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DISCURSO DEL PAPA JUAN PABLO II
AL COMITÉ ENCARGADO DE PREPARAR
EL DIÁLOGO TEOLÓGICO ENTRE LA IGLESIA CATÓLICA 
Y LAS IGLESIAS ORTODOXAS ORIENTALES


Martes 28 de enero de 2003

 

Eminencias;
excelencias;
queridos padres:
 

Me complace dar la bienvenida a los miembros del Comité encargado de preparar el diálogo teológico entre la Iglesia católica y las Iglesias ortodoxas orientales. Ante todo, saludo a los representantes de las Iglesias ortodoxas orientales. A través de vosotros, extiendo mi saludo fraterno a mis venerables hermanos los jefes de las Iglesias que representáis:  Su Santidad el Papa Shenouda III, Su Santidad el Patriarca Zakka I Iwas, Su Santidad el Catholicós Karekin II, Su Santidad el Catholicós Aram I, Su Santidad el Patriarca Paulus, Su Santidad el Patriarca Yakob y Su Santidad Baselios Mar Thoma Mathews II. Recuerdo con gratitud las diversas oportunidades que he tenido de reunirme con ellos y fortalecer los vínculos de caridad entre nosotros. Saludo también a los miembros católicos del Comité preparatorio, que representan a varias comunidades tanto de Oriente como de Occidente.

Ya se ha logrado un progreso ecuménico sustancial entre la Iglesia católica y las diferentes Iglesias ortodoxas orientales. En las controversias tradicionales sobre la cristología se han logrado clarificaciones esenciales, y esto nos ha permitido profesar juntos la fe que tenemos en común. Este progreso es muy alentador, puesto  que "nos  muestra que el camino recorrido es justo y que es razonable esperar encontrar juntos la solución para las demás cuestiones controvertidas" (Ut unum sint, 63). Ojalá que vuestros esfuerzos por crear una Comisión conjunta para el diálogo teológico constituya un ulterior paso adelante hacia la comunión plena en la verdad y la caridad.

Muchos de vosotros venís de Oriente Medio y de los países vecinos. Oremos juntos para que esta región sea preservada de la amenaza de la guerra y de ulterior violencia. Quiera Dios que nuestros esfuerzos ecuménicos se orienten siempre a la construcción de una "civilización del amor", fundada en la justicia, la reconciliación y la paz.

Sobre vosotros y sobre todos los que han sido  encomendados a vuestro cuidado pastoral invoco cordialmente las abundantes bendiciones de Dios todopoderoso.

 



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