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DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LOS PARTICIPANTES EN EL I CONGRESO
DE LA FUNDACIÓN "LATINITAS"
Y A LOS GANADORES DEL XXIII "CERTAMEN VATICANUM"


Lunes 1 de diciembre de 1980

 

Venerable hermano nuestro y amados hijos:

En estas salas vaticanas cuyas paredes, adornadas con inscripciones latinas parecen como querer hablar en lengua romana a los que en ellas entran, dirijo mi saludo a todos vosotros que no sólo os dedicáis a cultivar sino también a propagar el latín. Pues en esta Sede Apostólica, en la que ya desde antiguo está vigente esta lengua, "no sois extraños y advenedizos" (Ef 2, 19), sino que os halláis presentes como quien goza del derecho de ciudadanía.

Damos las gracias al venerable hermano nuestro, cardenal Pericle Felici, gran conocedor de esta augusta lengua, por las palabras tan amables que nos ha dirigido. Felicitamos también a los vencedores de este certamen vaticano, sacerdotes y religiosos, que ponen de manifiesto con sus trabajos que "la antigua madre", es decir la lengua latina, sigue siendo todavía objeto de investigación. Hemos recibido con alegría la noticia de que el primer premio del concurso de prosa ha sido concedido al autor de la obra titulada. "Oświecim sive de utraque corona", en la que se describe magistralmente la "doble corona", la de la santidad de vida y la del martirio, del Beato Maximiliano Kolbe, hijo de Polonia. Por lo demás, ya que se menciona nuestra patria, permítasenos recordar la no pequeña contribución que ha aportado también ella a la lengua y literatura latinas: baste recordar a los ilustres poetas Jan Kochanowski y Maciej Kazimierz Sarbiewski.

Vuestra fundación ha demostrado también su interés por nuevas palabras latinas en una doble faceta: en la creación de nuevos vocablos latinos, que ayuden eficazmente en la vida diaria a cuantos escriben y hablan en latín, y en la preocupación porque esta lengua romana no se vea desechada como instrumento no idóneo a causa de la escasez de voces nuevas capaces de expresar con claridad las ideas y los descubrimientos de nuestra época.

Aunque los tiempos que corren no favorezcan mucho vuestros trabajos, ¡llevad adelante, con ánimo, vuestra admirable labor!

Con el deseo de que la tarea que habéis iniciado redunde en beneficio del bien común, y para testimoniaros nuestra benevolencia, impartimos a todos y cada uno de vosotros la bendición apostólica.

 



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