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DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
AL EMBAJADOR DEL REINO DE LESOTHO
ANTE LA SANTA SEDE

Viernes 23 de marzo de 1984

 

Señor Embajador:

Me complazco en dar la bienvenida a Su Excelencia hoy en el Vaticano y recibir de usted las Cartas que lo acreditan como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario del Reino de Lesotho. Le agradezco el cordial saludo que me ha transmitido de parte de Su Majestad el Rey Moshoeshoe II y a mi vez le ruego a usted transmita a Su Majestad la seguridad de mis buenos deseos para él.

Con satisfacción he notado que usted aprecia mucho la ayuda espiritual y material aportada por la Iglesia a sus compatriotas. Tengo esperanza de que la relación de amistad y cooperación ya existentes se haga más fuerte con el cumplimiento de la misión que usted ahora está asumiendo.

Como usted lo ha indicado, la tarea prioritaria de la Iglesia es siempre la de proclamar el mensaje de salvación revelado en Jesucristo y animar a todos los creyentes que actúen según los valores morales contenidos en dicho mensaje. Por ello, la Iglesia es consciente de que la creencia religiosa jamás puede relegarse a una dimensión de la vida personal, sino que debe impregnar la existencia entera, de modo que proporcione constante motivación para servir a Dios y al prójimo en la sociedad contemporánea. Es ésta la razón por la que los cristianos consideran un deber defender la igualdad de derechos de todas las personas, atender a afligidos y necesitados, y dedicar sus fuerzas a actuar por la reconciliación para que crezca la hermandad universal bajo Dios.

Estos objetivos constituyen los deseos fundamentales de su Nación, según usted le acaba de indicar. Es obvio que la Iglesia se sume a todos los hombres y mujeres de buena voluntad en el afán por contribuir a establecer un orden mundial radicado en los principios de justicia, igualdad y respeto mutuo.

En consecuencia, con gran esperanza le ofrezco cordialmente mis deseos de éxito en su misión. Pido a Dios que produzca mucho fruto. Él bendiga a usted y al pueblo de Lesotho con abundante favor y toda clase de bienes.


*L'Osservatore Romano. Edición semanal en lengua española, n. 15, p.4.



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