día me hicieron las Autoridades y los Obispos venezolanos para visitar ese joven país. Iniciaré este nuevo viaje apostólico al continente americano, el “continente de la esperanza”, movido por el deseo de encontrarme entre otros, con los miembros de la Iglesia viva y prometedora que vive su esperanza en Venezuela.

Con la ayuda de Dios confío poder compartir con vosotros unas jornadas eclesiales en las que, todos unidos, celebraremos nuestra fe común en Cristo Salvador, para luego proyectarla como fuerza de renovación y entusiasmo en la vida y en la problemática concreta de la sociedad.

Desearía de veras poder visitar las diversas regiones de vuestra geografía, para encontrarme en sus ciudades con todos los católicos de Venezuela. Pero, por evidentes motivos organizativos, he de limitar mi visita física a Caracas, Maracaibo, Mérida y Ciudad Guayana. Allí espero con ilusión encontrar a los habitantes de todas las partes del País, a los que se dirige por igual la visita. Sé que hallaré un pueblo joven y lleno de esperanza, que está ya preparándose a la celebración del V Centenario de la evangelización de América.

Conozco bien el entusiasmo y generosa colaboración de tantos miles y miles de venezolanos, que se preparan espiritualmente a la visita del Papa. Sé, sobre todo, de esa legión de agentes laicos que, dando muestras de espíritu apostólico y amor a los hermanos, participan en la Misión Nacional que quiere llevar hasta los más apartados rincones del País el mensaje del Evangelio, la doctrina de la Iglesia, la voz del Papa.

Quiero alentaros en ese camino, y desde ahora agradezco a todos vuestra colaboración, a la vez que os animo a pedir al Señor para que, con una consciente y responsable preparación espiritual, la visita del Sucesor de Pedro a Venezuela sea una verdadera confirmación en la Fe (Cfr. Luc. 22, 32)

En el corazón de la Madre Santísima de Coromoto depositamos esta plegaria e intenciones. Que Ella, la llena de gracia, nos alcance de su Hijo Jesús las gracias que necesitamos para abrirnos a su llamada, a su voz que quiere renovar nuestra vida. Con esa esperanza bendigo a todos los venezolanos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.



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