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DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LOS OBISPOS CUBANOS DEL COMITÉ PERMANENTE
DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL


Jueves 14 de octubre de 1993

 

Queridos Hermanos en el Episcopado:

Con sentimientos de fe, esperanza y caridad, vamos a celebrar la Santa Misa como signo de profunda comunión entre el Sucesor de Pedro y los Obispos de Cuba, dando gracias a Dios por el continuo crecimiento y consolidación de sus Comunidades eclesiales.

Mi pensamiento se dirige a los demás Obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles laicos que, día a día, dan un testimonio admirable de su fe cristiana. Asimismo, conozco muy bien la preocupación de Ustedes por la situación espiritual y por las penurias materiales que sufre el querido pueblo cubano, y al mismo tiempo el esfuerzo de solidaridad que, a través de Cáritas y otros organismos, se está llevando a cabo en esta hora presente.

A este respecto, la Santa Sede espera vivamente que, frente a las necesidades más extremas y de orden humanitario, se puedan superar cuanto antes los problemas internos y externos que afectan gravemente a toda la población cubana. Junto con Ustedes, aliento a todos los cubanos al diálogo fraterno, basado en la búsqueda de la verdad objetiva y del bien común, lo cual hará posible que todos los hijos de Cuba participen desde su propia condición y responsabilidad.

Éste es el sentido del Mensaje que Ustedes, como Obispos de Cuba, han dirigido recientemente a su pueblo, el cual esperaba de sus Pastores una orientación ponderada, a la luz del Evangelio y de la doctrina social de la Iglesia. La solicitud pastoral de Ustedes está basada únicamente –como es la misión propia de la Iglesia– en crear un clima de amor y reconciliación, fundamento imprescindible para el bien de todo el país. A este fin están trabajando ya los sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles laicos, a los cuales espero se puedan añadir pronto otros más, que ayuden al crecimiento de esas Comunidades eclesiales con nuevas y santas vocaciones.

Con la Virgen de la Caridad del Cobre pediremos al Señor que renueve el corazón de todos los cubanos, tan cercanos siempre al corazón del Papa, para que sigan trabajando por la justicia y la concordia, en un clima de confianza mutua, amor fraterno y paz. Que les acompañe siempre mi profundo afecto y mi Bendición.



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