ALOCUCIÓN DEL PAPA JUAN PABLO II
A UN CONGRESO INTERNACIONAL SOBRE EMIGRANTES
Sábado 17 de abril de 2004
Queridos y venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio;
amadísimos hermanos y hermanas:
1. Me alegra acogeros con ocasión del Congreso internacional de la Unión cristiana de asociaciones entre y para los emigrantes italianos. Os saludo cordialmente y, a través de vosotros, dirijo un afectuoso saludo a todas las comunidades de emigrantes italianos esparcidas por el mundo. Agradezco al presidente, señor Adriano Degano, las amables palabras que me ha dirigido en nombre de los presentes.
Trabajáis en las numerosas asociaciones cristianas de emigrantes, bien insertados en las comunidades parroquiales, con espíritu de fraterna y generosa colaboración. Me alegro por ello, y os animo a cultivar siempre la dimensión religiosa de vuestras asociaciones, para mantener vivos los valores heredados de los padres y transmitirlos a las nuevas generaciones. De este modo, dais una importante contribución a la evangelización. En efecto, como ya sucedió en el pasado, también en nuestra época la evangelización está íntimamente vinculada a los fenómenos migratorios. Os exhorto a hacer que vuestra fe vaya acompañada siempre por el testimonio de amor fraterno y por la atención activa a cuantos se encuentran en dificultades.
2. A la vez que os agradezco vuestra visita, os encomiendo a vosotros y a vuestras respectivas asociaciones a María santísima, invocándola como Madre de los emigrantes.
Con estos sentimientos, de corazón imparto a todos mi bendición, extendiéndola a las personas con quienes os encontráis diariamente en vuestro trabajo apostólico.
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