MENSAJE RADIOFÓNICO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LOS OBREROS POLACOS REUNIDOS
EN EL SANTUARIO DE PIEKARY, SILESIA

Domingo 31 de mayo de 1981

¡Alabado sea Jesucristo!

Queridos hermanos mineros reunidos como todos los años en peregrinación ante vuestra Madre de Piekary Slaskie. Doy gracias a Dios de poder dirigiros hoy estas breves palabras, palabras de amor y bendición. Sobre todo en estos momentos en que estoy enfermo y voy recobrando poco a poco la salud y las fuerzas, es un verdadero consuelo para mí dirigirme a vosotros que estáis reunidos en peregrinación en Piekary, compatriotas míos, hombres del trabajo. Estáis reunidos con vuestro obispo, con el cardenal y con vuestros pastores. Estáis reunidos junto a esa comunidad que tan bien conozco por experiencia y que llevo en lo hondo del corazón. Junto con vosotros me doy cuenta de lo excepcional e importante que es precisamente este año vuestra visita a la Señora de Piekary. Pues, como bien sabéis, es éste un año en que las miradas del mundo entero están vueltas a Polonia a causa del programa de renovación surgido de las difíciles experiencias del trabajo humano; del trabajo en la industria, las minas y la agricultura, y en otras profesiones. Deseo confirmar de nuevo junto con vosotros, por así decir, ante la Señora de Piekary este programa de renovación y confiárselo a Ella de todo corazón, con estilo filial, polaco, como se usa en Silesia. Lo hago en el año en que la Iglesia universal conmemora los 90 años de la Encíclica Rerum novarum del gran Papa de las cuestiones sociales, León XIII; una Encíclica dedicada a la cuestión obrera, que me brinda la oportunidad de encontrarme este año con los representantes del mundo obrero de distintas naciones y continentes. Dios premie a todos vosotros mis compatriotas el recuerdo, las oraciones y el amor de los que tantos testimonios recibo y a los que correspondo de corazón. Recibid mi bendición en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Dios os bendiga.