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ALOCUCIÓN DEL PAPA JUAN PABLO II
 A UN GRUPO DE ACADÉMICOS POLACOS


Martes 27 de enero de 2004

 

Doy una cordial bienvenida a todos los presentes. Saludo al arzobispo Zygmunt Kaminski y al alcalde de Szczecin, así como al rector y a los representantes de la Universidad de Szczecin y de la facultad teológica.

Habéis venido con ocasión de un acontecimiento particular. El senado de la Universidad ha decidido que el ateneo acoja en su sede la facultad de teología, que hasta ahora ha llevado a cabo de forma independiente su actividad científica y educativa. Habiendo solicitado el parecer de la Congregación para la educación católica, he aceptado de buen grado. En efecto, me parece justo que esa región de Polonia tenga una sólida facultad teológica, sostenida por las estructuras organizativas y por el potencial científico de la Universidad. Espero que, gracias a ello, los jóvenes de Szczecin y de toda la región del noroeste de Polonia tengan mayores posibilidades de adquirir la ciencia filosófica y teológica.

Existe también otra dimensión de esa unión, que es necesario tener en cuenta. En la edad media se solía considerar que una universidad sin facultad de teología estaba, en cierto modo, "incompleta". Es verdad que en los tiempos modernos se han creado numerosas universidades dinámicas que no tienen facultad teológica, pero la convicción de entonces tenía su razón de ser. Nacía de la necesidad del diálogo entre la razón y la fe. He hablado recientemente de ello ante los representantes de los ateneos de Wroclaw y Opole. Sí, este diálogo es necesario si se quiere que los frutos de las investigaciones científicas en diversas disciplinas contribuyan al pleno desarrollo del hombre. Así como no se puede separar la razón del alma, del mismo modo no se puede transmitir plenamente la ciencia sin tener en cuenta las necesidades del espíritu humano, que está abierto al infinito. Además, el desarrollo de las ciencias plantea numerosas cuestiones éticas, que deberían resolverse respetando la autonomía de las ciencias, pero también buscando la verdad. La tendencia común al conocimiento de la verdad sobre el hombre, sobre la dignidad de la persona humana, sobre el valor de la vida y, al mismo tiempo, sobre los admirables resultados científicos en todas las disciplinas servirá ciertamente para profundizar en los datos transmitidos. Confrontar los conceptos y establecer la dignidad de los fines a los que tiende la ciencia, y de los medios con que actúa, no puede por menos de dar buenos frutos.

Esto es lo que deseo para la Universidad de Szczecin, para su facultad de teología y para vuestra ciudad. Que vuestra colaboración, el diálogo creativo y también los debates científicos tengan como fruto la verdad y sirvan para el desarrollo versátil de quienes quieren acudir a la fuente de la ciencia y de la sabiduría. Que Dios os bendiga.

 



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