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SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS

PALABRAS DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
AL FINAL DE LA CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA

Balcón de la Sala de las Bendiciones - Basílica de San Pedro
Domingo 7 de junio de 1981

 

Venerados hermanos:

He querido también estar personalmente con vosotros al final de la concelebración eucarística de hoy; sí. con vosotros, en esta basílica que nos ha reunido, como a los Apóstoles en el Cenáculo —cum Maria Matre eius!— (Act 1, 14), para proclamar ante el mundo las magnalia Dei (Act 2, 11).

Quiero dar gracias con vosotros al Espíritu Santo, y confirmar de nuevo con vosotros nuestra común fe en El, Dominum et vivificantem, a 16 siglos del primer Concilio de Constantinopla; deseo pedir con vosotros que la Iglesia universal, animada por El —de la cual sois aquí hoy espléndida imagen— sea siempre instrumento de salvación y de santidad, signo de unidad y de verdad. autora de justicia y de paz.

Congregavit nos in unum Christi amor!

Que nos una así siempre el Espíritu, Amor personal de Dios; y, así reunidos, no envíe de nuevo por los caminos del mundo para llevar adelante, intrépidos, la obra de evangelización que nos fue confiada el día de nuestra ordenación episcopal; que nos ayude al predicar el Evangelio in omni patientia et doctrina, como a Pedro en Pentecostés, como a Pablo, como a los otros Apóstoles, testigos de Cristo "hasta los confines del mundo" (Act 1, 8): a fin de que tengamos siempre nueva fuerza para anunciar a nuestros hermanos y hermanas que sólo Jesús es "camino, verdad y vida" (Jn 14, 6), y que "ningún otro Nombre ha sido dado a los hombres bajo el cielo, por el cual podamos ser salvos" (cf. Act 4, 12).

A vosotros, a todos los queridísimos fieles aquí presentes; a todas las Iglesias del mundo, cuyo corazón late hoy al unísono con el de la Iglesia de Roma y de Constantinopla. imparto con gran afecto mi bendición apostólica.



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