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ALOCUCIÓN DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LOS MIEMBROS DEL CÍRCULO DE SAN PEDRO

Lunes 24 de diciembre de 1979

 

Queridísimos:

Es para uní motivo de alegría y satisfacción recibir hoy, víspera de la santa Navidad. a un conjunto tan numeroso y cualificado de seglares romanos que llevan en el corazón la experiencia rica y múltiple de una Asociación que cuenta ya nada menos que con ciento diez años de vida y se honra con el nombre del primer Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia universal.

1. Sí, hermanos queridísimos. Sois los herederos espirituales de aquel grupo de jóvenes profundamente cristianos que se reunieron el 28 de abril de 1869 en el palacio Lancellotti, para fundar el primer Círculo de la juventud Católica Italiana en Roma, asumiendo el nombre de "San Pedro". Y el compromiso expresado por aquellos jóvenes a mi venerado predecesor Pío IX: "Santo Padre: Mandad, que vuestros hijos están prontos a obedecer", y cumplido con entrega auténtica en todos los años de la Asociación, lo leo hoy en vuestros rostros radiantes de alegría.

No eran fáciles, por cierto, para la Iglesia, la Santa Sede, el Papa, el Episcopado y los católicos, los tiempos en que nació vuestra Asociación. Pero en lugar de desalentar a los primeros fundadores de vuestro Círculo, las dificultades fueron estímulo y aguijón que acrecentaron en ellos la autenticidad y el valor necesarios para profesar y practicar abiertamente la religión católica. Y esta "lealtad" y límpida coherencia sin vacilaciones han estado siempre en la base de la Asociación, que ha luchado y trabajado con firmeza juvenil y aguda inteligencia por la causa de Dios, de Cristo y de la Iglesia, que es la causa de las almas y de la misma sociedad civil en orden a una convivencia serena y pacífica.

2. "Oración-Acción-Sacrificio". Estos han sido desde el principio los tres lemas programáticos, semejantes a indicadores de marcha, que os han guiado e impulsado en estos 110. años. Oración: Ante todo la personal, el diálogo íntimo y profundo y la relación de fe y amor con Dios Padre, con Cristo y con el Espíritu Santo, en la meditación continua; y también la comunitaria con la participación en las celebraciones litúrgicas. Acción: Que se ha concretado en las distintas obras de apostolado y caridad características del Círculo, siempre oportunamente pronto y preparado a afrontar problemas de carácter pastoral, catequético y caritativo, o a hacer oír claramente la voz de sus miembros para proclamar la fe cristiana o protestar ante situaciones sociales o proyectos contrarios a la concepción cristiana de la vida y la sociedad.

Esta acción se ha plasmado en las múltiples iniciativas que tanta admiración han suscitado, de carácter caritativo, sobre todo durante la segunda guerra mundial, cuando se extendió por Roma la obra tan benemérita de las "Cocinas económicas". Puede decirse que las obras de misericordia recomendadas por Jesús (cf. Mt 25, 35 ss.), han sido llevadas a la práctica por vosotros, que habéis sabido ver en el pobre la imagen humillada y dolorosa de Cristo, Hijo de Dios y Hermano nuestro.

No podemos olvidar el tercer lema: Sacrificio: El "Círculo de San Pedro" nació en un período —ya lo hemos dicho— en el que se necesitaba verdadero valor para proclamarse abiertamente "católicos" y "fieles al Papa". Se pagaba muy caro en la propia persona. Y los que os han precedido en aquellos tiempos difíciles, lo pagaron caro de verdad. A la salida de la Basílica Vaticana, donde se había celebrado una función religiosa en honor de la Inmaculada el 8 de diciembre de 1870, un grupo de socios fueron heridos, incluso gravemente, por unos exaltados. En la noche triste del 13 de julio de 1881, los socios que acompañaban el cadáver de Pío IX, cuando era trasladado del Vaticano a San Lorenzo "al Verano", fueron atacados por un grupo de anticlericales que querían profanar los restos del venerado Pontífice. Son páginas éstas de vuestra historia que debéis tener bien presentes cuando os comprometéis solemnemente a profesar "fidelidad constante y obediencia filial al Sumo Pontífice" y dar "testimonio patente de fe y solícita actuación apostólica en todos los campos de la vida social".

3. En la circunstancia de este encuentro nuestro tan significativo, deseo hacer mías las palabras que os dirigió Pío XII en julio de 1944: "Manteneos fieles a vuestro espíritu".

Sí, ante todo manteneos fieles a la fe, profundizándola con la meditación asidua y el estudio constante de la Palabra de Dios; acogiéndola con adhesión serena al Magisterio de la Iglesia; y además, manifestándola abiertamente sin miedos ni compromisos, no sólo ante vuestras familias, sino también en los ambientes profesionales en que tenéis que vivir y trabajar a diario.

Continuad vuestra caridad solícita con los hermanos necesitados adaptando, innovando, inventando —si es necesario—proyectos nuevos más en consonancia con los tiempos actuales, pero siempre con adhesión perfecta al mandato de Jesús: "Amaos como yo os he amado" (cf. Jn 13, 34 ss).

Sed siempre hijos fieles de la Santa Sede y del Papa. El "Óbolo de San Pedro" que recogéis cada año en las iglesias y parroquias de Roma, es una de las muchas pruebas de vuestro amor al Sucesor de Pedro. Os expreso mi agradecimiento por vuestro interés y mi complacencia por el significado qué asume vuestro gesto en el contexto de la vida eclesial.

Continuad siempre tan alegres y serenos, y nada podrá separaros jamás del amor de Cristo (cf. Rom 8. 35-39).

En esta víspera de Navidad felicito las Pascuas a los aquí presentes, a todos los socios del Círculo, a las cooperadoras, a las buenas religiosas que colaboran en vuestras obras benéficas, y a todos vuestros familiares; y en prenda de mi amor y mi esperanza en vosotros, os imparto de corazón mi bendición apostólica especial.

 



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