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DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
AL NUEVO EMBAJADOR DE LA REPÚBLICA DE ARMENIA*


Sábado 15 de septiembre de 2001

 

Señor embajador:

1. Me alegra dar la bienvenida a su excelencia, con ocasión de la presentación de las cartas que lo acreditan como embajador extraordinario y plenipotenciario de la República de Armenia ante la Santa Sede. Le agradezco sus cordiales palabras y le ruego que transmita a su excelencia, el señor Robert Kotcharian, presidente de la República, mi agradecimiento por los saludos que me ha dirigido.

2. Con alegría me preparo a visitar su país dentro de algunos días, para encontrarme con las autoridades civiles y con el pueblo armenio, y para unirme a las celebraciones del XVII centenario del cristianismo en Armenia. Me alegra poder reunirme con su excelencia el señor presidente de la República, recordando la visita que me hizo en el Vaticano hace dos años, y así desarrollar las cordiales relaciones que existen entre la Santa Sede y su país. Este viaje permitirá también proseguir y afianzar la senda del diálogo y el camino hacia la unidad emprendido con la Iglesia armenia apostólica, sobre todo con Sus Santidades Vasken I y Karekin I, cuya memoria deseo honrar aquí, evocando su compromiso en favor de la causa de la unidad, felizmente continuado con Su Santidad Karekin II, patriarca supremo y Catholicós de todos los armenios.

Permítame expresar mi gratitud, a través de usted, a todas las autoridades civiles y religiosas que han contribuido a la preparación de mi próximo viaje.

3. Como usted acaba de recordar, su país tiene una larga historia, y una larga historia cristiana. Después de una primera evangelización, que según la tradición se remonta hasta los apóstoles Bartolomé y Tadeo, san Gregorio el Iluminador logró la adhesión de Armenia al cristianismo, al inicio del siglo IV, con la conversión del rey Tirídates III, y luego de su familia y de todo su pueblo. "Con el bautismo de la comunidad armenia, comenzando por sus autoridades civiles y militares, nació una identidad nueva del pueblo, que llegaría a ser parte constitutiva e inseparable del mismo ser armenio" (Carta apostólica con ocasión del XVII centenario del bautismo del pueblo armenio, n. 2: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 2 de marzo de 2001, p. 6), convirtiéndolo en el primer pueblo oficialmente cristiano en la historia.

La labor de evangelización suscitó desde ese momento el nacimiento de una cultura original y fuerte, forjada en la fe cristiana, que ha sido para los armenios el medio auténtico para conservar su identidad. La historia de Armenia ha estado marcada por muchos sufrimientos, debidos en gran parte a su posición geográfica, en los confines con grandes potencias. Armenia ha padecido ocupaciones y ha sido anexionada en varias ocasiones, pero siempre ha conservado su identidad cultural y religiosa. Por tanto, se puede decir que las raíces religiosas cristianas de Armenia son parte constitutiva de la nación.

Después de las inmensas aflicciones sufridas al inicio del siglo pasado, que culminaron en los trágicos acontecimientos de 1915 y en la dispersión del exilio que siguió, su país ha reanudado el camino, hasta recobrar, hace diez años, su independencia. Como usted mismo ha subrayado, este camino es largo para un pueblo que aspira a encontrar el lugar que le corresponde en el concierto de las naciones, gracias a una mayor cooperación con sus vecinos y a relaciones internacionales constructivas para su desarrollo económico, social y cultural.

La Santa Sede apoya en todos los pueblos la aspiración legítima al bienestar y a la libertad, recordando a cada uno el deber de participar con paciencia y constancia en la construcción de la nación con vistas al bien común. De la misma manera, los invita incansablemente al diálogo con sus vecinos, para favorecer una paz justa y duradera entre todos y la concordia entre las naciones. La Santa Sede no duda de la capacidad del pueblo armenio para realizar estas legítimas aspiraciones.

4. Su presencia me brinda la oportunidad de saludar a la comunidad católica que vive en Armenia, reunida en torno a su pastor, Su Beatitud Nerses Bedros XIX, patriarca de Cilicia de los armenios católicos, juntamente con su predecesor, Su Beatitud Jean-Pierre XVIII Kasparian. Me alegra poder encontrarme con los fieles católicos, orar con ellos, pudiendo así, como Sucesor de Pedro, animarlos para que fortalezcan cada vez más su fe, con fidelidad a su bautismo y al testimonio heroico de tantos hermanos suyos, y para que contribuyan, a su vez, al diálogo ecuménico y, junto con todos sus conciudadanos, al bien del país entero.

5. Sea bienvenido, señor embajador, al comenzar su misión de representante ante la Santa Sede; acoja los votos cordiales que formulo por su feliz cumplimiento. Siempre encontrará entre mis colaboradores acogida y comprensión para ayudarle en su noble misión.

Sobre usted, excelencia, sobre su familia, sobre sus colaboradores y sobre todo el pueblo armenio invoco de corazón la abundancia de las bendiciones divinas.


*L'Osservatore Romano. Edición semanal en lengua española, n.38, pp. 9, 10 (p. 485, 486).

 



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