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MENSAJE DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LOS PARTICIPANTES EN UNA CONFERENCIA
ECUMÉNICA INTERNACIONAL

 

A mi venerado hermano
Cardenal EDWARD IDRIS CASSIDY 
Presidente del Consejo pontificio para la promoción
de la unidad de los cristianos

Le envío mi cordial saludo y, por medio de usted, saludo a todos nuestros hermanos y hermanas ortodoxos, católicos y protestantes, que participan en la Conferencia: «Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre (Hb 13, 8): el cristianismo en el umbral del tercer milenio».

Me siento muy complacido por esta iniciativa del Comité cristiano interconfesional consultivo, puesto que es el resultado de una decisión común de las Iglesias y comunidades eclesiales que han realizado tradicionalmente sus actividades pastorales en el territorio de la Comunidad de Estados independientes y en los países bálticos. Dado que la Conferencia tiene como finalidad promover una mayor cooperación entre los cristianos en esa región, pido al Señor que impulse a todos los participantes a dar un testimonio cada vez más convincente y eficaz del evangelio de nuestro Señor Jesucristo.

Esta Conferencia tiene lugar en el umbral del gran jubileo que celebra el bimilenario del nacimiento del Hijo de Dios, enviado por el Padre al mundo para redimirlo. Él, que «es el mismo ayer, hoy y siempre», es el centro de la fe cristiana y de la verdad que su Iglesia, fiel al mandato que él mismo le dio, proclama a todas las generaciones. En este marco, es importante reflexionar en la relación existente entre nuestro Señor y Maestro Jesucristo y cada cristiano y comunidad cristiana, en la misión que los cristianos están llamados a cumplir en el mundo actual, en los desafíos que deben afrontar y en la necesidad de hallar la fuerza en Aquel que dijo: «Yo soy el camino, la verdad y la vida» (Jn 14, 6).

El encuentro en el que participáis reúne a los representantes de Iglesias y comuniones eclesiales, cuyos miembros, incorporados a Cristo mediante el bautismo, ya participan en una comunión real, aunque todavía imperfecta. El redescubrimiento de esta fraternidad en el Señor permitirá a los cristianos profundizar sus relaciones, intensificar su cooperación y aspirar a la unidad perfecta en la fe, que se expresa en la comunión eclesial plena y visible, a la que Cristo Señor llama a sus discípulos.

Que Dios bendiga a todos los que, durante estos días, participan en la Conferencia. «A aquel que tiene poder para realizar todas las cosas incomparable- mente mejor de lo que podemos pedir o pensar» (Ef 3, 20), le encomiendo el éxito de vuestros esfuerzos por fortalecer la cooperación y la comunión entre los cristianos.

Vaticano, 18 de noviembre de 1999

JUAN PABLO II



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