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DISCURSO DEL PAPA JUAN PABLO II
A LA CONFEDERACIÓN INTERNACIONAL DEL CRÉDITO POPULAR


Sábado 28 de noviembre de 1998

 

Queridos amigos:

Os acojo con alegría a vosotros, que representáis aquí a la Confederación internacional del crédito popular. Agradezco a vuestro presidente, señor Giovanni De Censi, sus cordiales palabras.

Desde su fundación, vuestra organización se esfuerza por sostener en particular a las pequeñas y medianas empresas, ayudando así a los organismos locales, que desempeñan un papel esencial en el desarrollo económico y demográfico de una región y de un país. En la difícil situación actual, deseáis participar en la lucha contra el desempleo, para que todos tengan un trabajo y así provean a sus necesidades y a las de su familia.

Los principios de cooperación que promovéis reflejan algunas de las enseñanzas fundamentales de la doctrina social de la Iglesia, que invita a respetar la dignidad de los trabajadores. De esta forma, cada empresa se convierte en una verdadera comunidad humana, en la que todos sus miembros son plenamente interlocutores y protagonistas responsables, con vistas a la construcción de una sociedad más justa y solidaria. El origen de vuestra confederación recuerda que un sistema bancario competitivo puede armonizarse con opciones mutualistas al servicio de las personas y del bien común.

Desde hace muchos decenios, la Confederación internacional del crédito popular prosigue su acción, respetando los valores espirituales y morales fundamentales. Ojalá que mantenga siempre este espíritu de servicio, para que nuestros contemporáneos tengan esperanza en el futuro. Deseándoos que prosigáis con éxito vuestro trabajo, invoco sobre vosotros y sobre vuestros seres queridos las bendiciones de Dios todopoderoso.



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