DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A UN GRUPO DE PEREGRINOS DE SENEGAL
Castelgandolfo
Sábado 13 de septiembre de 1997
Queridos peregrinos de Senegal:
Os acojo con alegría al concluir vuestra peregrinación nacional. Saludo cordialmente a monseñor Théodore-Adrien Sarr, obispo de Kaolack y presidente de la Conferencia episcopal, que guía vuestro grupo.
Vuestro itinerario os ha llevado a tres lugares importantes. La etapa central de vuestro viaje ha sido la visita a Tierra Santa, que sigue siendo una fuente y una referencia esencial, la tierra del pueblo elegido, la tierra en la que se encarnó el Hijo de Dios y en la que anunció el Evangelio y realizó el acto fundamental de nuestra redención. Espero que, al volver de esta peregrinación siguiendo las huellas de Jesús, os sintáis afianzados en la fe en el único Mediador entre Dios y los hombres, y en el Espíritu de Pentecostés que, desde el cenáculo de Jerusalén, lanzó el gran movimiento de la evangelización.
En Fátima habéis venerado a la Madre del Señor, que estuvo presente en los momentos esenciales de la misión mesiánica de Cristo y que nos acompaña a lo largo de la historia de la Iglesia. En ella se nos ha propuesto el modelo más hermoso de fe y oración. Ojalá que vuestra peregrinación enriquezca vuestra meditación del rosario.
La oración ante las tumbas de san Pedro y san Pablo confiere todo su valor a vuestra venida a Roma. El martirio de los príncipes de los Apóstoles ha hecho de esta ciudad el centro de la Iglesia universal, centro de la unidad de la fe y de la misión. Que la intercesión de san Pedro y san Pablo os ayude a cumplir vuestra misión en la vida de vuestras diócesis, en comunión con toda la Iglesia.
A la vez que os agradezco vuestra visita, me uno a vuestra oración por la Iglesia en Senegal, por vuestras familias y por todo vuestro pueblo, De todo corazón os imparto la bendición apostólica.
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