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VIAJE APOSTÓLICO A EXTREMO ORIENTE

CEREMONIA DE DESPEDIDA EN ANCHORAGE

DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II

Jueves 26 de febrero de 1981

 

Queridos amigos:

1. Me ha resultado muy grato detenerme en Anchorage, de regreso a Roma, después de mi visita pastoral a Filipinas, Guam y Japón. Ha sido una alegría pasar estas pocas horas en medio de vosotros, encontrarme con el pueblo de Alaska y, sobre todo, celebrar la Eucaristía con mis hermanos y hermanas en la fe católica.

2. En este momento quiero agradeceros la amable acogida y la cálida hospitalidad que me habéis dispensado, y estoy agradecido a todos los que generosamente ayudaron a la planificación y organización de esta jornada. Permítanme también añadir una palabra especial de gratitud al Presidente Reagan, quien ha enviado una Delegación personal para saludarme aquí en Anchorage.

3. Antes de continuar mi viaje aprovecho esta ocasión para extender mis saludos a todos los ciudadanos de los Estados Unidos de América. Esta breve parada en Alaska y la cordial bienvenida que se me ha otorgado aquí, me traen a la memoria mi precedente visita pastoral a vuestro país, recuerdo que todavía mantengo con afecto. Pido a Dios que os bendiga a vosotros y a vuestras familias.

Y ahora, al dejar Alaska, al terminar la última parte de este viaje pastoral que me ha llevado alrededor del mundo, mis pensamientos se vuelven a Dios y a su alabanza expresada en las palabras del Salmista: "Yavé, Señor nuestro, ¡cuan magnífico es tu nombre en toda la tierra!" (Sal 8, 2).

 



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