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MENSAJE TELEVISIVO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
AL PUEBLO URUGUAYO EN VÍSPERAS DE SU VISITA

Lunes 30 de marzo de 1987

 

Mis queridos hermanos y amigos todos,
habitantes de la República Oriental del Uruguay
:

1. ¡La paz del Señor esté siempre con vosotros! Este saludo, tan familiar a los hijos de la Iglesia, brota espontáneamente desde lo más hondo de mi ser y me inspira la plegaria que por vosotros elevo al Señor, sobre todo en vísperas de mi visita pastoral a vuestro querido país.

Me siento lleno de gozo, porque con la ayuda de Dios, se va a hacer realidad mi ardiente deseo de veros y visitaros, como hermano y amigo, en vuestra propia casa, para conocernos de cerca y estrechar, aún más si cabe, los vínculos que nos mantienen unidos en una misma fe, en una única esperanza y en un amor sin límites ni fronteras.

Por eso, he aceptado complacido la amable invitación del Episcopado uruguayo y del Gobierno de la República a visitar vuestra noble patria. Vaya desde ahora mi sincero agradecimiento por tan delicado gesto.

2. El Uruguay, a lo largo de su historia, ha dado muestras de vocación a la paz y a la concordia. Así, cuando en tiempos todavía recientes, hubo graves tensiones entre dos naciones hermanas, que llevaron a la Mediación papal, vuestro país jugó un papel destacado. Por eso, será también para mí motivo de gozo poder conmemorar en Montevideo la feliz conclusión de la misma Mediación, que ha puesto de manifiesto la cohesión y entendimiento de pueblos hermanos, surgidos de una misma historia y cultura.

En esta visita pastoral, necesariamente breve, tendré la dicha de encontrarme con mis hermanos en el Episcopado, con los sacerdotes, los religiosos, las religiosas, catequistas, laicos comprometidos y tantos fieles hijos de la Iglesia que esperan al Papa, al Sucesor del Apóstol Pedro, a quien el Señor encomendó encarecidamente confirmar a sus hermanos en la fe (Lc 22, 32).

Sé que os estáis preparando espiritualmente y con gran ilusión a este acontecimiento eclesial que, pido a Dios, sea ocasión propicia de abundantes gracias para todos los habitantes de la querida nación uruguaya. Desde Montevideo mi palabra querrá llegar a todos los rincones del país como mensaje de amor y de paz, como llamada a la fraternidad, como aliento a la esperanza.

3. Os pido fervientemente oraciones al Señor a fin de que el encuentro con el Papa se traduzca en estímulo a esa nueva evangelización del continente latinoamericano que, con gran confianza en Dios, se prepara a celebrar el V centenario de su fe cristiana.

Os agradezco vivamente a todos, en particular a las autoridades civiles y eclesiásticas, el empeño que estáis poniendo para que se logren los objetivos pastorales de esta visita para bien de la Iglesia y de todo el amado pueblo uruguayo.

Confío estos fervientes deseos y esperanzas a María, la Madre de Jesús y Madre de la Iglesia, la “estrella de nuestra mañana, Virgen soberana de los Treinta y Tres”, como os gusta cantar a vuestra Patrona. Que Ella eleve nuestras plegarias hasta el trono del Altísimo mientras os bendigo de corazón en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.



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